Micosis fungoide: en qué consiste esta enfermedad, a quién afecta y cómo identificarla

La micosis fungoide es la forma más común de un tipo de cáncer de la sangre denominado linfoma cutáneo de células T. Dichos linfomas ocurren cuando ciertos glóbulos blancos, llamados células T, se vuelven cancerosos, explica MedlinePlus. Estos cánceres provocan diferentes tipos de lesiones cutáneas: las manchas (o parches), las placas y los tumores.

Las manchas o parches son generalmente heridas poco palpables, rojizas, con ligera descamación y que pueden causar algo de picazón. Las placas son más infiltradas y palpables, con bordes bien delimitados, de color rojizo o pardusco, y que pican. En los tumores, las lesiones son exuberantes, en forma de 'setas' (de aquí el nombre de la enfermedad), apareciendo en los estadios avanzados.

Se trata de una enfermedad bastante crónica cuyas primeras marcas, que al inicio pueden aparecer y desaparecer, se confunden a menudo con eccemas o psoriasis. Aunque se han registrado niños afectados, la micosis fungoide suele presentarse en adultos mayores de 50 años.

Síntomas y tipos de micosis fungoide

Los signos del linfoma cutáneo de células T, apunta la Clínica Mayo, incluyen:

  • Manchas redondas de piel que pueden estar elevadas o ser escamosas y pruriginosas
  • Manchas en la piel más claras que la piel que la rodea
  • Protuberancias que se forman en la piel y se pueden abrir
  • Agrandamiento de los ganglios linfáticos
  • Pérdida del cabello
  • Engrosamiento de la piel de la palma de las manos y de la planta de los pies
  • Piel como erupcionada y enrojecida en todo el cuerpo que causa picazón intensa

En la micosis fungoide, las células de la piel en sí no son cancerosas. Los problemas se producen cuando las células T cancerosas pasan de la sangre a la piel. Los denominados parches se encuentran con mayor frecuencia en la parte inferior del abdomen, la parte superior de los muslos, las nalgas y los senos. En algunas personas progresan a placas, que son la siguiente etapa de la enfermedad.

Las placas suelen aparecer en las mismas regiones del cuerpo que los parches. Si bien algunas surgen de estos, otras se desarrollan por sí solas. Los pacientes pueden tener ambas lesiones cutáneas de manera simultánea. Las placas pueden permanecer estables o convertirse en tumores. Y no todas las personas con parches o placas desarrollan tumores.

Los tumores de la micosis fungoide, que están compuestos de células T cancerosas, son nódulos elevados que son más gruesos y profundos que las placas. Pueden surgir de parches o placas o ocurrir por sí solos. Las zonas comunes para el desarrollo de tumores incluyen la parte superior de los muslos y la ingle, los senos, las axilas y la curvatura del codo. Se pueden desarrollar llagas abiertas en los tumores, que a menudo provocan una infección.

Aunque son poco comunes, las células T cancerosas, subraya MedlinePlus, pueden diseminarse a otros órganos, incluidos los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado y los pulmones. La diseminación a otros órganos puede ocurrir en cualquier etapa de la micosis fungoide, pero es más común en la etapa tumoral. Además, las personas afectadas tienen un mayor riesgo de desarrollar otro linfoma u otro tipo de cáncer.

Causas, diagnóstico y tratamiento

Se desconoce la causa precisa del linfoma cutáneo de células T. En general, el cáncer comienza cuando las células desarrollan cambios (mutaciones) en su ADN. El ADN de una célula contiene instrucciones que le indican a la célula qué funciones debe realizar. Las mutaciones del ADN le indican a la célula que crezca y se multiplique rápidamente, creando así muchas células anormales.

En la micosis fungoide, las mutaciones causan demasiadas células T anormales que atacan la piel. Las células T forman parte del sistema inmunitario y, normalmente, ayudan al cuerpo a combatir los gérmenes. Los médicos desconocen por qué las células atacan la piel, matiza la Clínica Mayo.

Las pruebas y los procedimientos que se utilizan para diagnosticar el linfoma cutáneo de células T comprenden la exploración física, los análisis de sangre (un hemograma completo), las biopsias de piel y las pruebas de diagnóstico por imágenes, como la tomografía computarizada (TC) o la tomografía por emisión de positrones (PET).

Existen muchos tratamientos disponibles para las personas con linfoma cutáneo de células T y la mayoría reciben una combinación de los mismos. Estos dependen de la situación particular del paciente, incluida la extensión o la etapa del linfoma.

Entre las opciones de tratamiento se encuentran cremas, geles y ungüentos para la piel, la fototerapia, la radioterapia, los medicamentos corticosteroides, la quimioterapia, la fotoféresis extracorpórea y el trasplante de médula ósea.

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