El informe elaborado por el doctor Rodrigo Córdoba, miembro del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) y del semFYC, junto al Instituto #SaludsinBulos, tiene como objetivo desmontar los mitos más comunes sobre los beneficios del vapeo. Este experto asegura que vapear conduce a una "dependencia permanente de la nicotina", y, en algunos casos, "los cigarrillos electrónicos son más adictivos" que el propio tabaco.“ No sabemos los efectos cancerígenos a largo plazo y dentro de 15 años será demasiado tarde para volver atrás”, resalta Córdoba en el informe.
Para Carlos Mateos, coordinador del Instituto #SaludsinBulos, algunas tabaqueras fomentan, desde las redes sociales, la idea de que el vapeo es preferible al cigarrillo tradicional. “Esto es una dicotomía falsa. En realidad, están fomentando el tabaquismo”, explica el coordinador. Por ello, con todos los datos recogidos por las citadas entidades, éstas han elaborado un documento sobre los mitos del vapeo y la salud:
Los cigarrillos electrónicos o vapeadores se caracterizan por el calentamiento del líquido que contienen, produciendo un aerosol, no vapor. La mayoría contienen nicotina y mantienen la adicción, cuyo grado dependerá de los ingredientes de sus cartuchos y del sistema de calentamiento, siendo difícil predecir el nivel de adicción por la gran heterogeneidad de estos productos. La distinta concentración de tóxicos respecto al cigarrillo convencional no significa menos riesgo a corto, medio y largo plazo. Los efectos aditivos y las consecuencias respiratorias y cardiovasculares a corto plazo pueden ser similares a las del cigarrillo convencional.
Cómo se ha mencionado anteriormente, según los estudios los menores que usan cigarrillos electrónicos tiene 6,3 veces más probabilidades de ser fumadores y 5,7 de convertirse en adictos al cigarrillo electrónico.
Uno de los mitos del vapeo es que es vapor de agua, pero en realidad es un aerosol que contiene diferentes tipos de sustancias adictivas, compuestos orgánicos volátiles, aldehídos o disolventes, carcinógenos y partículas.
Se publicó en un estudio en el que se comparaban las cantidades de biomarcadores tóxicos que, en el cigarrillo electrónico, si eran menores, pero en ningún caso se estudiaron los efectos que estas cantidades, aunque sean menores, provocan en la salud humana. Recientemente se han revisado un total de 107 estudios que han analizado los riesgos de los cigarrillos electrónicos.
La conclusión es que a nivel de enfermedades cardiovasculares, respiratorias, metabólicas y de cavidad oral presentan un 20 % menos de riesgo. Pero como el contexto más frecuente es el consumo dual, el riesgo se incrementa en estos casos un 30 % respecto a estas enfermedades.
Según los expertos, un análisis superficial de los estudios nos sugiere que bajo asesoramiento puede ayudar en algún caso a dejar el tabaco, pero la cuestión es que son productos recreativos no productos sanitarios ni terapéuticos. Hay más de 400 marcas y miles de líquidos diferentes y no están estandarizados, ni homologados, ni validados como un medicamento. Además, ni la presencia o ausencia de nicotina ni las cantidades de la misma es fiable.
Los expertos explican que la gente puede dejar de fumar de muchas maneras y también con acupuntura, laserterapia, homeopatía y cigarrillos electrónicos, pero eso no convierte en recomendables estas técnicas sin evidencia científica. En el 75 % de los casos dejan sin ningún tipo de ayuda y el otro 25 % dejan en su mayoría con consejo médico y sanitario y con fármacos de evidencia científica contrastada (terapia de nicotina, bupropion, vareniclina y citisiniclina). Sin embargo, de los que lo intentan por sí mismo solo lo consigue un 3 % y los que buscan ayuda médica y sanitaria lo consiguen en un 25 % por término medio.
Los especialistas señalan que el vapeo conduce a una dependencia permanente de la nicotina y que la evidencia más reciente indica que hay una muy débil relación entre uso de cigarrillos electrónicos y dejar de fumar.
Como se señala en el informe, la sucesión de acontecimientos recalca que la mayoría de personas que usan cigarrillo electrónico para dejar de fumar acaban haciendo un consumo dual. Según los expertos, es una prueba evidente de que no se está promocionando la sustitución sino la adicción de productos. En Estados Unidos afecta a un 93 % de los que vapean, en Francia al 83 %, en Nueva Zelanda al 63 % y en España y el Reino Unido, al 60 por ciento.
El consumo dual, lejos de reducir el riesgo de enfermedades respiratorias, aumenta, especialmente en adultos jóvenes. El consumo dual, incluso si se reduce el número de cigarrillos de combustión, incrementa la dependencia y reduce las posibilidades de cesación total en el consumo de tabaco y nicotina. Los fumadores que se pasan al vapeo tienen el doble de recaídas al cigarrillo convencional que aquellos que dejan de consumir cualquier tipo de nicotina.
Los sabores que son seguros para ingerir no necesariamente son seguros para inhalar. La inhalación de ciertos compuestos puede causar daño pulmonar y otros problemas de salud. Los saborizantes no son extractos naturales de frutas ni de caramelos, son productos químicos que imitan esos sabores y algunos como el diacetilo es tóxico directo. Cuando un producto que puede ser inocuo por vía oral, se calienta, se descompone en varios productos químicos de toxicidad a menudo desconocida que pasan a la sangre a través de los pulmones. Nuestros pulmones están diseñados para respirar oxígeno, no aerosoles tóxicos.
La nicotina y otras sustancias en los cigarrillos electrónicos pueden afectar la función cardiovascular y pulmonar, reduciendo el rendimiento físico y la resistencia. La nicotina aumenta la frecuencia cardiaca en reposo y en actividad por lo que incrementa el riesgo de ataque cardíaco agudo.
Los expertos explican que debido a los riesgos para la salud asociados con los cigarrillos electrónicos, es importante que estos productos estén sujetos a regulaciones estrictas para garantizar la seguridad del consumidor y prevenir el acceso de los jóvenes.
Otro de los mitos es que el vapeo no perjudica a los demás. El aerosol del vapeo tiene picos de partículas y tóxicos menores a los del tabaco. Los picos de partículas finas (PM 2,5) de cigarrillos electrónicos es en torno a 1/3 de los picos del cigarrillo de combustión. Sin embargo, esos picos alcanzan concentraciones entre 500 y 800 microgramos por metro cubico inaceptables en un espacio interior. Los límites de contaminación por PM 2,5 en el aire se sitúan en torno a 10 microgramos por metro cúbico por lo que el aerosol del cigarrillo electrónico multiplica en algún momento por 50 – 80 veces estos niveles de contaminación.
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