Sobrevivir al Día de la Madre cuando tu relación con ella es traumática: "Reconocerlo es doloroso"
Son muchas las personas que tienen que vivir el Día de la Madre sin tener un vínculo sano con la suya
La idealización de las relaciones maternofiliales provoca que muchos hijos sientan vergüenza, culpa y miedo a sentirse juzgados
La psicóloga Marta Segrelles nos ayuda a comprender y aceptar el dolor en fechas como esta
La tradición (o más bien la inercia) dicta que cada primer domingo de mayo se ha de brindar por las madres. Celebrarlas, devolverles el cariño recibido, demostrarles lo afortunados que somos de tenerlas. Pero lejos de lo ideal, no todos los hijos pueden ni quieren vivir este día como la sociedad les impone. Dar por hecho una buena relación maternofilial es, en ocasiones, un error. Porque a veces es traumática. Otras, inexistente. Y escenarios como este también son una realidad a abordar en fechas como la de hoy.
Marta Segrelles es psicóloga especializada en apego y trauma. En su último libro, que lleva por título 'Querida mamá: me dueles', nos invita a hacer un viaje al pasado para enseñarnos a comprender y aceptar esas heridas que complican el vínculo con la figura materna. Grietas que se abren en la infancia y que muchos desconocen que siguen presentes en la madurez. La clave no está en culpar a las madres, sino en acoger y comprender el dolor que sentiste cuando eras niño y que todavía te acompaña a día de hoy.
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No es tarea fácil hacer introspección, identificar aquello que duele y mostrar al mundo que la relación con esa persona a la que supuestamente deberías querer por encima de todas las cosas no es buena. Ahí se entremezclan la culpa, la vergüenza y el miedo a recibir un juicio por parte del que tienes en frente. "¿Qué habrá hecho para que llegar a este punto?", se le pasará por la mente (y a veces verbalizará) quien escuche tu historia. Lo que no sabrá es que, probablemente, en esta situación nada habrá dependido de ti, sino de dinámicas que tu yo de niño no ha sabido gestionar y que quizás estén escondidas en el fondo de un bolsillo oculto de tu mochila vital. Casi siempre sin curar.
Este Día de la Madre, desde la web de Informativos Telecinco queremos abrazar a todas esas personas que se enfrentan a este dilema para visibilizar que lo que les ocurre también existe. Que idealizar por idealizar, muchas veces, no entra dentro de la ecuación.
Pregunta: ¿Qué te ha llevado a escribir este libro?
Respuesta: Mi intención es que las personas que lo lean puedan conocerse más, comprender mejor sus reacciones y emociones, para ver si lo que les ocurre en el presente está relacionado con sus heridas del pasado y sobre todo poner en palabras y describir las sensaciones que les genera el vínculo materno para que no se sientan solas ni raras, sino acompañadas.
P: ¿Cuál es el perfil de persona que suele acudir a tus terapias con estas heridas? ¿Qué suelen sentir?
R: No existe un perfil concreto que refleje una persona con heridas, pero lo que sí es común son varios aspectos: se sienten atrapadas en situaciones que se repiten, sienten que sus emociones les abruman (o todo lo contrario), no asocian su malestar con ningún hecho que les ayude a resolverlo, suelen sentirse avergonzadas y con culpa de lo que les ocurrió, de ser como son, de sentir lo que sienten…
Hay tantas experiencias como hijas en el mundo, y todas son válidas. El problema es que muchas veces se da por hecho 'la buena relación'
P: Hablas de reconectar con tu niña interior. ¿Cómo es este viaje?
R: Es un viaje de reconciliación y compasión, de aprender como teníamos que haberlo hecho en la infancia a mirarnos, escucharnos y tratarnos. En relación al vínculo materno, en muchas ocasiones existen dos vivencias: una adulta que entiende que cuando era pequeña sus padres no pasaron mucho tiempo con ella porque estaban trabajando y la de su niña interior (la niña que fue), que se sentía sola y creía que tenía que ver con ella.
P: En el libro comentas que suele costar reconocer la mala relación con la madre. ¿Por qué sucede esto?
R: Porque es muy doloroso asumir y reconocer la ausencia que hemos vivido en la infancia. En terapia las personas se sienten muy culpables al hablar de ello con alguien más.
De pequeñas necesitamos idealizar y proteger la visión que tenemos de nuestra madre pues tenemos que sentirla capaz para cuidarnos, pero cuando crecemos, somos adultas y responsables de nosotras. Por ello, es importante conocer la verdad, aceptar la realidad de la relación en el pasado y en el presente. Esto muchas veces no está exento de dolor, y por ello lo evitamos, para no volver a sufrir.
Es muy doloroso asumir y reconocer la ausencia que hemos vivido en la infancia. En terapia las personas se sienten muy culpables al hablar de ello con alguien más
P: También explicas que en la consulta sobre todo sueles atender a mujeres. ¿Crees que este tipo de traumas se desarrollan y duelen más en el binomio madre-hija? ¿Por qué?
R: Las ausencias por parte de la familia duelen igual, aunque como la mujer ha sufrido más las consecuencias de vivir en una sociedad machista se suelen producir situaciones que duelen el doble, porque nuestra madre ha perpetuado la presión en muchos aspectos comentando nuestra imagen, por ejemplo.
P: ¿Piensas que este tipo de traumas se aceptan/reconocen mejor cuando el problema existe con el padre, por el rol de cuidadora que aún ostentan las mujeres?
R: Considero que internamente duele igual. Reconocer que no nos han dado lo que necesitábamos es doloroso. Bien es cierto que creo que si una hija expone su mala relación con su padre no estará tan sometida al juicio como cuando le ocurre con su madre, por el rol cuidador que le atribuimos a la figura materna.
P: ¿Qué crees que puede suponer no cerrar este tipo de heridas? ¿Tiene consecuencias en otros ámbitos a a parte de la relación madre-hija?
R: Cuando no somos conscientes de que esta herida no es una cicatriz y que todavía sangra, es posible que repitamos el mismo patrón que nos hirió a nosotras en el pasado. Es decir, si he sido criada por una familia (en concreto por una madre) muy exigente, vamos a ser exigentes con nosotras y con el resto, es inevitable. Aunque si nos damos cuenta de ello va a ser más fácil ajustar esa exigencia a nuestro favor y no en contra.
Si una hija expone su mala relación con su padre no estará tan sometida al juicio como cuando le ocurre con su madre, por el rol cuidador que le atribuimos a la figura materna
P: ¿Consideras que la celebración del Día la Madre, un momento en el que se brinda por la relación madre-hija, puede ser una festividad que provoque tensión para quienes tienes este tipo de traumas?
R: Totalmente. En psicología hablamos de disparadores, un concepto referido a los estímulos que nos recuerdan el trauma. Quizá en el plano digital se comprende más cuando ese día, al abrir las redes sociales, aparecen muchos de estos estímulos con publicidad, ofertas, fotos de celebraciones que les recuerdan a estas personas aquel dolor con el que intentan convivir. Sin embargo, hay tantas experiencias como hijas en el mundo, y todas son válidas. El problema es que muchas veces se da por hecho “la buena relación”.
P: ¿Qué le dirías a una persona que está pasando por este proceso en el día de la madre?
R: Seguro que no estás sola, vive este día como más te cuide y no como la norma dice.
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