Ana Ibáñez, ‘entrenadora de cerebros’: “Lo primero que necesito para entrenar el tuyo es que no te creas todo lo que te dice”

  • Entrevista a Ana Ibáñez, neurocientífica y entrenadora de cerebros, sobre su libro ‘Sorprende a tu mente’

  • Ibáñez es una de las pocas neurocientíficas en España que entrena cerebros con tecnología de última generación especializada en alto rendimiento cerebral

  • “Al cerebro yo lo veo tremendamente cambiable, pero tienen que darse muy buenas condiciones para el cambio; tienes que tener un ambiente que te permita cambiar”, asegura

Si hay algo que siempre me ha fascinado de muchos de los neurocientíficos coetáneos que he tenido la suerte de conocer es su habilidad para ‘aterrizar’ la neurociencia en la vida de las personas; para sacar la neurociencia de los laboratorios y acercarla a la gente de la calle. Es que si no es para mejorar nuestras vidas...¿de qué nos sirven las neurociencias?, me pregunto a menudo.

Como decía, he conocido y leído a muchos neurocientíficos que, además de investigar en los laboratorios, dedican parte de su tiempo y energía a esa divulgación que considero tan necesaria… Ahora bien, tengo que reconocer que lo de Ana Ibáñez es ya otro nivel: ella es una de las pocas neurocientíficas en España que entrena cerebros con tecnología de última generación especializada en alto rendimiento cerebral.

En sus centros MindStudio de Madrid, Ana Ibáñez, Ingeniera superior química, exnadadora de alto rendimiento y piloto de helicóptero, realiza entrenamientos para el alto rendimiento y bienestar mental de niños, adultos, equipos directivos de empresas de todo el mundo y equipos deportivos. ¿Acaso puede haber una manera más directa de llevar la neurociencia a las vidas de las personas normales y corrientes?

En su primer libro, Sorprende a tu mente (Planeta, 2023) Ibáñez repasa los grandes problemas que habitualmente ocupan nuestro cerebro y condicionan nuestra vida, y explica de manera sencilla y amena que el cerebro -al igual que el cuerpo- se puede entrenar. Sorprende a tu mente desmitifica totalmente el cerebro. Todo lo que este órgano tiene de sofisticado y complejo lo tiene también de simplón y básico...Y es justo en esa simpleza donde tenemos la posibilidad de manipularlo y cambiarlo.

Cuando sorprendes a tu cerebro dejas un momento de 'impasse' y es ahí donde puedes entrar a hacer cambios (Ana Ibáñez, experta en neurociencia)

Pregunta: El título del libro, Sorprende a tu mente…¿no es en el fondo una forma sutil de decir “engaña a tu cerebro porque es más tontorrón de lo que crees”?

Respuesta: Totalmente de acuerdo…El título es ese porque en la primera conversación que tuve con mis editoras les expliqué que el cerebro, lo que hace es automatizar cosas y que se programa de una manera, pero que para romper esa programación tenemos que sorprenderle con algo que no se espera. Cuando sorprendes a tu cerebro dejas un momento de impasse y esa hí donde puedes entrar a hacer cambios…es eso lo que les gustó a las editoras y de ahí el título Sorprende a tu mente. Pero la idea es esa, sí.

P: ¿Qué pasa entonces cuando sorprendemos a nuestro cerebro?

R: Si nosotros despistamos o engañamos de alguna manera a nuestro cerebro para romperle un patrón que tiene automático, ese impasse es muy interesante desde el punto de vista de la neurociencia porque es ahí donde se queda como perplejo y permite que entren conexiones neuronales nuevas. Y ahí entra esa simpleza del cerebro, es decir: como sabemos que nuestro cerebro tiende a las dos grandes fuerzas cerebrales, que son el miedo y el amor -que son las dos grandes fuerzas cerebrales y fisiológicas-, si somos capaces de sorprenderle para que cuando vaya a sentir miedo sorprenderle con algo y sacarle de ahí para que vaya a otro lugar; sorprenderle para que pase del miedo al otro circuito, que es el de la motivación y el del amor, el de funcionar desde otro lugar cerebral mucho más abierto y sofisticado…si conseguimos eso, se soluciona casi todo, casi todo.

P: De hecho, tu libro está estructurado en función de las grandes problemáticas o dificultades de las personas…

R: Cada capítulo es uno de los grandes temas con los que yo me enfrento todos los días porque la gente viene hablándome de esos temas…Y yo siempre les llevo a: “oye espera, es que tu cerebro te lleva a un lugar”. Y yo, lo primero que necesito para entrenar tu cerebro es que no te creas todo lo que te dice; que creas que tu cerebro te lleva a ese lugar porque está programado para ello, pero no porque sea lo bueno, ni porque no lo puedas hacer de otra manera, sino simplemente porque para él es más fácil porque ya tiene esas conexiones. Entonces, si en ese aspecto de tu cerebro que quieres trabajar le rompemos ese patrón y en ese impasse enganchas con algo que nos ayude a llevarle al circuito de la motivación, todo cambia.

“Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Eso es algo muy cerebral; si el cerebro hablara nos diría exactamente eso (Ana Ibáñez, experta en neurociencia)

P: Me pregunto por qué todos los neurocientíficos habláis del cerebro en tercera persona, como si estuviera fuera de nosotros, como si tuviera vida propia o fuera una mascota que podemos amaestrar…

R: [Risas] Creo que es algo intuitivo. Yo no lo he hecho a propósito nunca y, sin embargo, desde que trabajo en esto, me ha venido muy claro que es así como tengo que mirar al cerebro y es lo que me ayuda. Yo creo que es un poco de rebeldía frente a esa idea que igual tenemos en el subconsciente de que nosotros estamos supeditados a esta máquina precisa que es la que dirige y que lo que nos ha tocado es lo que somos. Entonces, al ver el cerebro desde fuera, de repente dices: “pues no, esto es igual que mi bíceps, que es el que tengo, pero que lo puedo cambiar muchísimo”. Es decir, es que yo tengo no solo autoridad, sino también influencia sobre mi cerebro, cosa que antes nunca nos habían dicho. Entonces, ahí está el cambio, al verlo desde fuera dices: “oye mira, que no eres tú el que me mandas…que yo te veo por dónde vas, pero es que yo, con mi voluntad, con mi capacidad, puedo salir de esto y reprogramarte”. Creo que esa es la gran idea….“yo a ti, cerebro mío, que me haces actuar de esta manera, si me lo propongo, yo te reprogramo”. Y esto tiene mucho que ver con la famosa frase [de Ramón y Cajal] de “si nos lo proponemos podemos ser escultores de nuestro propio cerebro”. Es muy importante ver el cerebro desde fuera porque nos empodera y yo creo que eso es lo que nos lleva a todos los neurocientíficos a mirarlo desde fuera y decir: “venga, voy a juguetear contigo y te voy a cambiar”.

P: Esa posibilidad de cambiar nuestro cerebro desmonta el mito de “Es que como yo soy así, no puedo cambiar”…es que claro eso limita mucho a las personas. Por ejemplo: “No, yo no voy a ir a ese evento porque soy tímida…”

R: Claro, si nadie te lo dice, el cerebro te lleva a eso porque nuestro cerebro no quiere hacer cambios. Uno de los mensajes subliminales que tenemos es el de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Eso es algo muy cerebral; si el cerebro hablara nos diría exactamente eso. Lo que dices de la timidez es algo que me encanta porque me toca de cerca. Yo soy una persona de fondo tímida, siempre lo he sido y me siento cómoda en ambientes donde estoy conectada con lo que me gusta, con lo que sé y con lo que me siento a gusto. A mí no me gustan los grupos grandes de personas ni soy la que toma la palabra cuando hay 20 personas...no; no soy ese tipo de persona. Pero lo cierto es que me lo puedo hacer mucho más fácil, y yo eso lo veo en mis entrenamientos. Lo vivo en mí y me lo hago mucho más fácil cuando en un entrenamiento entreno mi frontal derecho, porque el frontal derecho, entre otras muchas cosas, una de las habilidades que tiene es el hacernos el entono más amable. Al hacernos menos conscientes de nosotros mismos y fundirnos más con los demás y con el entorno, de repente, es como que te quitas ese ojo que te mira a ti y uno se siente muchos más relajado (…) Es que nos hemos puesto etiquetas y nos las creemos: “Es que yo lo paso mal en grupos”…pero luego te das cuenta y dices: “no, cuando mi cerebro está preparado para eso, yo estoy muy bien en grupos”. Que es lo mismo que decir: “a mí no se me da nada bien correr”. Y no es así porque cuando entreno poco a poco y corro a mi ritmo, me doy cuenta de que sí puedo correr. Pues con el cerebro es igual y son cosas que tocan mucho la personalidad de cada uno.

Veo a tanta gente sufriendo, que me cabrea mucho la gente que dice que todo es cuestión de actitud (Ana Ibáñez, experta en neurociencia)

P: ¿Es infinita la posibilidad de cambio? Porque claro, hay una parte de nuestra personalidad, el temperamento, que es de origen biológico y no la podemos cambiar…

R: ¡Depende tanto de cada persona! Hay personas que tienen la facilidad de cambiar y eso es una facilidad que tienen unos respecto a otros. Una persona puede ser a nivel cerebral muy flexible y si además lo trabaja y tiene la facilidad para luchar contra esta impronta que es el temperamento, en esta persona puede ser que todo sea cambiable. Mientras que, para otra persona, ese temperamento o esa carga que lleva genética puede ser muy fuerte y la tiene muy arraigada y por su flexibilidad cerebral le cuesta más, porque todos somos cerebralmente distintos. Para esa persona la posibilidad de cambio -que por supuesto existe- igual se queda en un 40 por ciento de posibilidad de cambio porque es que para ella cambiar es como subir el Everest. Creo que de verdad depende de cada persona y de cómo es el ambiente, porque hay ambientes que son muy propicios para el cambio y hay personas que, cuando el ambiente es propicio para el cambio, lo usan al máximo. Pero es que hay ambientes que son nefastos para el cambio. Al cerebro yo lo veo tremendamente cambiable, pero tienen que darse muy buenas condiciones para el cambio; tienes que tener un ambiente que te permita cambiar.

P: ¿Qué me dices de las famosas frases de “si quieres puedes, todo es cuestión de actitud”?

R: Veo a tanta gente sufriendo, que me cabrea mucho la gente que dice que todo es cuestión de actitud...gente que sale a dar charlas y dice eso. Me revienta el mensaje, que creo que es superhiriente. Todos queremos sentirnos mejor y queremos poner de nuestra parte, pero la facilidad o no que nos permite nuestro cerebro de base (sin haberlo entrenado) para tener una buena actitud frente al cambio es muy diferente en cada persona. Hay personas que de por sí tienen esa energía y ese ‘punch’ para cambiar y enseguida se lo permiten. Pero hay otras personas, ¡muchas!, a las que les hablas de actitud…¡pero es que ellas no son ni siquiera capaces de encontrar sentido a su vida ni la fuerza para levantarse por la mañana!… y es muy duro, porque tú les hablas de actitud, pero no consiguen conectar con esa actitud y las tiras abajo, las hundes, se frustran, se sienten culpables y eso es durísimo.

El entrenamiento cerebral te conecta tanto con tu intuición y con esta sabiduría interna, que tú mismo empiezas a encontrar soluciones a algo a lo que antes no le veías la solución (Ana Ibáñez, experta en neurociencia)

P: El entrenamiento cerebral que tú haces y la psicoterapia ¿son incompatibles?, ¿complementarios?, ¿cómo lo ves tú?

R: Todo lo que has dicho. A día de hoy te puedo decir que no he visto nunca cambios tan rápidos, tan positivos, profundos y notables que cuando te has entrenado cerebralmente. Y hablo de personas de todo tipo -desde personas que solo vienen para mejorar, hasta personas que están con una depresión grave o con temas clínicos-. Mucha de la gente que viene está haciendo psicoterapia a la vez y yo les animo a que lo hagan como complemento, porque cuando tú vas a psicoterapia estás hablando de lo que estás sintiendo, de tu situación, de cómo lo estás viviendo. Y cuando tú entrenas primero y llevas a tu cerebro a un lugar mejor, es como que estás más blandito y ocurren dos cosas importantes: que hay cosas que son un poco de ruido y que ya te las quitas de en medio porque cuando tu cerebro está funcionando mejor, hay cosas de las que tú igual te hubieras pasado tres sesiones hablando en psicoterapia, pero de repente te das cuenta de que eso ya no es importante y te vas a cosas más profundas que realmente te afectan. Y segundo, porque la mirada que tienes sobre ti cuando vas a psicoterapia después de haber entrenado tu cerebro es mucho más amble. Estás mucho más abierto y conectado con lo que realmente te está pasando.

P: Digamos que el entrenamiento cerebral aporta claridad para que la terapia sea más eficaz…

R: Creo que es muy bueno que te puedan acompañar, que te escuchen y te hagan las buenas preguntas y que te lleven a buenos lugares, que es lo que la psicoterapia o el coaching hacen, y lo hacen muy bien. Yo lo recomiendo. Pero hay mucha gente que, cuando se entrena cerebralmente, deja la psicoterapia, mucha gente: la gran mayoría, te diría. Eso pasa porque el entrenamiento cerebral te conecta tanto con tu intuición y con esta sabiduría interna, que tú mismo empiezas a encontrar soluciones a algo a lo que antes no le veías la solución. Realmente, desde ahí, nuestro cerebro nos da mucha luz sobre lo que está pasando. Por supuesto que la psicoterapia también puede funcionar sola, pero yo creo que en el futuro no habrá psicoterapia sin un tratamiento cerebral también… es como que se queda cojo, de la misma forma que también se queda cojo hacer un entrenamiento cerebral si no tenemos en cuenta la microbiota.

Un cerebro que confía es un cerebro que está mucho más flexible, abierto y receptivo. Cuando nos llega una persona con confianza, sabemos que vamos a hacer todo el proceso mucho mejor (Ana Ibáñez, experta en neurociencia)

P: ¿Cómo es exactamente el entrenamiento cerebral que haces?, ¿es algo totalmente pasivo que haces conectando a las personas a una máquina o hay una parte activa también?

R: No es solo un trabajo de armonización de frecuencias cerebrales. Mucha gente piensa que eso es lo que soluciona todo, pero no es así. Para el paciente, la parte de entrenamiento con nosotros es bastante pasiva cuando tiene los electrodos puestos, porque tú no tienes que hacer nada, solo tienes que dejarte llevar mientras tu cerebro está haciendo un ejercicio por ti. Esa parte es sin esfuerzo. Pero luego sí tiene una parte activa, en la que sí les estamos pidiendo a las personas que se vayan dando cuenta de cosas, que después de entrenarse vayan fijándose y poniendo atención con una mirada curiosa en qué cosas te van llamando la atención de ti, qué cosas están cambiando de ti. Les pedimos que se vayan dando cuenta de estas cosas porque luego les damos la explicación de por qué está pasando eso. Queremos que empiecen a entender a su cerebro mirándolo desde fuera y les decimos: “mira, ves, tu patrón automático te llevaba a hacer esto, pero has hecho esto otro porque ha pasado esto en tu cerebro”. Y les empezamos a dar ‘tips’ y ahí hay una parte que es muy activa porque necesitan darse cuenta de qué está pasando en su cerebro para poder aprovecharlo mejor…. Me encanta, porque la gente al principio no sabe nada del cerebro y luego vienen hablando de las áreas cerebrales. Eso me parece muy bueno porque les estamos dando poder para empezar a decidir.

P: Ya para terminar, Ana. Imagino que para trabajar así con los cerebros de las personas necesitas que la gente confíe en ti, porque todo esto del entrenamiento cerebral es muy nuevo. ¿Cómo afecta el grado de confianza de una persona en el resultado del entrenamiento?

R: Esto que dices es muy clave. Lo que está demostradísimo es que un cerebro que confía es un cerebro que está mucho más flexible, abierto y receptivo. Cuando nos llega una persona con confianza, sabemos que vamos a hacer todo el proceso mucho mejor y más rápido. A veces hasta nosotras mismas nos sorprendemos. Hay gente que viene entregadísima y tiene unos cambios extraordinarios, rapidísimos y objetivos. Se juntan varias cosas, pero efectivamente, el cerebro, cuando está confiando, es mucho más flexible al entrenamiento y eso lo vemos. Cuando logras un ambiente de confianza, puedes estar seguro de estar sacando lo mejor de esos cerebros y esas mentes. Pero también te digo que esta confianza tiene que ser de los dos lados. Yo necesito que la gente de mi equipo sepa que estamos haciendo algo que es muy bueno, que es muy positivo. Te lo cuento porque hay veces que, aunque haya avances, ves como un retroceso en el paciente. Al principio cuando empecé con esto, mi mirada era siempre hacia mí, porque creía que yo había hecho algo mal y por eso a esa persona no le estaba funcionando bien el entrenamiento…pero no es así. Ahora, ya después de muchos años, sabemos leer esas situaciones y yo llego con mi confianza y puedo decir: “no, lo que está pasando es algo muy lógico y es que tu cerebro está haciendo tiras y aflojas, está conectando a veces bien, pero otras veces vuelve al pasado, incluso todavía peor, porque viene como rebelándose” y entonces ¿qué tenemos que hacer?... pues engañar al cerebro, trabajarlo desde otra área. Ahora yo ya tengo esa confianza para tomar esas decisiones.