Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, han desarrollado un importante trabajo que, con el objetivo de estudiar las enfermedades mentales para desarrollar nuevas formas de diagnosticarlas, tratarlas y prevenirlas, han ahondado en los efectos físicos que éstas son capaces de provocar en todo el organismo, destacando que, a través de la medición de marcadores del metabolismo celular, podemos llegar a obtener pistas de alerta sobre posibles enfermedades como la depresión.
Concretamente, con este enfoque los científicos involucrados en el estudio, publicado en 'Translational Psychiatry', han descubierto que, --dentro de una muestra de 99 sujetos con depresión e ideación suicida y otros 99 individuos sanos--, las personas con depresión e ideación suicida tenían compuestos detectables en la sangre que podrían ayudar a identificar a los individuos con mayor riesgo de suicidio.
Además, a ese respecto los investigadores, que están convencidos de que sus hallazgos podrían ayudar a personalizar la atención de la salud mental y potencialmente identificar nuevos objetivos para futuros medicamentos, también hallaron diferencias basadas en el sexo en el modo en que la depresión afecta al metabolismo celular.
"Las enfermedades mentales como la depresión tienen impactos e impulsores mucho más allá del cerebro", recuerda Robert Naviaux, profesor del Departamento de Medicina, Pediatría y Patología de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, destacando en declaraciones de las que se hace eco Infosalus que, si bien “hace unos diez años era difícil estudiar cómo la química de todo el cuerpo influye en nuestro comportamiento y estado de ánimo”, ahora “las tecnologías modernas como la metabolómica nos están ayudando a escuchar las conversaciones de las células en su lengua materna, que es la bioquímica".
Todo ello, sostiene, permite ahondar en una nueva dirección para avanzar en las formas de prevención precisamente en momentos en los que la ansiedad, el estrés, la depresión y los suicidios, entre otros, no dejan de aumentar en la sociedad.
Sobre ello, inciden en que si bien muchas personas con depresión experimentan mejoría con psicoterapia y medicación, la depresión de algunas personas es refractaria al tratamiento, lo que significa que el tratamiento tiene poco o ningún efecto.
Mientras la mayoría de los pacientes con depresión refractaria al tratamiento tienen pensamientos suicidas, y hasta un 30% intentará suicidarse al menos una vez en su vida, los científicos alertan: "Estamos asistiendo a un aumento significativo de la mortalidad en la mediana edad en Estados Unidos, y el aumento de la incidencia del suicidio es uno de los muchos factores que impulsan esta tendencia".
En ese sentido, Naviaux añade: "Las herramientas que podrían ayudarnos a estratificar a las personas en función de su riesgo de convertirse en suicidas podrían ayudarnos a salvar vidas".
Analizando la sangre de los 99 participantes con depresión refractaria al tratamiento e ideación suicida, así como la de los otros 99 pertenecientes al del grupo de control sano, entre los cientos de sustancias bioquímicas diferentes que circulaban en la sangre de estos individuos descubrieron que cinco en concreto podían utilizarse como biomarcadores para clasificar a los pacientes con depresión refractaria al tratamiento e ideación suicida. No obstante, estos cinco diferían entre hombres y mujeres.
"Si tenemos 100 personas que no tienen depresión o que tienen depresión e ideación suicida, podríamos identificar correctamente entre 85 y 90 de las personas con mayor riesgo basándonos en cinco metabolitos en los hombres y otros cinco metabolitos en las mujeres", asegura Naviaux, que incide en que “esto podría ser importante en términos de diagnóstico, pero también abre una conversación más amplia en el campo sobre lo que realmente está llevando a estos cambios metabólicos".
Concretamente, si bien existían claras diferencias en el metabolismo sanguíneo de hombres y mujeres, los científicos destacan que algunos marcadores metabólicos de la ideación suicida coincidían en ambos sexos. Además, esto incluía biomarcadores de disfunción mitocondrial, que se produce cuando las estructuras productoras de energía de las células funcionan mal.
"Las mitocondrias son algunas de las estructuras más importantes de nuestras células, y su alteración es la causa de numerosas enfermedades humanas", recuerdan y precisan.
Pasando a desarrollar su hipótesis, explican que las mitocondrias producen ATP, una biomolécula energética básica del metabolismo celular; la principal ‘moneda energética’ de todas las células. Así, el ATP es además una molécula importante para la comunicación entre células, planteando los investigadores en este punto la hipótesis de que sea esta función la que está más desregulada en las personas con ideación suicida.
"Cuando el ATP está dentro de la célula, actúa como una fuente de energía, pero fuera de ella es una señal de peligro que activa docenas de vías protectoras en respuesta a algún factor estresante del entorno", explica Naviaux, que resume dejando un enunciado más que interesante: "Nuestra hipótesis es que los intentos de suicidio pueden ser en realidad parte de un impulso fisiológico mayor para detener una respuesta de estrés que se ha vuelto insoportable a nivel celular".
Teniendo en cuenta que algunas de las deficiencias metabólicas identificadas en el estudio se encontraban en compuestos que están disponibles como suplementos, como el folato y la carnitina, los investigadores manifiestan su interés en explorar precisamente la posibilidad de individualizar el tratamiento de la depresión con estos compuestos para ayudar a llenar los vacíos en el metabolismo que son necesarios para la recuperación, aunque ante todo se apresuran a matizar que estos suplementos: “No son curas”
"Ninguno de estos metabolitos es una varita mágica que revierta por completo la depresión de alguien", recalca Naviaux, que apunta que, “sin embargo”, los resultados les dicen que “hay cosas que podemos hacer para empujar el metabolismo en la dirección correcta para ayudar a los pacientes a responder mejor al tratamiento”, algo que, “en el contexto del suicidio”, dice, “podría ser suficiente para evitar que la gente cruce ese umbral".
En esta línea, más allá de sugerir un nuevo enfoque para personalizar la medicina de la depresión, la investigación podría ayudar a los científicos a descubrir nuevos fármacos dirigidos contra la disfunción mitocondrial, lo que podría tener amplias implicaciones para la salud humana en general.
"Muchas enfermedades crónicas son comórbidas con la depresión, porque puede ser muy estresante enfrentarse a una enfermedad durante años", señala Naviaux.
Así, reitera que, si es posible encontrar formas de tratar la depresión y la ideación suicida a nivel metabólico, también se podría ayudar a mejorar los resultados de las muchas enfermedades que conducen a la depresión.
"Muchas enfermedades crónicas, como el trastorno de estrés postraumático y el síndrome de fatiga crónica, no son letales en sí mismas a menos que conduzcan a pensamientos y acciones suicidas. Si la metabolómica puede utilizarse para identificar a las personas con mayor riesgo, en última instancia podría ayudarnos a salvar más vidas", concluye.
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