El cuerpo humano está compuesto en un 60% de agua, el cerebro tiene un 70% del líquido elemento, la sangre el 80% y los pulmones son un 90% agua. Pero no es solo eso, ya que el agua también es básica a la hora de permitirnos fabricar saliva o sudor, nos ayuda a eliminar desechos a través de la orina y mucho más. El agua es tan importante para nosotros como el oxígeno.
Los números anteriores hacen que sea aún más fácil de entender por qué el agua es tan importante para nosotros y nuestro día a día. Por eso es necesario mantenernos hidratados constantemente, habiendo diversos factores que pueden afectar a estos porcentajes, influyendo tanto factores ambientales, la alimentación que tomemos, el estilo de vida que sigamos, las acciones que nosotros realicemos… Por ello tenemos que asegurarnos de beber más agua del que perdemos, para no deshidratarnos.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que si estamos siguiendo un tratamiento médico, existen medicamentos que deshidratan, bien como efecto principal, o como efecto secundario. En cualquier caso es necesario conocer qué medicamentos pueden causar deshidratación. Debemos tener en cuenta que si un efecto de una medicina es causar deshidratación, se indicará en el prospecto, por lo que no podemos más que recomendar encarecidamente que antes de tomar cualquier medicamento leamos detalladamente las indicaciones que encontraremos en la caja.
El primer medicamente a tener en cuenta son los laxantes para el estreñimiento. Estos fármacos aceleran los movimientos de nuestro intestino, haciendo que nuestro cuerpo libere mucho más agua, de una forma similar a cuando tenemos diarrea. Por eso corremos cierto riesgo de deshidratación con los laxantes, y precisamente esa es la razón por la que tomar demasiados laxantes es peligroso para nuestro cuerpo.
El siguiente medicamente que causa deshidratación son los diuréticos, que hacen que perdamos sal y agua de nuestro cuerpo al orinar. Si tenemos la presión sanguínea alta o problemas del corazón probablemente ya nos lo hayan recetado, ya que reducen la cantidad de líquido en los vasos sanguíneos y, con ello, se baja la presión. Otras dolencias que pueden hacer que nuestro doctor nos recete diuréticos son glaucoma, problemas de hígado o riñón, edema…
Si sufrimos esa terrible enfermedad llamada cáncer, probablemente nos hayan recetado quimioterapia. Estos medicamentos causan vómitos y diarrea en un 80% de los pacientes que las toman y, aunque los episodios aislados no deberían deshidratarnos, sí que supone un peligro si se mantienen, pues podemos deshidratarnos.
Si tenemos desorden bipolar, posiblemente nos hayan recetado litio, que puede causar un aumento en la cantidad o las veces que vamos a orinar. En el caso de tener psoriasis, puede que nos hayan recetado Apremilast, que tiene como posible efecto secundario la diarrea durante las 2 primeras semanas de tratamiento. Finalmente, la medicación oral para el tratamiento de la diabetes tipo 2 también tiene efecto diurético, que puede causar deshidratación.
Los síntomas clave que debemos identificar si pensamos que podemos estar sufriendo una deshidratación incluye el dolor de cabeza, boca seca, fatiga, mareo, aturdimiento y calambres musculares. A eso hay que sumar, por supuesto, que deberíamos sentir sed como primer síntoma de deshidratación. Además, debemos tener en cuenta que las bebidas con cafeína, alcohólicas o con altos niveles de azúcar también pueden contribuir a la deshidratación.
La mejor forma de evitar que el porcentaje de agua en nuestro cuerpo se reduzca es ir prevenidos e hidratados, bebiendo mucha agua, sobre todo si podemos anticipar que vayamos a sudar. Eso sí, ten en cuenta que los límites de la hidratación son de unos 7 litros de agua al día, y 1.5 litros a la hora. Más allá de estas cantidades puede ser peligroso para nuestros riñones.