El ictus es la interrupción de la circulación de sangre que llega al cerebro, debido a que un vaso sanguíneo se ha roto o ha quedado taponado, lo que altera la función de una determinada región del cerebro.
Tras sufrir un ictus varios estudios coinciden en que existe una clara reducción en la esperanza y calidad de vida, por las secuelas asociadas en muchos de los casos. De hecho, en el 2023 fallecieron 23.173 personas en España por causas cerebrovasculares.
Para que esta reducción de la esperanza de vida no se acelere tanto, es fundamental trabajar en cuidados como la rehabilitación. Entre ellos, los ejercicios de movilidad y aeróbicos tienen una papel fundamental.
Ahora, una nueva investigación publicada en 'Stroke', indica que las sesiones de entrenamiento cortas, pero intensas (intervalos con un total 19 minutos), pueden ser más eficaces que las sesiones tradicionales de intensidad moderada de 20 a 30 minutos.
"Este estudio demuestra que las personas que han sufrido un ictus también pueden beneficiarse del entrenamiento en intervalos de alta intensidad", subraya el fisioterapeuta que dirigió este estudio como parte de sus estudios de doctorado en la Universidad McMaster en Hamilton (Canadá), Kevin Moncion.
"Con el apoyo y la orientación adecuados, los supervivientes de un ictus pueden realizar de forma segura y eficaz un entrenamiento en intervalos de alta intensidad, lo que mejora significativamente su salud general y su recuperación", añade.
Para el estudio se contó con 82 sobrevivientes de un accidente cerebrovascular con una discapacidad leve, entre seis meses y cinco años después de sufrirlo, desde septiembre de 2018 a marzo de 2024.
La mitad del grupo de voluntarios recibieron tres días a la semana durante tres meses entrenamiento en intervalos de alta intensidad durante 19 minutos (con nueve intervalos de 1 minuto de baja intensidad) y la otra mitad durante el mismo tiempo lo realizó moderado durante unos 20 a 30 minutos.
Tras los tres meses, los investigadores compararon los niveles de aptitud física, los factores de riesgo cardiovascular como la presión arterial y la rigidez de los vasos sanguíneos, la velocidad de la marcha y las distancias recorridas entre los dos grupos. Todas las evaluaciones se repitieron una última vez 8 semanas después para comprobar si los cambios se mantenían en el tiempo.
En el grupo que realizó ejercicio de alta intensidad los niveles de aptitud cardiorrespiratoria (tasa de oxígeno consumido en el ejercicio máximo) mejoraron el doble que los del grupo de entrenamiento continuo de intensidad moderada.
La mejoría en el grupo de entrenamiento en intervalos de alta intensidad se mantuvo por encima de los umbrales clínicamente importantes incluso en el seguimiento de 8 semanas. Sin embargo, el grupo de entrenamiento continuo de intensidad moderada no lo hizo.
Entre las limitaciones, el ejercicio para el ensayo se detuvieron durante dos años por los confinamientos por COVID-19, lo que aumentó la tasa de participantes que abandonaron el estudio y potencialmente limitó el poder estadístico del análisis.
"Los profesionales de rehabilitación de pacientes con ictus ahora cuentan con evidencia que respalda la implementación de protocolos de entrenamiento en intervalos cortos y de alta intensidad en la práctica clínica", concluye Tang.
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