Hacer café requiere tiempo y en ocasiones cierto esfuerzo, así que a veces optamos por preparar una cafetera grande de modo que nos sobre para todo el día o incluso para varios días. No es la mejor idea. En cualquier caso, si vamos a hacerlo, debemos tener en cuenta una serie de consideraciones.
Se pueden producir diferentes fenómenos de deterioro en el café, que serán más o menos acusados según varios aspectos, como el tipo de café, la temperatura ambiental, etc. Los principales cambios tienen que ver con el sabor y el aroma, la composición nutricional y la inocuidad.
A medida que pasa el tiempo se producen transformaciones físico-químicas que cambian la composición del café, sobre todo si lo mantenemos a temperatura ambiente.
Para empezar, se pierden compuestos volátiles, que son responsables del aroma y del sabor. Así que el café que lleva mucho tiempo preparado tiene un sabor y un aroma más planos y menos complejos.
También se va perdiendo agua por evaporación, así que el café se concentra, adquiriendo un sabor más fuerte.
Otro de los fenómenos que se tiene lugar es el deterioro de algunos de sus compuestos por oxidación, debido a la exposición al aire. Esto se ve agravado si además dejamos ese café expuesto a la luz. Como consecuencia se producen compuestos indeseables que aportan sabores y aromas desagradables, con notas rancias y amargas.
El café recién hecho está compuesto principalmente por agua, pero además contiene pequeñas cantidades de otros compuestos, como cafeína, proteínas, grasas, azúcares, minerales, etc. Eso significa que contiene agua y nutrientes, así que es un medio en el que pueden desarrollarse microorganismos tales como bacterias y hongos, sobre todo si lo dejamos durante mucho tiempo a temperatura ambiente. De hecho, si solemos hacer esto, probablemente lo hayamos observado alguna vez, ya que el desarrollo de mohos se puede apreciar fácilmente a simple vista.
Esos microorganismos, además de alterar las características organolépticas de la bebida (el sabor, el aroma, el aspecto, etc.), pueden suponer un riesgo para la salud.
Otro de los aspectos negativos que conviene tener en cuenta cuando hablamos de café que lleva varios días hecho es el deterioro que se produce en su composición nutricional. Uno de los cambios más importantes es la pérdida de antioxidantes, debido a los fenómenos de oxidación que comentamos anteriormente.
Como podemos imaginar, lo ideal es preparar la cantidad de café que vayamos a consumir en ese momento para poder tomarlo recién hecho y evitar que nos sobre.
Sin embargo, no siempre podemos o queremos hacerlo. Por ejemplo, implica un mayor gasto energético. Además, no siempre disponemos de tiempo suficiente, sobre todo si hablamos de cafeteras que requieren limpieza o montaje después de cada uso, o si tenemos que realizar otras tareas adicionales, como moler el café.
En estos casos, si preparamos café para varias tomas a lo largo del día, o bien, para varios días, debemos tener en cuenta algunas precauciones.
Para empezar, debemos procurar guardarlo en un envase hermético. Así podremos minimizar en cierto modo su deterioro. Por una parte, reduciremos la pérdida de compuestos volátiles y la evaporación de agua. Además, al estar menos expuesto al aire también reduciremos el deterioro debido a las oxidaciones, para lo cual también es importante mantenerlo alejado de la luz.
También es recomendable mantenerlo a temperaturas de refrigeración. Así, además de minimizar todos estos cambios que acabamos de comentar, dificultaremos el desarrollo de microorganismos como bacterias y hongos.
En definitiva, lo recomendable sería guardarlo en un envase hermético y almacenarlo en el frigorífico. Eso sí, de este modo no evitamos su deterioro, solo haremos que se produzca de forma más lenta. Por eso debemos procurar consumirlo antes de tres días. Si transcurrido ese tiempo no lo hemos consumido aún, será mejor desecharlo.
Si en lugar de seguir las recomendaciones anteriores dejamos el café en la cafetera, a temperatura ambiente, el deterioro se producirá de forma mucho más rápida, sobre todo si la temperatura es elevada y está expuesto a la luz. En estos casos deberíamos procurar consumir el café cuanto antes y siempre antes de doce horas. Si transcurrido ese tiempo no lo hemos hecho, sería mejor desecharlo.
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