La depresión es una de las plagas de la era moderna, hasta el punto de que es ya el trastorno mental más común en España. El trastorno depresivo aparece en el 4,1% de la población (5,9% en mujeres y 2,3% en hombres), creciendo la frecuencia progresivamente con la edad hasta alcanzar el 12% de las mujeres y el 5% de los hombres de 75 a 84 años. Además su incidencia varía en función del territorio, siendo Castilla y León la comunidad con más cuadros depresivos por cada 100.000 habitantes, con más de 8.500 personas con la enfermedad por cada centena de millar de personas.
Además se trata de un problema que suele ser persistente, y en ocasiones es bastante habitual que los pacientes experimenten episodios depresivos después una vez concluido el tratamiento. De hecho, se estima que 2 de cada tres personas que han sufrido un episodio depresivo, sufrirán una recaída en los siguientes 15 años, siendo mayor el riesgo en los primeros meses tras la remisión de los síntomas de depresión.
Por supuesto, no hay que limitarse a vivir con el riesgo de recaída de la depresión, y conviene conocer los síntomas y participar en actividades que puedan reducir el riesgo de un episodio recurrente.
Es clave ser consciente de las señales de una recaída para evitar caer más profundo en la depresión. No es necesario sufrir todos los síntomas para que la recaída exista, pero en general estos son los signos más típico de ello:
Como decíamos más arriba, los primeros meses tras el tratamiento son los de mayor riesgo. Para poder reducir las posibilidades de recaída es necesario hacer un seguimiento de los síntomas y evitar los posibles desencadenantes que hayamos identificado - o al menos conocerlos para ser conscientes de sus posibles consecuencias-. Las interrupciones súbitas del tratamiento se han identificado como posible causa de recaída, pero también existen afecciones médicas, como la diabetes y la obesidad, que pueden tener relación con esta situación. De la misma forma, hay que extremar el cuidado con los sucesos traumáticos que nos ocurran, pues puede desencadenar un episodio depresivo.
Los expertos recomiendan hacer partícipes a las personas de tu entorno del progreso, para que a su vez puedan ayudarnos como una comunidad de apoyo con la que hablar, o que pueda echarnos una mano a la hora de identificar los síntomas. También se ha descubierto que la meditación y el mindfulness puede ayudar a reducir la recaída en casi un 50% de los casos, si se realiza con una frecuencia de al menos 3 veces por semana. Finalmente, hay que recordar que tampoco está mal solicitar ayuda profesional si todo esto falla y sentimos que seguimos cayendo en una recaída de la depresión. Salir de un trastorno mental como este no es un camino de una única dirección, y ser conscientes de eso es el primer paso para poder evitar futuros problemas con esta dichosa dolencia.