El vertido de péllets en Galicia y la costa cantábrica ha sacado a relucir una problemática que el medioambiente lleva sufriendo, en silencio, desde hace muchos años. Estamos tremendamente expuestos que estamos todos a los micro y nanoplásticos. La cantidad que consumimos solo al beber agua es sorprendente. Hasta ahora no hay legislación. Reducir la cantidad que ingerimos, por ahora, depende de pequeños gestos cotidianos.
Gran parte del agua la consumimos en botellas de plástico. “Lo primero es determinar a qué niveles de plçasticos estamos expuestos”, explica Marinella Farré, investigadora CSIC-IDAEA.
Un nuevo estudio del CSIC revela que ingerimos unos 262 microgramos de plástico al año a través del agua. “Hasta ahora se ha infraestimado la exposición total a nano y micro plásticos”, señala Carolina Donat, Investigadora Instituto Salud Global Barcelona.
“Los plásticos mayoritarios que ingerimos eran los que venían del tapón y la botella en sí”, afirma Farré. Lo sorprendente es que esa cantidad de residuos plásticos es similar a la que se encuentra en la que bebemos del grifo.
Un peligro real. Ya se sabe que los nanoplásticos al ser tan pequeñitos “en mamíferos llegan a la materia hematoencefálica y atraviesan la placenta hasta el feto”, cuenta Donat.
Los microplásticos y nanoplásticos son tan pequeños que resulta muy, muy difícil regularlos. Una investigación del CSIC trabaja para identificarlos y cuantificarlos.
Hasta que la normativa que regule los microplástico llegue, sugieren ambas expertas, que podemos tomar algunas precauciones fáciles, como consumir menos alimentos envasados o intentar acortar el tiempo de vida de estas botellas.
Son las mejores medidas, por ahora, para evitar que estos diminutos pero nocivos trocitos de plástico dañen nuestra salud.