Tomar el sol es uno de los deportes del verano. Algunas personas lo hacen simplemente para relajarse. Pero otras lo hacen también para ponerse morenas. Para ello echan mano además de diferentes alimentos, como batidos de zanahorias, zumos de tomate o incluso suplementos de betacaroteno, que tienen fama de potenciar el bronceado. Pero, ¿realmente funcionan?

Es curioso cómo cambian las modas. Hasta bien entrado el siglo diecinueve, la piel pálida era un signo de estatus y riqueza, asociado a personas de la nobleza y la aristocracia, que eran quienes podían permitirse el lujo de no exponerse al sol en verano. Mientras que con la piel morena ocurría lo contrario: se asociaba con campesinos y gente humilde, que eran quienes tenían que trabajar al aire libre, a pleno sol, para ganarse la vida.

Curiosamente hoy lucir un buen bronceado nos parece algo atractivo y que además se asocia con el privilegio de poder pasar un tiempo de ocio al sol. Mientras que con la piel pálida sucede lo contrario: a muchas personas les resulta poco atractivo y en cierto modo se asocia con la falta de tiempo de ocio.

La cuestión es que uno de los objetivos que persiguen muchas personas durante el verano es poder lucir un buen bronceado. Por eso pasan unas cuantas horas tendidas bajo el sol y aumentan el consumo de alimentos que supuestamente sirven para ponerse moreno, como las zanahorias, el pimiento o incluso los complementos alimenticios.

En estos casos es necesario conocer algunas cuestiones importantes y matizar alguna otra.

Obviamente exponernos al sol sí puede hacer que nos pongamos morenos. Esto sucede porque la exposición solar activa la producción de melanina, que es el pigmento responsable de ese color característico de la piel morena. Aunque eso depende sobre todo de nuestro tipo de piel. Si es clara, se quemará con facilidad y difícilmente se pondrá morena. Pero si nuestra piel es oscura, se bronceará rápidamente porque la producción de melanina es mayor.

La melanina cumple la función de protegernos frente a los daños de la radiación solar. Por eso las personas morenas se queman menos que las blancas. Ahora bien, no es suficiente para evitar los daños que el sol puede provocar en nuestra piel, así que es imprescindible utilizar protección solar cuando nos exponemos al sol. Algo que, por cierto, no impide el bronceado.

Los alimentos que tienen fama de potenciar el bronceado son los que contienen carotenoides, y sobre todo los que contienen betacaroteno, como zanahorias, pimiento rojo o albaricoques, por poner algunos ejemplos.

El betacaroteno es un compuesto que cumple importantes funciones en nuestro organismo. Es precursor de vitamina A y tiene efectos antioxidantes, de modo que ayuda a mantener la salud de la piel.

Ahora bien, el betacaroteno es un pigmento de color anaranjado-rojizo, que no interviene en la producción de melanina. Es decir, comer pimientos o zanahorias no va a hacer que nuestra piel se ponga morena. Aunque sí puede aportar tonos dorados o anaranjados que pueden resultarnos atractivos.

Eso sí, si nos excedemos con el consumo de betacaroteno, como puede ocurrir si nos atiborramos de zanahorias o tomamos complementos alimenticios, puede ocurrir que nuestra piel adquiera un color amarillo o anaranjado, especialmente en las plantas de los pies y las palmas de las manos. Esto, que se conoce como carotenemia, es inofensivo y se puede revertir simplemente reduciendo el consumo de betacaroteno. 

En definitiva, lo más efectivo para ponerse moreno es exponerse al sol. Hacerlo durante un tiempo limitado es además beneficioso porque ayuda a la síntesis de vitamina D. Pero no hay que olvidar que la exposición solar también puede causar serios daños, así que es importante no exponerse durante tiempo prolongado, utilizar protector solar y evitar las horas centrales del día. Alimentos como las zanahorias pueden aportarnos tonos dorados o anaranjados, pero por sí solos no nos ponen morenos. Además, no es necesario tomar suplementos alimenticios.

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