Vivir con diabetes tiene una implicación en muchos ámbitos. Para mantener una buena salud y evitar complicaciones a futuro en órganos como el corazón, los riñones y los ojos, uno de los factores clave es realizar deporte y regular la alimentación. En ese control de la alimentación, los carbohidratos cobran un papel importante, ya que es el nutriente principal que se convierte en glucosa (azúcar) en el torrente sanguíneo para generar energía.
Vicente Clemente, catedrático en Ciencias del Deporte y Nutricionista en la Universidad Europea, explica que un concepto clave en el manejo de la diabetes es la flexibilidad metabólica, que se refiere a la capacidad del cuerpo para obtener energía de las grasas en lugar de depender únicamente de los carbohidratos.
"Las mitocondrias, encargadas de generar energía, originalmente lo hacían de las grasas porque nuestros ancestros nunca han tenido un contacto muy prolongado con alimentos con una carga glucémica". A lo que añade: "Sin embargo, actualmente tenemos un consumo de alimentos con hidratos de carbono simples o azúcares muy altos que hacen que esta mitocondria cambie y cree la energía mediante la glucosa en vez de las grasas, ya que es una fuente más rápida", comenta Clemente.
¿Qué consecuencias tiene eso? El consumo excesivo de carbohidratos interrumpe esta función natural, y el cuerpo se vuelve glucodependiente, lo que agrava los problemas de sensibilidad a la insulina. "Al final, el cuerpo nos pide continuamente azúcar, lo que, en el contexto de la diabetes, es una bomba de relojería", añade.
Algunos expertos apuntan a que las dietas bajas en carbohidratos pueden ser una herramienta eficaz para el manejo tanto de la diabetes tipo 1 como tipo 2. “Las dietas cetogénicas, al limitar los carbohidratos, permiten que el cuerpo utilice las grasas como fuente principal de energía, lo que mejora la sensibilidad a la insulina y la función metabólica”, explica Clemente.
De hecho, según concluye un artículo de Serafín Murillo García y Diana Díaz, miembros del grupo “Estilos de Vida” de la Sociedad Española de Diabetes (SED), una tercera parte de los pacientes con diabetes tipo 2 pueden alcanzar la remisión de la enfermedad a largo plazo sin necesidad de tratamiento farmacológico, después de cambio en el estilo de vida que incluya una reducción en la ingesta de carbohidratos y una mejora en la actividad física.
"Este grupo de pacientes puede entrar en una fase de 'post-diabetes', pero deben ser vigilados debido al riesgo de recidiva, la persistencia de un riesgo cardiovascular elevado y la posibilidad de complicaciones a largo plazo debido al efecto de memoria glucémica", apuntan los expertos de la SED.
La actividad física también tiene un impacto directo en el metabolismo de la glucosa. Según explica Clemente, "durante el ejercicio, los músculos tienen una alta demanda de energía y cambian las vías químicas y la glucosa entre en las células sin la necesidad de insulina. Pero única y exclusivamente ocurre asociada a una carga física".
¿Qué tipo de ejercicio es el más recomendado? Clemente aconseja comenzar con ejercicios de baja intensidad, como caminar, montar en bicicleta, y gradualmente aumentar la carga, añadiendo ejercicios de fuerza para mejorar la masa muscular, lo que, a su vez, mejora la flexibilidad metabólica.
"Las dietas bajas en carbohidratos, junto con el ejercicio, son la intervención más eficaz para mejorar la salud metabólica en personas con diabetes, tanto tipo 1 como tipo 2", concluye Clemente.
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