Noemí, la "supermaestra" con TDAH: "Me dijeron que no debía ser profesora con este trastorno"

  • Esta es la historia de Noemí Carrera, una profesora que a sus 36 años ha descubierto que tiene TDAH

  • A través de sus clases de música, esta "supermaestra" se encarga de enseñar a sus alumnos lo positivo de ser diferente

  • El TDAH en adultos: cómo detectarla y hacerle frente

Noemí Carrera desconocía por qué era incapaz de estudiar como el resto de los niños. Asignaturas como Matemáticas, Biología, Física o Química se le hacían un mundo. Era inquieta. Su pie siempre estaba en movimiento. El lápiz daba más vueltas que una peonza cuando pasaba por sus manos. Y durante su etapa escolar, la joven pasaba más tiempo fuera de clase, que dentro, de la cantidad de veces que la echaban.

"Recuerdo llegar a casa, que mis padres me preguntaran '¿qué has aprendido hoy?' y yo decirles la página del libro porque no me había enterado de nada", rememora Noemí. Le costaba concentrase. De hecho, solo conseguía hacerlo cuando escuchaba música. Sin embargo, a pesar de la falta de apoyo de sus profesores, que siempre la trataron de "vaga", logró aprobar. "Nadie se planteaba que en mi cerebro algo no funcionaba bien", nos cuenta a la web de Informativos Telecinco.

Ser despistada y nerviosa parecía formar parte de su personalidad. Y ella se acostumbró. Cuando llegó el momento de decidir por dónde iba a dirigir su futuro, eligió ser profesora. "Quería ser la docente que nunca tuve. No encontré a un profe que entendiera que yo necesitaba algo diferente", afirma.

Noemí vivía momentos de frustración y estrés por sus olvidos o pérdidas de concentración constantes. Desconocía que detrás de todo esto había un trastorno y que no se basaba puramente en su esencia. "Me culpaba por lo que me pasaba, me daba mucha rabia y me enfadaba conmigo misma", reconoce.

Su primer contacto con el TDAH

Durante su formación como profesora estudió Pedagogía, y en esta rama, el funcionamiento del cerebro de los niños. "Ahí empecé a darme cuenta de que estaba estudiando cosas que había vivido en mis carnes pero que nadie me había dicho antes", recuerda.

Este fue su primer acercamiento al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Pero solo en la teoría, porque en la práctica llevaba conviviendo con él desde que tenía uso de razón.

No fue hasta el pasado mes de marzo, tras un largo proceso de autoconocimiento personal y quince años como profesora, cuando decidió hablar con su médico. "Pienso que puedo tener TDAH y me gustaría que alguien me dijera si mi pensamiento es cierto", le dijo al profesional de atención primaria.

Gracias a este paso, Noemí por fin tuvo su diagnóstico, y a los 36 años por fin sabe que todo lo que le ocurría tenía un por qué. "No fue una sorpresa, pero empecé a entenderme", confiesa con motivo del Día Internacional del TDAH.

Trasmitir el diagnóstico a sus alumnos

Noemí trató el tema con naturalidad y, nada más llegar al trabajo, comentó con sus compañeros lo que le pasaba. Algunos no entendían su necesidad de ponerle nombre a lo que le ocurría. Otros trataron el tema de la manera más sencilla. Para ella no era un trauma, sino una forma de comprenderse y estar en paz consigo misma.

"He encontrado mucho desconocimiento en mi entorno, y sobre todo en redes sociales". Antes de saber el diagnóstico, Noemí ya usaba las redes sociales, sobre todo Tiktok, para mostrar sus clases de Música en el colegio. "Cuando publiqué que tenía TDAH tuve que borrar muchísimos comentarios. Me decían que no debería ser maestra si tenía TDAH, y que me buscara otra profesión".

Sin embargo, los estudiantes que acuden a sus clases han comprendido sin ningún tipo de problema lo que le ocurre. "Mi relación con mis alumnos es muy estrecha, me muestro tal como soy y ellos no lo han entendido como algo negativo. Algunos hasta se sienten identificados".

Noemí gestiona los desafíos que le ocurren durante sus clases con naturalidad. "Si están haciendo ruido les explico que me despisto y no pudo continuar con la lección porque mi cerebro se colapsa, o si ven que me pongo tensa, les digo por qué".

El TDAH y la educación

Noemí siente que el sistema educativo no está preparado para personas diferentes. "Las leyes están muy bien, pero en la práctica falta mucha formación a los docentes para que aprendan a enseñar desde la inclusión real". Y no es una idea aislada. Los datos demuestran que el TDAH, que representa entre un 5% y un 9% del total de la población, esconde detrás un alto porcentaje de fracaso y abandono escolar.

Por eso, ella ha conseguido ver en el TDAH algo positivo. "Al ser diferente, enseño diferente, y muestro que esto es una realidad más a mis alumnos. Es un superpoder, aunque la sociedad todavía lo vea como algo malo". @noemisupermaestra, como se llama en sus redes sociales, manda un consejo a quien pueda estar en una situación parecida a la que ella estuvo: "Sé sincero, cuenta lo que te pasa e investiga si crees que lo puedes tener". "Desde que acepté que tenía TDAH mi vida ha mejorado", finaliza.

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