Desde hace tres meses, Pablo de 10 años y diagnosticado con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), no tiene acceso regular al tratamiento que controla sus síntomas y le ofrece una mejor calidad de vida. El problema de desabastecimiento en España de todos aquellos medicamentos que tienen metilfenidato como principio activo en comprimidos de liberación prolongada ha causado consecuencias en él, y muchas otras personas que lo toman a diario para tratar sus síntomas.

"Gracias a la medicación y a la terapia, mi hijo había mejorado. Era otro niño. Por fin lo veía con amigos, feliz e iba mejorando su nivel académico, pero ahora vemos que cuando no toma su medicación vuelve a estar irritable, desconcentrado y más impulsivo", cuenta desesperada su madre Vanessa Fernández.

El pasado 30 de octubre, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) reconocía en un comunicado este problema, causado por "aumento de la demanda por encima de lo esperado". Y según informan, se estima que hasta el primer trimestre de 2025 no se recuperará la normalidad.

Vanessa acababa de conseguir un bote en una farmacia situada en un pueblo a 40km del suyo, cuando hablaba con la web de Informativos Telecinco. "Me han dado el último que había. Que, aunque no es el mismo que toma mi hijo (Atenza), comparte el principio activo (Rubicrono). He tenido que consultar con el psicólogo y psiquiatra si podía cambiarlo y me lo han aceptado", comenta aliviada. Han tenido suerte. Y es que tener uno, es ahora mismo para las familias con un niño con TDAH como un milagro.

La duración del bote es para un mes. En otra ocasión tuvo que ir a otro pueblo para adquirirlo, también me dieron uno diferente (Concerta). Aun así, "ha llegado a estar 12 días seguido sin tomarlo. Lo que ha provocado que haya vuelto a no hacer caso, no atender y que le cueste más adaptarse a las normas sociales", relata.

El problema de Pablo se ve agravado, ya que llevaba con la medicación apenas seis meses porque estaba al inicio del tratamiento, que "es cuando su cuerpo más se tiene que adaptar a ella y cortarla no es nada beneficioso", asegura Vanessa. "Las consecuencias no solo las nota él, sino todos nosotros".

Además, el proceso para su diagnóstico no fue fácil. "Desde bien pequeño presentaba signos de hiperactividad y poco control de la frustración, pero desde el colegio nos decían que era madurativo y que no hiciéramos caso de momento más que ponerle límites. Siempre tuvo problemas para integrarse, fue señalado, apartado y etiquetado hasta que con 8 años le dio un ataque de ansiedad muy fuerte en clase y decidimos acudir un psicólogo, quien le diagnosticó TDAH", recuerda Vanessa.

Después de un año con el psicólogo y la psiquiatra intentando trabajar con Pablo sin medicación, decidieron que era necesario hacerlo y su mejoría fue exponencial. Sin embargo, ahora que pueden ponerle nombre a lo que le ocurre a Pablo desde pequeño y veían la luz gracias a la medicación, llega el desabastecimiento sin previo aviso.

"No quiero que mi hijo vuelva a sufrir y sin su medicación vamos para atrás de nuevo. No pueden dejarnos desamparados", exclama Vanessa.

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