La estimulación cerebral, una alternativa segura a los fármacos para tratar depresiones
Es un tratamiento de neuromodulación no invasivo para reentrenar al cerebro mediante electricidad
Alternativa "más segura" a los fármacos para tratar casos severos de depresión
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La estimulación magnética transcraneal (EMT), un tratamiento de neuromodulación no invasivo para reentrenar al cerebro mediante electricidad, es una alternativa "más segura" a los fármacos para tratar casos severos de depresión y otras afecciones de salud mental o adicciones.
Así lo explica el doctor Joan Albert Camprodon, jefe del Área de Neuropsiquiatria del Hospital General de Massachusetts y profesor de Harvard, uno de los ponentes del Foro Internacional WeMind (WMIF), que reunirá entre este martes y miércoles en Barcelona a profesionales en los campos de la longevidad, la neurociencia y la salud mental para abordar soluciones novedosas.
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Antes de participar en la introducción a la mesa de debate sobre 'Atención y cuidados' del evento, Camprodon ha advertido de que, a diferencia de los tratamientos farmacológicos, la estimulación cerebral "habla el mismo idioma que el cerebro".
"En salud cerebral, existen tres tipos de tratamientos: los medicamentos; las terapias no somáticas, como la psicoterapia o la rehabilitación cognitiva; y la neuromodulación, que emplea energía eléctrica o electromagnética para modular la función del cerebro que está afectada por una enfermedad", ha detallado Camprodon.
El cerebro es un órgano eléctrico que, aunque suela ser tratado mediante la química para trabajar sobre una actividad eléctrica disfuncional, también puede recibir terapias con electricidad, su propio lenguaje, para restablecer estos procesos.
"Con estas herramientas, hablamos en su idioma, interviniendo para que restituya errores de computación de sus funciones y que así se adapte a los procesos de la información que recibe", ha destacado el psiquiatra de Harvard.
Más seguro que los fármacos
A diferencia de los medicamentos, cuya ingestión transcurre del estómago a la sangre y, de ella, a todos los órganos, causando efectos secundarios, la neuromodulación o estimulación cerebral solo se dirige al cerebro, lo que permite intervenir directamente en la zona afectada y no incidir en el hígado, pulmones o riñones.
De esta forma, no entran en la ecuación efectos de los fármacos como la somnolencia, el aumento de peso, afectaciones al riñón o una subida del colesterol, causante de un mayor riesgo cardiovascular, entre otros problemas derivados.
En intervenciones como la estimulación magnética transcraneal, un profesional aplica una bovina a una zona concreta de la cabeza durante entre tres y veinte minutos y, normalmente, una vez al día durante unas semanas.
"De esta forma, reentrenamos al cerebro y le enseñamos que su punto de equilibrio no es aquel que lo conduce a la depresión, sino otro que da paso a un estado emocional, conductual y cognitivo más adaptativo", ha apuntado Camprodon.
En estos momentos, los servicios clínicos emplean estas técnicas en el tratamiento de la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), la adicción al tabaco y la migraña, aunque en un futuro, si se amplía la evidencia científica, podría usarse también para casos de esquizofrenia, Párkinson e ictus.
La polimedicación: un obstáculo que superar
Pese a los múltiples beneficios mencionados por Camprodon acerca de la neuromodulación, la polimedicación se encuentra entre algunos de los principales retos que deberá solventar en los próximos años la sanidad catalana.
Así se desprende de los informes y resultados anuales de la Central de Resultados basados en los datos del período 2017-2023, presentados este lunes con el objetivo de medir, evaluar y difundir los resultados en salud y calidad logrados por los diversos agentes del sistema sanitario catalán.
En ellos, los autores del trabajo aseveraron que en la atención primaria a veces se usan medicamentos en casos para los que no estarían indicados, a tenor de la evidencia científica.
Esta dinámica se observa en los hipolipemiantes, empleados frecuentemente en pacientes con diabetes y colesterol, cuyo uso no adecuado ha aumentado un 17,2 %; y en las benzodiazepinas, para tratar la ansiedad, que en este caso ha subido un 14,1 %.
Preguntado sobre estos indicadores, el profesor de Harvard ha insistido en que, pese a ir más tarde que en países como los Estados Unidos, Cataluña tiene la oportunidad de prestar atención a los errores cometidos cuando se empezaron a emplear hace 20 años de forma clínica.
"Aquí, la neuromodulación está bastante atrasada, pero la situación va cambiando de forma rápida. Soy optimista, aunque haya limitaciones de acceso a estos tratamientos", ha concluido Camprodon.
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