Una sepsis marcó la infancia de Sonia: de una simple fiebre a diez años de secuelas

A sus siete años, la vida de Sonia Giménez cambió de golpe. Todo empezó con síntomas comunes: fiebre, tos seca, malestar general, dolores musculares y debilitamiento. Eran la voz de alarma del huracán que se le venía. Pero quién lo iba a esperar. De su primera visita al pediatra salió con un diagnóstico de gastroenteritis. Al día siguiente, su estado empeoró. Sus labios se pusieron morados, su cuerpo frío y pálido -ella, por dentro, sentía que ardía-. Y esto hizo ver a sus padres que de común tenía poco.

Desde esa tarde, a Sonia y su familia les esperaban 72 días de estragos y miedos entre paredes blancas. Una neumonía no detectada ni tratada a tiempo provocó un shock séptico: una reacción extrema del sistema inmunitario ante una infección que provoca un descenso peligroso de la presión arterial y lesiones a sus propios tejidos y órganos vitales.

Sobrevivir a una sepsis

"A mis padres le dijeron que seguramente no sobreviviría", relata durante una entrevista a la web de Informativos Telecinco con motivo del Día Mundial de la Sepsis. Y es que hasta el 50% de los pacientes que la sufren fallece. En total, según anuncia el Servicio Gallego de Salud en su página web, se estima que en España mueren cada año 17.000 personas por sepsis: más que por cáncer de mama, colon o páncreas y 14 veces más que las que fallecen por accidentes de tráfico.

Pese a los datos y la gravedad de Sonia, su pequeño cuerpo -que hasta ahora le había permitido vivir una vida sana y completa- sobrevivió y soportó en apenas dos meses seis infartos y ocho operaciones del pulmón derecho. "Recuerdo perfectamente las despedidas con mis padres para entrar a quirófano", señala. "Tan solo tenía siete años, pero era muy consciente de todo lo que me estaba pasando".

Además, sufrió una trombosis en su pierna derecha que le dejó en silla de ruedas durante tres meses y secuelas hasta el día de hoy, diez años después.

El proceso de recuperación tras una sepsis grave

A la salida del hospital, dos meses y medio después, llevaba una mochila con grandes propósitos: recuperar movilidad en su pierna. "Antes de salir del hospital los médicos creían que no iba a ser capaz ni de apoyar la pierna", recuerda.

Sonia tenía una nueva situación que asumir. Volvió a su clase de segundo de primaria, donde recuerda las miradas impactantes de sus compañeros de clase. "Había salido el último día sana y volvía en silla de ruedas". Este curso lo vivió dos veces, de lo que se alegra: "Eso me permitió poder ir al día".

A pesar de las bajas esperanzas sobre el futuro de su pierna que le transmitieron al principio, nada le hizo bajar la guardia. Con mucho trabajo de rehabilitación, una férula durante siete años y el apoyo y amor de su familia, Sonia pudo volver a andar y vivir la adolescencia que le pertenecía.

Un camino de perseverancia y madurez

"Es horrible pasar por una sepsis, pero que me ha hecho más fuerte. He aceptado que es lo que tengo, valoro más la vida, y no le doy importancia a los pequeños problemas", expresa. Esta vivencia, sin duda, ha marcado la vida de Sonia, que a su corta edad tuvo que aprender a ver la vida con mucha más madurez.

Ahora, a sus 17 años, se encuentra recuperándose de una operación para alargar la tibia de la pierna en la que sufrió la trombosis, que creció cinco centímetros menos que la otra.

Además, su vivencia no ha sido en vano, y ahora forma parte de la Asociación STOP Sepsis, a través de la cual visibiliza esta afectación que puede darse en cualquier individuo y es una gran desconocida para muchos. "Si notas algún síntoma, es muy importante que acudas al hospital para que las secuelas sean menores", aconseja.

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