Muchos bulos circulan asegurando que existen alimentos que previenen la demencia y otras enfermedades neurológicas. Un estudio realizado por neurólogos de Estados Unidos, lo descarta absolutamente, pero sí han comprobado que una dieta específica, a la que han llamado MIND, puede ralentizar el deterioro cognitivo.
La dieta MIND es una combinación de las dietas mediterránea, que incluye verduras de hoja verde, como espinaca, col rizada y berza, además de otras verduras.
El estudio publicado en 'Neurology' destaca los beneficios de una alimentación basada en cereales integrales, aceite de oliva, aves, pescado, legumbres y frutos secos. Además, subraya la importancia de consumir las bayas sobre otras frutas y una o más raciones de pescado a la semana.
"Dado que el número de personas con demencia aumenta con el envejecimiento de la población, es fundamental encontrar cambios que podamos hacer para retrasar o ralentizar el desarrollo de los problemas cognitivos", ha explicado el autor del estudio, el doctor Russell P. Sawyer, de la Universidad de Cincinnati en Ohio (Estados Unidos) y miembro de la Academia Estadounidense de Neurología. "Estábamos especialmente interesados en comprobar si la dieta afecta el riesgo de deterioro cognitivo en los participantes del estudio, tanto en personas negras como blancas".
En el estudio participaron 14.145 personas con una edad media de 64 años. El 70% de los participantes eran blancos y el 30%, negros, a los que se les hizo un seguimiento durante una media de 10 años.
Los participantes completaron un cuestionario sobre su dieta durante el año anterior. Los investigadores analizaron en qué medida los alimentos que consumían coincidían con la dieta MIND.
Se otorgaba un punto por cada uno de los siguientes alimentos: tres o más raciones diarias de cereales integrales; seis o más raciones semanales de verduras de hoja verde; una o más raciones diarias de otras verduras; dos o más raciones semanales de bayas; una o más raciones semanales de pescado; dos o más raciones semanales de aves de corral; tres raciones semanales de legumbres; cinco raciones diarias de frutos secos; cuatro o menos raciones semanales de carne roja; una o menos raciones semanales de comida rápida o frita; una o más raciones semanales de aceite de oliva; y una o menos cucharadas de mantequilla o margarina al día; cinco o menos raciones semanales de bollería y dulces; y un vaso de vino al día. El total de puntos posibles era 12.
Los investigadores dividieron a los participantes en tres grupos: el grupo de dieta baja obtuvo una puntuación media de cinco, el grupo de dieta media obtuvo una puntuación media de siete y el grupo de dieta alta obtuvo una puntuación media de nueve. Las habilidades de pensamiento y memoria se midieron al principio y al final del estudio.
Durante el estudio, se diagnosticó deterioro cognitivo en 532 personas, o el 12% de 4.456 personas del grupo de dieta baja; en 617 personas, o el 11% de 5.602 personas del grupo de dieta media; y en 402 personas, o el 10% de las 4.086 personas del grupo de dieta alta.
Después de ajustar factores como la edad, la tensión arterial alta y la diabetes, los investigadores encontraron que las personas en el grupo alto tenían un riesgo 4% menor de deterioro cognitivo en comparación con las del grupo bajo.
Al analizar a los participantes masculinos y femeninos, los investigadores encontraron una disminución del 6% en el riesgo de deterioro cognitivo para las participantes femeninas que siguieron la dieta más de cerca, pero ningún riesgo menor para los participantes masculinos.
Los investigadores también analizaron la rapidez con la que las habilidades de pensamiento de las personas se deterioraban a medida que desarrollaban problemas.
Descubrieron que las personas que seguían más de cerca la dieta MIND sufrían un deterioro más lento que las que no la seguían, y esa asociación era más fuerte en los participantes negros que en los blancos.
"Estos hallazgos justifican más estudios, especialmente para examinar estos diferentes impactos entre hombres y mujeres y personas blancas y negras, pero es emocionante considerar que las personas podrían hacer algunos cambios simples en su dieta y potencialmente reducir o retrasar su riesgo de problemas cognitivos", matiza Sawyer.
Una limitación del estudio fue que sólo incluyó personas blancas y negras mayores, por lo que los resultados pueden no ser los mismos para otras poblaciones.
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