El boom del coaching y del desarrollo personal que estamos viendo en los últimos años y la explosión en las redes sociales de mensajes superficiales estilo Mr. Wonderful, son una verdadera lacra para profesionales de la talla de Anna Flores; profesionales que realmente tienen su foco y su compromiso en facilitar el cambio y trabajar por el desarrollo humano, y no tanto en conseguir ‘likes’ y seguidores en redes sociales.
Anna Flores, que ha creado su propio modelo de coaching, la Terapia de Reprogramación Integral, huye de todo este estilo ‘vende humos’ que solo contribuye a que la reputación del coaching esté por los suelos. Algo de razón no les falta a los psicólogos cuando critican a los coaches y los acusan de intrusismo. En el coaching, como en todo, hay que saber distinguir el grano de la paja.
Anna Flores insiste en que a pesar de que su instituto llega mucha gente rebotada de la psicología tradicional, es fundamental diferenciar cuál es el terreno del coach y cuál el del psicólogo. El coach trabaja con gente sana que quiere trabajar con conductas o hábitos, pero no con patologías. “En todos estos años me ha venido gente que, como digo yo, no es ‘coacheable’, explica- gente que está tan en el dolor, tan en la carencia, tan en el agujero que, cuando les preguntas qué quieren, no saben lo que quieren; y ese no es terreno del coaching”.
Su coherencia le ha hecho rechazar trabajos en importantes empresas “Me llamó una empresa para hacer un taller de motivación…¡es que yo huyo de esto!… Solo trabajo con empresas que me aseguran que quieren ayudar a una persona que está pasando por un momento difícil y la quieren ayudar, pero no para que produzca más, sino para que se sienta mejor”.
De todo ello y mucho más hablamos con Anna Flores en esta entrevista en la que esta reputada coach barcelonesa hace una radiografía de nuestra sociedad y reflexiona sobre cómo nuestro estilo de vida tan acelerado y poco reflexivo está contribuyendo a incrementar el nivel de sufrimiento y malestar.
Pregunta: Como coach, Anna, tú estás muy en contacto con la insatisfacción y el malestar de las personas. Parece que ya no todo vale para todo el mundo ¿Ha llegado a pedirte ayuda mucha gente rebotada de la psicología?
Respuesta: Esto es duro de decir porque a veces no es muy políticamente correcto, pero es así en mi contexto profesional. Yo hago un coaching específico, mi trayectoria es coaching con PNL [Programación neurolingüística] que ya no es el coaching ‘vende humo’ (…) Obviamente no me vienen personas que están encantadas con la terapia psicológica en la que están. Eso, sinceramente, no quiere decir que la psicología no funcione. Pero es que a mí me viene gente que lleva igual dos años haciendo terapia y no ha avanzado o se han quedado estancados (…) Claro, es que quien va a un terapeuta y le está funcionado, no viene a buscarme a mí para nada…bueno, a veces sí, porque cuando hacemos PNL resulta que tenemos herramientas que cortan como cables en nuestro cerebro y hay psicoterapeutas que nos recomiendan a sus pacientes para que los desencallemos. Estos son terapeutas inteligentes que saben que ellos están llegando a una limitación y que nosotros tenemos técnicas que desactivan automatismos y entonces resulta que ayuda con el proceso de sus pacientes.
P: Los psicólogos critican mucho a los coaches, los acusan de intrusismo ¿qué terreno es del coach y cuál es del psicólogo?
R: Yo lo que veo es que determinadas personas no son, como digo yo, ‘coacheables’…yo no puedo ponerles la etiqueta de qué patología puede haber detrás porque no soy psicóloga, pero el coaching es para personas que no tienen patologías. Nosotros trabajamos con gente sana que quiere trabajar con conductas o hábitos, pero no con patologías.
P: Pero la gente los confunde, no entiende muy bien para qué sirve cada uno…
R: Si viene alguien con miedo a algo, por ejemplo a hablar en público, y en dos sesiones ha hecho un cambio en ese contexto específico, la persona que lo experimenta lo ve como un resultado y esta persona te recomienda a otra que a lo mejor tiene un problema que es patológico…¡porque la gente no sabe exactamente por qué le ha funcionado! El coach no le dice al cliente o al coachee lo que tiene que hacer. Si tú empiezas a decir: “podrías hacer esto o lo otro”, eso ya no es coaching. En todos estos años me ha venido gente que no es ‘coacheable’. Hay gente que está tan en el dolor, tan en la carencia, tan en el agujero que, cuando les preguntas qué quieren, no saben lo que quieren; y ese no es terreno del coaching. Además, me parece una falta de respeto que, cuando alguien está sufriendo y está en el pozo, tú estés dos sesiones, como hacen algunos coaches, para que te den el objetivo…
P: ¿Qué pasa cuando una persona no es capaz de decirte el objetivo que quiere conseguir?
R: Es que esta persona está en modo terapéutico. Esto es algo que yo digo mucho en mis cursos a mis alumnos. Tú, no puedes jugar al hockey con las normas del waterpolo, porque son otras diferentes…entonces si yo hago coaching, tengo que hacer coaching, que es trabajar con estas personas que vienen con problemas que no son patologías, personas que tienen una dificultad seria y que quieren cambiar su vida pero que no saben por dónde empezar.
P: También se confunde mucho la imagen del coach con la de un acompañante a largo plazo…
R: Eso es lo que yo huyo y trato de transmitir a mis alumnos. La idea es que cuando las personas quieren este acompañamiento permanente, no es cocahing. El coaching con PNL no crea dependencia, no somos un bastón para apoyar, sino una herramienta para desencallar y conectar con el potencial de cada persona. En mi instituto no tenemos gente que quiera esto; más bien al contrario.
P: También tiene mala fama el coaching porque muchas empresas lo usan para que sus empleados estén mejor y sean más productivos, no tanto para cuidarlos…¿qué experiencia tienes en este campo?
R: En empresas huyo del coaching porque he detectado incluso que quieren que les dé mi informe final, que tú sabes que es confidencial. Solo trabajo con empresas que me aseguran que quieren ayudar a una persona que está pasando por un momento difícil y la quieren ayudar, pero no para que produzca más sino para que se sienta mejor. Yo solo hago este tipo de coaching. Me llamó una empresa para hacer un taller de motivación…¡es que yo huyo de esto!…me dijeron que querían un taller de dos horas y les dije: “tú no quieres un taller, tú quieres una charla…si tú no sabes motivar a tu equipo, ¿voy a venir yo a hablarles?, ¿de qué? Yo huyo de ese ‘humo’. Me enteré de que estaban pagando menos de 800 euros al equipo. Es una empresa que hacía un tipo de contrato que no cobraban ni 800 euros y las movían a cualquier punto de Cataluña. Vi tal explotación que dije; “cuando tú tengas una salud de buen trato, hablamos, pero yo no voy a venir a un equipo quemado porque no le tratas bien a que yo les hable ¿de qué?, ¿de que pueden confiar en ellas mismas, cambiar sus mentes y ser felices? Es que no es ni coherente. Huyo mucho de las empresas que quieren estoy.
P: ¿Crees que el coach tiene peor reputación ahora que hace unos años?
R: Últimamente cuando dices que eres coach te miran mal. Primero llegó como una moda y ahora estamos como en una cresta. La culpa de esto la tiene la pandemia y las redes: gente que hace frases y ya está, luego la contratas y es un desastre de acompañamiento. Esto se expande tan rápido que la reputación del coaching ahora está fatal.
P: El mensaje ese superficial de “si quieres, puedes,” que se atribuye tanto a los coaches, tampoco ayuda a mejorar esa mala reputación.
R: Ni tampoco ayuda el mensaje de “si los demás pueden, tú también puede” porque esto es muy típico también. Es ese pensamiento positivo que yo a veces critico. Efectivamente, pensar positivo es más saludable que pensar negativo, pero solo con pensar que puedo conseguir algo, no lo voy a lograr. En todo caso pensar que puedo me empujaría a empezar a actuar para que cambien las cosas, pero igualmente tengo que tener en cuenta mi contexto personal y mi psicología. Se trata de que cada persona se conozca para que sepa que lo que sí depende de ella puede lograrlo, pero que hay cosas que no dependen de ella…y no siempre hay un aprendizaje de todo. A veces todo eso son palabras vacías que dice la gente porque lo ve en las redes. Veo todo este ‘humo’ en esas cosas. Que otros puedan, no quiere decir que tú puedas; tú tienes que conocerte para saber qué hay en ti, para conectarte con todo ese potencial y tus recursos para dar los pasos necesarios, pero siempre es dando pasos, no solo pensando. Y conociendo también hasta dónde puedes llegar y qué es lo que te conviene.
P: Ese es un temazo Anna: “Tú tienes que conocerte”, dices…¿No crees que estamos demasiado desconectados de nosotros mismos en un mundo acelerado y lleno de pantallas que nos distraen?
R: Estamos desconectados de nuestro ser. Llámalo esencia…estamos desconectados de nuestro ser, de nuestro potencial, de nuestra alma. Es que este sistema pretende que las cosas sean así. Esta velocidad con que las cosas pasan, desde los anuncios, los coches, la comida rápida, voy pasando por el móvil de mensaje en mensaje, es todo rápido y no tengo tiempo para la reflexión. Estamos en una cultura audiovisual que nos manda mensajes y más mensajes que se procesan inconscientemente más que conscientemente y eso nos influye. Y no son mensajes positivos precisamente, porque este sistema capitalista de lo que vive es de la competitividad y de que nos sintamos peor que el vecino...es que no estamos conectados, no nos damos el espacio, ese tiempo para conectar y sin autoengaño, que no es fácil porque nos dejamos arrastrar por el sistema, la tele, las redes…
P: ¿A dónde crees que nos está llevando esta desconexión de nosotros mismos?
R: A los bebés ya los entrenamos desde muy pequeños a que no vayan adentro y esto es lo que se está sembrando…que no vamos adentro…ir adentro no es fácil. Lo digo yo, que me ha costado mucho cambiar y gracias a una enfermedad cambié. También te digo que yo era muy distinta y yo no iba adentro. Ir adentro me ha supuesto mucho dolor de conocerme, mis patrones de comportamiento, mis creencias, mis valores…que esos siempre han sido los mismos, pero no mis creencias asociadas a esos valores y mis comportamientos. Yo he podido cambiar y ser una persona distinta, pero te tienes que entrenar cada día. Si este sistema que tenemos no se para, crearemos maquinitas, robotitos humanos.
P: Por último Anna…¿En qué medida crees esta desconexión de nosotros mismos es la causa de tanto sufrimiento?
R: El hecho de esta vida que nos pasa tan rápido y que parece que nos exige esa rapidez porque si no, no somos productivos ni somos exitosos, hace que estemos más tiempo fuera intentando atrapar esos ritmos, que no yendo adentro. Para reconectar con quien yo soy, conmigo mismo, tengo que cerrar los oídos y la vista a lo de fuera… o sea, que mientras estoy en lo de fuera, en todo este ritmo, hay sufrimiento.