Guardar una olla con comida en el frigorífico es una práctica relativamente común, sin embargo lo que quizás no sabías es que conlleva varios riesgos a tener en cuenta para tu salud. Para que estés prevenido y puedas evitar estos peligros potenciales si tienes la costumbre de guardar la olla en el frigorífico, te contamos todo lo que necesitas saber sobre el tema… Y además te damos alternativas si quieres almacenar alimentos cocinados de manera segura.
Las ollas están hechas habitualmente de materiales como el aluminio o el acero inoxidable. Cuando se almacenan alimentos en estas ollas dentro del frigorífico, especialmente en aquellas recetas con ingredientes ácidos (como puede ser el caso de la salsa de tomate), puede ocurrir una reacción química que desemboca en la liberación de metales en los alimentos. La exposición prolongada a estos metales puede llegar a causar diversas enfermedades, así como daño al sistema nervioso central, demencia, apatía y temblores severos.
El aluminio, en concreto, es particularmente problemático ya que puede acelerar el proceso de oxidación de los alimentos, reduciendo su vida útil y aumentando el riesgo de intoxicación alimentaria. Este metal pesado se ha asociado con distintas enfermedades neurológicas y cardiovasculares, lo que subraya la importancia de evitar su contacto prolongado con los alimentos.
Otro problema de guardar alimentos en ollas en el frigorífico es la posible alteración del sabor y olor de los alimentos. Las ollas no están diseñadas para ser recipientes de almacenamiento herméticos, lo que significa que los alimentos pueden absorber olores de otros productos que tengamos en el frigorífico, afectando de esta manera a su sabor. Esto es particularmente evidente en alimentos que contienen componentes volátiles que se mezclan fácilmente con otros olores.
El almacenamiento de alimentos en ollas puede facilitar la proliferación de bacterias debido a la falta de un sellado adecuado y a la posible presencia de residuos de alimentos anteriores. La combinación de humedad y temperaturas existentes dentro de un frigorífico puede crear un ambiente propicio para la proliferación bacteriana, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos.
En primer lugar lo mejor es optar por recipientes de vidrio o plástico aptos para alimentos y que cuenten con tapas herméticas. Estos recipientes previenen la contaminación cruzada y mantienen los alimentos frescos por más tiempo.
Otra precaución que debemos tomar es asegurarnos de que los alimentos estén a temperatura ambiente antes de refrigerarlos. Introducir comida todavía caliente en el frigorífico puede elevar la temperatura interna del aparato y poner en peligro la seguridad de otros alimentos almacenados.
Además, hay que tener en cuenta que almacenar grandes cantidades de comida en un solo recipiente puede impedir un enfriamiento uniforme. Dividir los alimentos en porciones más pequeñas y meterlos en recientes aptos facilita un enfriamiento rápido y seguro.
Finalmente, y aunque parezca un consejo obvio, es importante mantener limpio el frigorífico para evitar la acumulación de bacterias y malos olores. Mantén los alimentos crudos y cocidos separados para prevenir también la contaminación cruzada.
Guardar una olla con comida en el frigorífico puede parecer una solución de lo más a mano, pero conlleva riesgos importantes para la salud a corto y largo plazo, debido a la posible contaminación por metales, la alteración del sabor y olor, y la proliferación bacteriana. Para asegurarse de que los alimentos cocinados se mantengan frescos y seguros para el consumo posterior, es mejor usar recipientes herméticos adecuados y seguir prácticas de almacenamiento seguras.