Enrique Rojas nos cuenta de qué nos arrepentimos antes de morir
La muerte es la gran olvidada en la cultura actual, hedonista, relativista e individualista
Los seres humanos se arrepienten de dedicar demasiado tiempo al trabajo, poco a la familia y dar importancia a cosas banales
Álex Raco, autor de ¿Qué se siente al morir?: "La conciencia sobrevive a la muerte, no le tengo miedo"
El catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica y director del Instituto Rojas-Estapé de Psiquiatría, Enrique Rojas, se adentra en el mundo de las emociones con su nuevo libro 'Comprende tus emociones' (Espasa, 2023) donde habla de un tema al que Occidente le tiene hoy pavor: la muerte.
"Nos pasamos la vida pensando en el día de mañana. Y con frecuencia nos olvidamos de que la existencia se termina. La muerte es la gran olvidada en la cultura actual. Ha desaparecido del panorama del pensamiento. Cuando la muerte está realmente próxima, ya no se puede mirar hacia otro lado; entonces aparece la hora de la verdad y se suele tener una especial iluminación retrospectiva, son momentos estelares en los que, se quiera o no se quiera, hacemos cuentas con nosotros mismos; es muchas veces como un foco que repasa todo lo que ha ido sucediéndonos de aquí y de allá", señala en su libro Enrique Rojas.
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Cara a cara es aún más rotundo. "En el mundo relativista y hedonista e individualista de hoy nos hemos olvidado de la muerte, la hemos apartado de nuestra vida". Y eso tiene consecuencias. "Toda filosofía nace a orillas de la muerte", subraya Rojas, y las grandes preguntas suelen surgir cuando perdemos a alguien cercano.
En el mundo relativista y hedonista e individualista de hoy nos hemos olvidado de la muerte, la hemos apartado de nuestra vida
Bronnie Ware, enfermera australiana que pasó muchos años trabajando en una unidad de cuidados paliativos y la doctora Kübler-Ross, psiquiatra americana que durante muchos años estuvo con personas que habían tenido accidentes graves y que estuvieron cerca de la muerte, pero que lograron sobrevivir y contaron su experiencia «en el túnel de la muerte» han investigado cómo se enfrenta el ser humano a la muerte.
También lo han hecho los psicólogos Barry Schwartz y Daniel Kahneman, que han investigado cómo se enfrenta el ser humano a la muerte como también lo han hecho el Centro Laguna de Madrid, dedicado a tiempo completo a pacientes terminales. Y estas son las conclusiones, comunes, a las que llegaron a la hora de ver al ser humano enfrentarse a los últimos momentos de su vida. Merece la pena recopilar las conclusiones extraídas por Enrique Rojas en su libro 'Comprende tus emociones' (Espasa, 2023).
¿De qué nos arrepentimos a la hora de morir?
1. Haber trabajado demasiado
Son mayoría los seres humanos en Occidente que se arrepienten de haber trabajado demasiado. Eso de lo que se habla de ser workalcoholic, de haber vivido para trabajar, y, en esos momentos estelares de lucidez total, sienten que su vida ha estado descompensada, que ha faltado equilibrio entre los diferentes ingredientes de lo que debe ser la existencia de un ser humano.
2: Haber sufrido mucho por asuntos y problemas que realmente no tenían tanta importancia
El ser humano se arrepiente de sufrir por asuntos y problemas que realmente no tenían tanta importancia. Es importante tener madurez para aprender a darle a las cosas que nos pasan la importancia que realmente tienen. Para eso hay que tener una mayor justeza de juicio: ser templados, menos dramáticos, moderados.
Y, la segunda, tener perspectiva: vivimos en un mundo que ha entronizado el hodie nunc, el hoy y ahora. Vivimos cada vez más instalados en la cultura del instante o de la inmediatez: lo queremos todo y lo queremos ya, sobre la marcha. Todo se ha vuelto rápido, vertiginoso, urgente. Es como un culto a la fugacidad. Es la exaltación de lo efímero. Se buscan experiencias positivas inminentes, continuas, de evasión, momentáneas, breves…
Hemos sustituido el sentido de la vida por sensaciones, y estas son puntuales y basta apretar un botón y obtengo lo que deseo y lo hago con rapidez. Se hace cada vez más difícil esperar o aplazar una recompensa. De este modo, es difícil tener una visión larga de la realidad personal, saber mirar por sobreelevación.
En definitiva, es necesario en el mundo de hoy poner las luces largas y no quedarse detenido en una experiencia negativa que nos ha sucedido, sino ser capaces de otear el horizonte y descubrir que detrás de esa frustración o fracaso hay un aprendizaje, una lección escondida que puede ayudarnos a progresar como seres humanos. Hay derrotas que en poco tiempo se convierten en victorias. Desde esa atalaya se ven las cosas de forma panorámica, es la visión del águila.
Los fracasos contienen valores sumergidos en su interior: nos hacen más humildes, curan nuestra arrogancia, fortalecen la voluntad, nos invitan a luchar y a volver a empezar. Porque el fracaso está en el subsuelo de cualquier vida. El fracaso enseña lo que el éxito oculta. Son lecciones que no vienen en los libros. Es tener altura de miras. En definitiva: la felicidad es el sufrimiento superado. Y la infelicidad es un sótano sin vistas a la calle.
3: No haber sabido disfrutar más de la vida
Otro lamento frecuente es no haber sabido disfrutar más de la vida. Y esto tiene un amplio espectro: desde no haber sido capaz de captar y gozar de cosas positivas de la vida ordinaria, y no saber planificar el tiempo libre. Otro elemento vital en la vida actual que se nos olvida con frecuencia es saber descansar y organizarse.
4. No haber dedicado más tiempo a la familia
El padre ausente es más común de lo que se cree. Muchos expertos consideran que sobran hijos y faltan padres en el mundo de hoy. Hablamos de esos progenitores que no han tenido presencia psicológica y afectiva con sus hijos. Traer dinero a casa, con ser importante, no es lo vital. Y al final de una vida se hace balance y la familia sí se considera una pieza fundamental.
5. Hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los demás esperaban de mí
¿Hemos tenido realmente a lo largo de nuestra vida el coraje de hacer lo que realmente queríamos hacer y no lo que los demás esperaban de nosotros? ¿Nos hemos atrevido a ser nosotros mismos?. Al final de la vida haber buscado solo el beneplácito de los demás no nos llena.
6. No haber tenido una espiritualidad más sólida
Hay personas que lamentan no haber tenido una espiritualidad más sólida, que les diera respuesta a los grandes interrogantes de la vida.
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