Si preguntáramos a cualquier español medio sobre los alimentos que incluyen en su desayuno, existe una amplia posibilidad de que nombre a las tostadas en su lista. Lo que seguramente esa persona no diga es que un porcentaje significativo de ocasiones el pan que está calentando se le quemará, adquiriendo ese colorcillo negro con un sabor desagradable característico.
Cuando eso pasa lo normal suele ser tratar de raspar la superficie del pan con este color, y la solución funciona en ocasiones. Sin embargo muchas otras veces esto resulta infructuoso y tanto el sabor, como el color, persisten. En ocasiones nos dará igual, quizás porque vayamos con prisas para hacernos otra tostada, o quizás porque no nos queda más pan. Sin embargo, esta es una práctica que puede ser nociva para nuestra salud, ¿lo sabías?
Cuando se nos queman las tostadas el sabor amargo que percibimos es culpa de la acrilamida, que es un químico que se forma cuando los carbohidratos se exponen a altas temperaturas. Además, cuanto más tiempo ‘cocinemos’ la tostada, más cantidad de acrilamida acumulará, lo que no es bueno ni para nuestras papilas gustativas, ni para nuestra salud. Este compuesto químico empezaría a aparecer a partir de los 120 grados.
Diversos estudios han unido la acrilamida a varios efectos nocivos para la salud, incluyendo el cáncer. Sin embargo hay que reconocer que la comunidad científica no está completamente unida en este veredicto, habiendo también estudios que afirman lo contrario y quitando importancia a este componente químico más allá de su innegable sabor desagradable, que nadie es capaz de rebatir. Estos afirman que la dieta en general es más importante en este aspecto que los alimentos individuales
Además de los posibles efectos de la acrilamida, las tostadas quemadas tienen otras repercusiones sobre nuestra salud. La primera de ellas resulta hasta evidente, al ser un alimento difícil de digerir, por lo que puede llevarnos a sufrir dolores estomacales e indigestión. El pan carbonizado no es demasiado amigable con nuestro sistema digestivo, por lo que su viaje por nuestro tracto gastrointestinal es más complicado de lo que nos gustaría.
La acrilamida, por otra parte, también se ha mostrado capaz de cruzar la barrera placentaria, y en animales, se ha demostrado que causa mutaciones. Aunque la extrapolación directa de estos hallazgos a humanos es complicada, plantea preguntas sobre los efectos en la reproducción y el desarrollo fetal.
La mala noticia es que no existe una fórmula mágica que haga que nos podamos despreocupar de nuestras tostadas cuando estamos calentando el pan. De esta manera la prevención pasa por no subir demasiado la temperatura de nuestra tostadora y, además, prestar atención. Hay que buscar el tono dorado ligero, y no una capa negra carbonizada cuando tostamos pan. No hay más secretos para conseguir estar un poco más cerca de un desayuno más saludable.
Las tostadas quemadas, son un simple desliz habitual en nuestra rutina matutina, pero pueden llevar consigo implicaciones que van más allá de un sabor amargo y el aspecto desagradable del pan. Aunque la evidencia directa de una relación entre la acrilamida y el cáncer es aún objeto de debate para la comunidad científica, la prudencia en la cocina puede ser una manera sencilla de navegar hacia un desayuno nutritivo y libre de riesgos. Otra alternativa es eliminar las tostadas de nuestro menú matutino y optar por otras combinaciones de alimentos, pero eso queda ya a gusto de cada comensal. ¿Qué tipo de desayuno sueles tomar? ¿Incluyes tostadas en tu menú?