Un equipo de investigadores ha conseguido desarrollar un conjunto de ‘minicerebros’ en 3D. La creación de estos órganos significa un cambio para el estudio del cerebro, ya que podrá utilizarse para entender las enfermedades como el glioblastoma, el tumor más común. Se trata de la primera vez que logran crear pequeñas réplicas a partir de muestras de tejido cerebral humano y no de células madre, que ya se están analizando para evitar las secuelas tras un ictus.
"Estamos realmente entusiasmados", así lo ha señalado Benedetta Artegiani, Delilah Hendriks y Hans Clevers, líderes de este trabajo que se ha publicado en la revista científica ‘Cell’. El estudio, creado por los investigadores del Centro de Oncología Pediátrica Princesa Máxima y del Instituto Hubrecht (Países Bajos), ha utilizado muestras de fetos humanos abortados de entre 12 y 15 semanas que habían sido abortados.
Los investigadores tomaron muestras de fetos humanos abortados, de entre 12 y 15 semanas, que habían sido donados para la investigación. Después, extrajeron pequeños trozos de tejido cerebral y los cultivaron en el laboratorio para que crecieran y se formaran pequeñas estructuras en tres dimensiones. Mediante esta técnica, se consiguieron desarrollar un conjunto de organoides cerebrales del tamaño de un grano de arroz. Ahí se podían observar tejidos relativamente complejos y con diferentes tipos de células cerebrales.
Los expertos cogieron estos organoides y le introdujeron una serie de mutaciones de un gen relacionado con el cáncer (TP53). Tres meses después, observaron que las células con esta mutación habían superado a las sanas. Es decir, pudieron observar lo que equivaldría a un avance de la metástasis de un cáncer cerebral. "Los organoides cerebrales obtenidos a partir de tejido fetal son una nueva herramienta de gran valor para estudiar el desarrollo del cerebro humano", explicó Benedetta Artegiani, investigadora del Centro de Oncología Pediátrica Princesa Máxima
Los científicos comenzaron a estudiar el impacto de diferentes mutaciones genéticas y utilizaron los organoides enfermos para poner a prueba la efectividad de medicamentos contra el cáncer. Según el artículo publicado, los experimentos se alargaron durante más de seis meses. A partir de una misma muestra de tejido, lograron crear varios ‘minicerebros’ con el que estudiaron el desarrollo del cerebro, las enfermedades y los posibles tratamientos. El trabajo lo realizaron de la mano de equipos de bioética para no sobrepasar ningún límite ético.
"Este modelo nos permite comprender mejor cómo los errores en el desarrollo del cerebro pueden conducir a enfermedades neurológicas como la microcefalia, así como a otras patologías que pueden derivarse de un desarrollo descarrilado, incluido el cáncer cerebral infantil", ha concluido Artegiani.
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