Patricia convive con una bolsa adherida a su abdomen para hacer sus necesidades: "Es lo que me permite vivir"

Patricia Veiga es una de las 70.000 personas ostomizadas en nuestro país. Desde hace 5 años vive con una bolsa adherida a su cuerpo, concretamente a su abdomen, para poder eliminar sus excrementos.

Todo comenzó a los 9 años, cuando Patricia empezó a experimentar dolores de barriga que afectaron a su alimentación. Tras varias pruebas, llegó el diagnóstico de la enfermedad de Crohn, una patología inflamatoria crónica que afecta principalmente a los intestinos, causando diarrea, dolor abdominal y pérdida de peso.

Con tan solo 15 años, se sometió a su primera cirugía, de las seis en total que le esperaban por delante a lo largo de su vida. Le extirpación diferentes trozos dañados del intestino delgado y durante los años siguientes vivió "sin enterarse de la enfermedad".

Fue a sus 21 años cuando la enfermedad vuelve a despertarse y a raíz de varios síntomas descubren una perforación intestinal (peritonitis). Le tuvieron que intervenir de urgencia, perdió el intestino grueso y recibió una ileostomía temporal. Se basa en una abertura en el vientre por la que le extraen el intestino delgado al exterior, reubicándolo a una bolsa en la que se acumulan las haces.

Incontinencia fecal

Tras dos años y ocho meses con la bolsa, se la retiraron. A partir de aquí, la estabilidad que hasta ahora tenía, se fugó con ella. "Pasé 10 años con una muy mala calidad de vida, iba de 20 a 30 veces al baño al día por la incontinencia fecal que me provoca no tener intestino grueso y que parte del delegado esté extirpado. No dormía por las noches de las veces que me levantaba al baño", relata durante una entrevista a la web de Informativos Telecinco.

A pesar de todo, se adaptó a vivir así durante muchos años, continuó con su vida y completó su formación como enfermera. El punto de inflexión llegó durante un viaje a la India, donde el agotamiento físico la obligó a replantearse su situación. “No podía más”, confiesa Patricia.

Una segunda oportunidad

Fue entonces cuando decidió pedir una segunda ostomía, esta vez de por vida. La cirugía mejoró radicalmente su calidad de vida: por fin podía volver a dormir y el estrés de necesitar ir urgentemente al baño se había esfumado. Sin embargo, esto no fue todo. Tras una nueva intervención desarrolló el síndrome del intestino corto, una afección en la que el organismo no puede absorber suficientes nutrientes de los alimentos porque una parte del intestino delgado falta o está dañada.

Su peso cayó a 30 kilos debido a la falta de nutrientes, y Patricia tuvo que aceptar recibir nutrición parenteral a diario administrada por un catéter que lleva en el brazo. Aunque al principio le costó asimilar esta nueva dependencia, hoy en día lo ha integrado en su rutina diaria. “Ahora agradezco a mi catéter, que me permite seguir adelante”, reflexiona Patricia.

Desde hace cinco años, lleva siempre consigo la bolsa de ostomía bajo la ropa. Ahora solo debe preocuparse de vaciarla cuando nota que está llena. Además, si sabe que pasará mucho tiempo fuera de casa, se asegura de llevar su maletín con los sueros a los que se conecta cuando siente que los necesita. De hecho, durante esta misma entrevista los está recibiendo.

Mostrar al mundo la realidad de miles de personas

La experiencia de Patricia también la ha llevado a convertirse en una voz visible para otras personas ostomizadas. Desde 2020, comparte su día a día en redes sociales a través su perfil @Ostobag, inspirando a otros a aceptar su realidad. “Siempre hay algo positivo dentro de lo negativo”, es una de las frases que suele repetir. Gracias a su historia, muchas personas le escriben mensajes en los que le agradecen su ayuda para sobrellevar mejor sus propios procesos.

Además, el pasado 3 de octubre ha presentado el documentalOstobag: Ser y Vivir Ostomizada”, en el que muestra su historia. El proyecto que comenzó hace dos años con su amiga y productora Alba Benlloch, tiene el objetivo de visibilizar la ostomía y demostrar que se puede seguir adelante. Patricia está convencida de que llevar la bolsa no debe ser motivo de vergüenza y que, aunque pueda parecer al principio algo negativo, en realidad es una segunda oportunidad para vivir.

A sus 39 años, va a la playa y no duda en ponerse un bikini, disfrutando de la vida sin importar lo que piensen los demás. Con su ejemplo, continúa luchando por normalizar la ostomía en la sociedad, desde pedir más baños habilitados hasta desafiar los prejuicios sobre las personas que llevan una bolsa. “La ostomía es algo que no se ve si no te quitas la ropa”, explica Patricia, quien ha aprendido a mirar más allá de los estigmas. “Hay que dar gracias. Es lo que me permite vivir”, concluye.

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