El suplicio de descubrirte emofílico (sin h): "Mi vida sentimental es un caos porque solo me interesa el amor en su fase inicial"

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  • La emofília no es patológica y tampoco tiene que ver con la hemofilia o problema de coagulación sanguínea

  • Se trata de un patrón de enamoramiento que puede arrojarnos a los brazos de personas tóxicas. Antes se conocía como promiscuidad emocional

  • La psicóloga Lucía Jiménez nos ayuda a detectar este comportamiento y a buscar solución

Los Premios Oscar están a punto de levantar el telón y se nota ya en Los Ángeles, donde se celebran las mejores fiestas previas a la ceremonia en el Chateau Marmont o el hotel Beverly Hilton. En ellas se dejan caer los solteros de oro más codiciados, como Leonardo DiCaprio o Kevin Costner. Es verdad que el primero sale con Vittoria Ceretti, 26 años, pero con poco que echemos la vista atrás aparece una lista interminable de mujeres, todas menores de 25 años. Según la leyenda, esta edad es la barrera de atracción del actor, ahora rota por Ceretti. 

En cuanto a Costner, su historial sentimental es amplísimo. Con 75 años, tiene en vilo a los reporteros que tratan de saber si lo suyo con Sharon Stone va de amor o si con quien flirtea es Jennifer Lopez. Son solo dos ejemplos de personas propensas al romance breve, pero intenso, a dejarse llevar por una atracción y a cumplir aquello de que el amor nos ciega o lo de lo bueno si breve, dos veces bueno. La psicología les reserva un nombre: emofílicos.

No es trastorno, sino un patrón de enamoramiento fácil, rápido, frecuente y muy intenso. Para entendernos mejor, podríamos llamarlo promiscuidad emocional y el mayor riesgo lo advirtió un estudio publicado en 2021 en 'Journal of Personality and Individual Differences' al descubrir en ellos poca cautela ante individuos con rasgos de personalidad maquiavélica, psicópata o narcisista.

Qué es exactamente la emofilia

"La emofilia se define como la tendencia a enamorarse rápido y con frecuencia. Esta dimensión de la personalidad, que antes se conocía como promiscuidad emocional, se mantiene de forma más o menos estable a lo largo de la vida de una persona", nos explica Lucía Jiménez, psicóloga y sexóloga de Diversual. Juanjo M.L., consultor de datos de 53 años, reparó en todo ello al conocer que existía una palabra para definir su soltería. Ahora se define emofílico y, al repasar su lista amorosa, se identifica claramente con este patrón. Ahora ha decidido recibir la sensación de las mariposas en el estómago que le anticipan una emoción romántica desde un enfoque más reflexivo. "Mi vida sentimental ha acabado siendo un caos porque solo me interesa el amor en esa fase inicial de placer. Apegarme emocionalmente a una persona de forma tan acelerada ignorando cualquier señal de alerta no me trae nada bueno. Lo sé. Son relaciones abocados al fracaso y cada fracaso no deja de ser una pequeña herida".

Lucía Jiménez pone blanco sobre negro en este comportamiento que afecta a muchos enamorados que, como Juanjo, no se percatan de ello. "Las personas con altos niveles de emofilia sienten placer enamorándose. Buscan la recompensa inmediata, la novedad. Y aunque podría confundirse con el apego ansioso que tienen algunas personas (que también les lleva a crear vínculos románticos con mucha velocidad e intensidad), la principal diferencia es que en la emofilia hay un deseo de enamorarse, movido por el placer. Y en el apego ansioso existe esa rapidez para vincularse como mecanismo de defensa para evitar la ansiedad que en el fondo les provoca el vínculo". 

Hombres y mujeres lo viven de forma diferente

La psicóloga dice que no existen demasiados estudios al respecto. "Se ha tratado de investigar la relación entre la emofilia y otros rasgos de la personalidad, tomando como referencia la Teoría de los 5 Grandes Rasgos de la Personalidad: apertura a la experiencia, responsabilidad, extraversión, amabilidad y neuroticismo. Aunque los resultados no arrojan correlaciones muy fuertes, podría existir cierta relación entre tener bajos niveles de amabilidad y altos niveles de emofilia". 

Observa, además, cierta diferencia según el sexo. "En hombres, se ve cómo una mayor puntuación en neuroticismo (problemas para equilibrar emociones, cambios de humor brusco, diálogo interno persistente y negativo…) se relaciona con mayor puntuación en emofilia. Y en mujeres, mayor puntuación en extraversión (apertura a las demás personas, recargarse de energía en contextos sociales) podría relacionarse con mayor nivel de emofilia. No obstante, falta mucha investigación para poder confirmar estos hallazgos". 

Banderas rojas que no se ven

Lo que esta profesional deja claro es que la emofilia no es una patología. "Sin embargo – advierte-, cuando el grado es muy alto, la persona puede llegar a cometer algunas conductas de riesgo, poniendo en peligro su seguridad personal en pos de la relación que quieren establecer. Por ejemplo, debido a la velocidad con la que estas personas se enamoran, podrían no tomarse el tiempo de conocer a su pareja, ignorando red flags (banderas rojas) que podrían resultar problemáticas. También suelen tener más conductas sexuales de riesgo; como no utilizar preservativo (ya que el látex sería una barrera física para la intimidad de la pareja)". 

Como su motivación es enamorase, sienten atracción por muchos tipos de personas, por los que tienen más posibilidades de vincularse con gente narcisista o con rasgos de psicopatía y maquiavelismo. En este punto, Juanjo asiente. La psicóloga explica que, "como las personas con altos niveles de emofilia disfrutan del enamoramiento, buscando siempre el placer y la intensidad de esa fase inicial de las relaciones, su comportamiento podría llegar a resultar una conducta adictiva".

¿Cómo cambiar ese patrón de enamoramiento?

"Como decía, no es una patología, ni algo que necesite ser cambiado. Simplemente es un aspecto más de la personalidad. Cambiarlo o no, depende de si la persona considera que esto supone un problema en su vida. Sin embargo, un antídoto para evitar las repercusiones de sumergirse en una relación con tanta velocidad sería que la persona se marcara unos tiempos más lentos, aunque fuera de forma forzada al principio. Acostumbrándose a conocer algo más a la persona antes de dar pasos comprometidos".

También dice que sería recomendable que estas personas recibieran educación sexual, como la que ella lleva a cabo desde su plataforma Diversual o en su academia erótica, para ganar conciencia sobre los problemas derivados de realizar conductas sexuales de riesgo "en nombre del amor" o de realizar prácticas que realmente tienen como fin complacer a la persona de la que se esté enamorado.