Millones de mujeres se quedan embarazadas y dan a luz cada año. A pesar de ello, poco se conoce acerca del impacto neuronal que supone traer una nueva vida al mundo.
En ello se basa un nuevo estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, en el que un grupo de científicas de la Universidad de California siguió el embarazo de una mujer sana de 38 años, Elizabeth Chrastil, quien también firma el artículo y es investigadora de la Universidad de California en Irvine (EE UU). "Nuestro objetivo era llenar el vacío y comprender los cambios neurobiológicos que se producen durante el embarazo", explican.
Esta investigación ha analizado los cambios de Chrastil desde tres semanas antes de la concepción hasta dos años después del parto y arroja datos sobre la neuroplasticidad.
Se realizaron un total de 26 resonancias magnéticas (RM): 4 exploraciones durante las 3 semanas antes de la concepción; 15 exploraciones a lo largo de los tres trimestres de embarazo, y otras siete durante los dos años siguientes al parto.
Los resultados revelan cambios en la materia gris, de la que se produce una reducción generalizada. Al igual que en el volumen y el grosor de la corteza cerebral desde la novena semana del embarazo, en particular en áreas asociadas con el procesado de información (red neuronal por defecto). Aunque esto pueda parecer algo negativo, las científicas aclaran que no lo es, ya que se trata de una adaptación. Esto también sucede durante la adolescencia.
También observaron aumentos en la microestructura de la sustancia blanca, el volumen ventricular y el líquido cefalorraquídeo, asociados al aumento de los niveles hormonales de estradiol y progesterona. Estos cambios, según muestra el estudio, no persistieron después del parto, a diferencia de los que ocurren en la cortera, que se mantuvieron al menos hasta dos años después del nacimiento.
"El cerebro materno experimenta un cambio coreografiado a lo largo de la gestación, y por fin podemos ver cómo se desarrolla", afirma Emily Jacobs, investigadora de la Universidad de California en Santa Bárbara y coautora del estudio. Estas modificaciones muestran que el cerebro adulto es capaz de padecer durante un largo periodo de tiempo neuroplasticidad, para mejorar las adaptaciones conductuales vinculadas a la crianza.
Este artículo forma parte del trabajo de un consorcio internacional que pretende desentrañar los misterios del cerebro de la mujer embarazada. En este participa también Susana Carmona, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, quien ha puntualizado, en declaraciones a SMC España que “el camino a seguir ahora es evaluar este fenómeno en un mayor número de sujetos para poder ver qué relación tienen estos cambios con factores que muestran una alta variabilidad entre sujetos: tipo de parto, lactancia, síntomas de depresión, estatus socioeconómico, baja de maternidad…”.
“Sin duda, este y otros estudios centrados en caracterizar los cambios cerebrales en embarazadas nos pueden ayudar a comprender, predecir, y prevenir patología mental posparto, entre otros fenómenos. Pero aún estamos lejos de realizar recomendaciones específicas”, finaliza.
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