Anabel Roig experimentó por primera vez lo que era la menstruación a sus 11 años. Desde entonces, en lugar de los habituales 28 días, su regla podía aparecer de manera impredecible o incluso desaparecer durante meses. Aunque convivió con esta irregularidad durante su adolescencia, a los 19 años sufrió el retraso más largo hasta ese momento: tres meses. Fue el inicio de un patrón que se fue agravando con el tiempo, aumentando cada vez más los intervalos entre un periodo y otro.
A los 22 años, Anabel y su pareja decidieron que querían tener hijos y cumplir con el proyecto de familia con el que soñaban. Sin embargo, se toparon con un obstáculo inesperado y el camino hacia la maternidad no iba a ser fácil. Por entonces, desconocía que tenía menopausia precoz, aunque ya sentía los síntomas: sofocos, insomnio y cambios de humor.
Después de múltiples intentos fallidos de quedarse embarazada, la pareja decidió acudir a una clínica de fertilidad. Fue entonces cuando, tras una serie de pruebas, descubrió la causa de sus dificultades: tenía una cantidad insuficiente de óvulos para concebir de forma natural. “Me dijeron que, si quería ser madre, la única opción era la donación de óvulos”, recuerda durante una entrevista con la web de Informativos Telecinco.
Desde entonces comenzó con un tratamiento de reemplazo hormonal para aliviar los síntomas de la menopausia precoz y protegerse de la osteoporosis. Aunque la menstruación volvió aparecer por la medicación, esta vez más molesta, no implicaba que pudiera ser fértil.
A lo largo de los años, se sometió a dos tratamientos de fertilidad que, a pesar del coste emocional y económico, no dieron resultado. Anabel se encontraba frustrada y muy triste, pasando por una depresión. “Sentía que mi cuerpo me fallaba, cada negativo era muy descorazonador”, confiesa. Mientras, veía cómo a su alrededor formaban familias, lo que solo aumentaba su dolor.
El motivo de sus problemas de fertilidad no se revelaría hasta años después, cuando su padre fue diagnosticado con el Síndrome de X frágil. Anabel y sus dos hermanas habían heredaron el gen que, en un 20% de las mujeres portadoras, provoca insuficiencia ovárica primaria y menopausia precoz. Exactamente lo que le sucedía a ella.
A pesar de todo, su deseo de ser madre no desapareció. A los 28 años, Anabel y su pareja decidieron iniciar el proceso de adopción. Después de cinco largos años de trámites y esperas, viajaron a China, donde finalmente se cumplió su sueño. “Me convertí en madre”, recuerda emocionada.
Unos años después, en una revisión ginecológica, le propusieron de nuevo probar con la donación de óvulos, y formar parte de un nuevo proyecto que se acababa de poner en marcha. Ya habían pasado más de diez años desde que lo intentaron, y esta vez lo consiguieron a la primera. "Pude quedarme embarazada de mi hijo. Fue una experiencia especial y muy bonita", comenta.
Ahora, a sus 49 años, Anabel se siente en paz con su cuerpo y su historia. Tras más de dos décadas, ha dejado el tratamiento hormonal y está afrontando “la menopausia que me toca por edad”. Aunque los síntomas han vuelto, ahora los maneja con tratamientos naturales y pilates.
“Ha sido un camino largo y difícil, pero lo conseguimos”, afirma. Su mensaje para otras mujeres es claro: “Luchen por lo que realmente desean. Todo tiene solución, solo hay que encontrar el camino. Se puede ser feliz”.
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