Con el verano, las temperaturas extremadamente altas están presentes en muchas partes del mundo. Esta situación representa un riesgo significativo para la salud cardiovascular, ya que el calor excesivo puede aumentar la presión arterial y provocar deshidratación, lo que supone un estrés adicional en el corazón.
Ante esta realidad, la Asociación Americana del Corazón ha emitido una advertencia subrayando la importancia de tomar precauciones adicionales para mantenerse a salvo y proteger la salud del corazón durante los meses más cálidos.
Según la Fundación Española del Corazón (FEC), 520 millones de personas conviven con enfermedades cardiovasculares en el mundo y se calcula que el 42% de los españoles padece más de un factor de riesgo cardiovascular. Estos factores se agravan durante los meses más calurosos, lo que hace esencial adoptar medidas preventivas.
Tal y como señalan desde la FEC, entre el 80 y el 90% de los infartos se asocian a factores de riesgo clásicos conocidos y modificables, lo que significa que se podrían prevenir si se evitara caer en el sedentarismo, el tabaco y una mala alimentación.
El calor excesivo y la deshidratación obligan al corazón a trabajar más, sometiéndolo a un estrés significativo. Estudios recientes han mostrado que la exposición a altas temperaturas puede aumentar la inflamación y afectar las funciones del sistema inmunológico, lo que incrementa la susceptibilidad a infecciones y acelera la progresión de enfermedades cardiovasculares.
Por eso, es primordial ser conscientes de que, gracias al ejercicio y un patrón de vida saludable, como es la dieta mediterránea, históricamente asociada con una alta esperanza de vida y bajas tasas de enfermedades cardiovasculares, podemos mejorar la calidad de vida.
Corregir malos hábitos y fomentar un estilo de vida saludable es una prioridad fundamental para cuidar la salud cardiovascular. Un ejemplo de un estilo de vida saludable es la dieta mediterránea, históricamente asociada con una alta esperanza de vida y bajas tasas de enfermedades cardiovasculares.
De hecho, la pirámide alimentaria de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria refleja que la Dieta Mediterránea se caracteriza por el alto consumo de alimentos frescos y bajo consumo de grasas animales.
Para proteger la salud cardiovascular durante el verano, Lina Badimon, directora del Programa ICCC Cardiovascular del IR-Hospital de Sant Pau de Barcelona, recomienda mantener hábitos saludables, como seguir la dieta mediterránea y realizar ejercicio moderado fuera de las horas de máxima intensidad solar.
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