Los neurólogos españoles están decepcionados. La última decisión de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) de no autorizar los últimos fármacos contra el alzhéimer en fase temprana priva a los pacientes de un tratamiento de "eficacia demostrada, modesta si se quiere, pero robusta", asegura en una entrevista a EFE con motivo del Día Mundial del Alzhéimer, el neurólogo Juan Fortea quien confía en que la EMA revierta esta decisión que no solo ayudaría al 10-15 % de enfermos con alzhéimer, también serviría de catalizador para cambiar el sistema.
"En España no hemos hecho los deberes y en muchos sitios no hay neuropsicólogos ni biomarcadores que corroboren la presencia de la proteína amiloide que se acumula en el cerebro de los pacientes con alzhéimer. No podemos quedar atrás en el desarrollo de fármacos", señala Fortea, que es neurólogo en el hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y ha sido galardonado por la Sociedad Española de Neurología (SEN) por su investigación en esta enfermedad.
Afirma que estos fármacos ya se prescriben en Estados Unidos, Reino Unido, Japón, China, Israel, Corea y Emiratos Árabes, por lo que el hecho de que la EMA se sitúe en contra "deja atrás a los pacientes europeos". "Es una decisión que no comparto ni termino de entender", insiste este experto, que puntualiza que se trata de una opinión "ampliamente compartida por sus colegas". Además, el beneficio del fármaco se extendería más allá de aquellos que lo fueran a recibir ya que permitiría hacer diagnósticos más tempranos a los pacientes, explica.
Recientemente, el comité asesor de la EMA recomendó que el fármaco 'lecanemab' no se aprobase en la Unión Europa por considerar que el balance riesgo-beneficio es "desfavorable", a diferencia de los comités asesores de otras agencias reguladoras que apuestan por la seguridad de estos tratamientos, excluyendo a los pacientes con riesgo de complicación.
Fortea subraya que hay que ajustar las expectativas porque no se trata de fármacos que curen ni que puedan usar la mayoría de pacientes, pero es la "primera vez de la historia de la humanidad" en la que se modifica el curso de la enfermedad de una manera "clara e incontestable, cumpliendo los criterios de eficacia".
Eso hace que la enfermedad se ralentice en un 27 % con lecanemab y un 35 % con donanemab (aprobado en Estados Unidos, pero no evaluado en Europa).
La coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Raquel Sánchez, coincide con su colega en la necesidad de estos anti-amiloides, que eliminan la proteína que se acumula en el cerebro de los pacientes con alzhéimer.
Sánchez comparte su sorpresa ante la discrepancia de riesgo-beneficio entre agencias y muestra su "preocupación" por el hecho de que no se haya aprobado en Europa.
"La no aprobación por parte de la EMA deja a los pacientes de la UE sin posibilidad de recibirlos, y coloca a los centros europeos a la cola en la innovación y la investigación", señala.
A diferencia que los fármacos actuales, que solo palían algunos síntomas como la memoria o la atención, los nuevos actúan sobre el proceso e intentan eliminar la placa amiloide.
Los nuevos tratamientos empiezan a tener efectos según se elimina el amiloide (de 6 a 18 meses) y reducen un tercio la progresión de la enfermedad.
Sánchez admite que a todos les gustaría tener datos a cinco o seis años, "pero si no se administra este fármaco no se puede saber que pasa".
Eduardo es el cuidador único de su mujer (Luz Divina, 65 años) con diagnóstico de demencia frontotemporal compatible con el alzhéimer desde los 55.
En 2014, Ludi, profesora en un colegio público de Guardo (Palencia), tuvo una desorientación temporal y espacial mientras iba conduciendo su coche. A partir de ahí, un sinfín de pruebas confirmaron un problema neuronal que llevó a su marido a "empezar a aprender a vivir con el alzhéimer".
Eduardo tiene claro que el alzhéimer es una "enfermedad familiar" que afecta "tanto al cerebro de paciente como al de los familiares que le acompañan".
En el caso de Ludi el problema frontotemporal lleva asociado un trastorno de la personalidad que trata desde psiquiatría con fármacos. El deterioro de Ludi ha sido muy rápido y en una escala del uno al siete, donde el uno es lo más leve, esta mujer ha escalado al máximo en apenas tres años.
"Ludi sale de casa con los labios pintados, los pendientes a juego y una sonrisa en la cara". Eduardo está convencido de que, aunque no le reconoce, "emocionalmente es muy consciente de lo que recibe".
Pero Eduardo lo que echa de menos en esta enfermedad es la falta de información desde el ámbito sanitario. Y es que, dice, "recursos hay, pero no se informa".
Eduardo explica que hay asociaciones privadas de familiares de pacientes con alzhéimer y centros donde se puede hacer terapia no farmacológica, pero todo esto no está financiado: "La sanidad pública no cubre nada, solo la pastilla y el tratamiento psiquiátrico si consideran que hay que dar calmantes o modificadores de conducta".
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