Seguramente nunca hayas oído hablar de la misokinesia, pero sí es más probable que alguna vez haya sentido una profunda irritación o malestar al ver a alguien golpeando continuamente los dedos sobre la mesa, haciendo clic de forma repetida a un bolígrafo o haciendo temblar su pierna nerviosamente. Si es así, es probable que sufras este trastorno psicológico tan poco conocido y que, sin embargo, padecen una de cada tres personas, según un estudio de la Universidad de Columbia Británica en Canadá publicado en 2021.
Este fenómeno se traduce como una fuerte aversión a los movimientos repetitivos de los demás, lo que provoca sentimientos de frustración, irritabilidad o incluso estrés en quienes lo padecen. Lo curioso es que estas acciones son completamente inofensivas, pero para quien sufre misokinesia resultan abrumadoras y difíciles de ignorar. Esto suele estar relacionado con la misfonía, el trastorno en el que los individuos se alteran al oír sonidos repetidos como mascar o sorber, pero sus desencadenantes son más visuales que acústicos.
Para ser un trastorno tan común hay muy poca investigación científica en torno a él. “La gente lo ha estado experimentando durante mucho tiempo, pero simplemente no tenían un nombre para ello”, explica la doctora Jane Gregory, psicóloga clínica de la Universidad de Oxford (Reino Unido), en BBC News. “A algunas personas puede resultarles muy molesta la inquietud o los movimientos repetitivos, otros pueden tener una reacción emocional realmente fuerte - ira, pánico o angustia - y simplemente no pueden filtrarla”.
El psicólogo Sumeet Jaswal es el autor de uno de los pocos estudios al respecto, publicado en la revista 'Scientific Reports'. En su experimento, auspiciado por la Universidad de Columbia Británica (UBC) en Canadá, contaron con la participación de más de 4.100 personas y midieron la prevalencia de esta condición en estudiantes universitarios y la población general.
El estudio corroboró que existe variabilidad individual en la intensidad o el alcance de las sensibilidades. Los participantes mostraron síntomas que iban desde una leve molestia hasta una angustia intensa al observar movimientos repetitivos. Uno de sus hallazgos más interesantes es que la prevalencia de la misokinesia parece aumentar con la edad, posiblemente debido a una mayor sensibilidad o exposición.
Las causas de la misokinesia siguen sin estar muy claras. Algunos investigadores creen que su aparición puede estar relacionada con una mayor sensibilidad neuronal y mecanismos relacionados con la empatía en el cerebro. Otros estiman que puede deberse a un mayor procesamiento sensorial hacia los estímulos externos. Para algunos todo se debe a una asociación emocional. Ver a alguien haciendo estos movimientos repetitivos nos da la impresión de que algo pasa y nos produce una respuesta emocional negativa.
Lo que está claro es que estos movimientos producen angustia y ansiedad. “No hay ningún proceso de pensamiento en ello. No hay ninguna lógica. Simplemente explota dentro de ti, por eso es tan angustiante”, explica Gregory. “Una parte de su cerebro está constantemente pensando en este movimiento. Pueden aparecer imágenes violentas en su cabeza. Quieren agarrar a la persona y obligarla a detenerse”, explica, comparando la sensación con un “instinto de supervivencia intensificado".
Lo cierto es que no existe un tratamiento específico para trata esta condición, pero sí se puede hacer algo al respecto. “Muchas personas se sienten culpables por recibir reacciones tan fuertes”, explica Gregory, por lo que seguir una terapia de reencuadre puede ayudar a la persona a ver todo de una manera más positiva. Practicar técnicas de distracción o recurrir a la meditación para reducir la reactividad a los desencadenantes también puede funcionar. Y, por supuesto, informar a amigos y familiares sobre esta hipersensibilidad.