La catedrática de Fisiología Vegetal de la Universidad del País Vasco, Maite Lacuesta, nos anima a que nos fijemos en dos semillas de lechuga. Debido a la concentración alta de antibióticos no existe la germinación.

Es un experimento que se esta haciendo en la UPV. Demuestra que abusar, como hemos hecho, de los antibióticos empieza a notarse en el medio ambiente, a donde llegan a través de las heces y orines de animales tratados con ellos.

"Todos estos antibióticos", explica Itziar Alkorta, profesora de Bioquímica, "ejercen una presión sobre esos ecosistemas y las bacterias reaccionan pasándose con mayor velocidad y eficacia los genes que las hacen resistentes".

Y eso se nota ya en el ser humano. "Lo que nos está pasando es que infecciones comunes que hasta ahora eran fáciles de tratar, en los últimos años se han complicado", reconoce Josune Goikoetxea, jefa de servicio de Enfermedades Infecciosas del hospital de Cruces.

Miguel Ángel Morán, coordinador científico del servicio vasco de salud Osakidetza, lo corrobora: "Lo que no tenemos es lo que teníamos hace unos años: un antibiótico más potente que nos resolvía el problema".

Para empezar a revertir la situación un innovador programa informático controla ya su dispensación en hospitales como en este de Vitoria.

"En este paciente nos dice que tiene muchos antibióticos que tiene además puesto muchos días y que probablemente haya que mejorar las dosis", explica Morán. Porque más vale prevenir que lamentar.

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