La participación de la boxeadora argelina Imane Khelif en los Juegos Olímpicos de París 2024 ha encendido un debate sobre las normativas de género en el deporte.
Khelif, quien previamente fue descalificada del Mundial femenino de 2023 en Nueva Delhi por niveles elevados de testosterona, sí fue autorizada a competir en los Juegos Olímpicos de París 2024.
La polémica se ha desatado cuando su contrincante, la boxeadora italiana Angela Carini, abandonó el combate contra Khelif, después de solo 46 segundos, porque los golpes eran demasiado fuertes.
Khelif nació mujer y siempre se ha identificado como tal, pero posee cromosomas XY como los hombres (las mujeres nacen XX) y alta testosterona, el conocido como 'hiperandrogenismo'.
La razón deportiva para permitirle competir en la categoría femenina es que la boxeadora está disminuyendo los niveles de esta hormona en su cuerpo mediante el uso de fármacos.
Sin embargo, según Carole Hooven, profesora de Biología Evolutiva Humana en la Universidad de Harvard y doctorada en diferencias sexuales y la testosterona, simplemente con eso no basta.
La bióloga explica que quienes presentan esta condición, aunque reduzcan sus niveles de testosterona en la edad adulta, ya han experimentado beneficios físicos durante pubertad por este aumento, que son irreversibles y por lo tanto, "tienen ventajas sobre las mujeres con cromosoma XX".
"Las deportistas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD) deben ser comprendidas y recibir la atención que requieren. Pero no deben competir en categorías femeninas porque plantean problemáticas de equidad y seguridad", indica a través de un post en la red social X (antes Twitter).
"Pueden ser legalmente mujeres y pueden vivir e identificarse como mujeres; pero son hombres", subraya Hooven.
La bióloga, escritora también del libro "T: La historia de la testosterona" expresa que "estas personas suelen nacer con genitales de apariencia femenina, lo que puede llevar a ser sexuados como femeninos".
Normalmente esto es ocasionado por una deficiencia de 5-alfa-reductasa (5-ARD). Una mutación que afecta la enzima responsable de convertir la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), que es crucial para el desarrollo de los genitales masculinos (pene y escroto) y la próstata. Sin embargo, "sin DHT se desarrollan genitales externos típicos femeninos".
"Quienes toman las decisiones saben que los atletas con 5R2D son hombres y se benefician de los efectos de la pubertad masculina", prosigue Hooven.
"Son hombres que piden competir en una categoría femenina. Pero lo más importante es que la evidencia científica apunta a que la reducción en la edad adulta de los niveles de testosterona no deshace los beneficios obtenidos en la adolescencia masculina", añade, apoyándose en un estudio publicado en JAMA que concluyó que la deficiencia de DHT no interfiere con los efectos anabolizantes de la testosterona.
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