Puede que en las últimas semanas hayas oído hablar del síndrome de las piernas azules, relacionándolo con el COVID-19, pero no sepas exactamente a que se refiere, si es común, sus consecuencias o si deberías hacer algo para tratar de evitarlo si sufres esta dichosa enfermedad infecciosa. En estos tiempos en los que el dichoso COVID-19 parece estar repuntando conviene estar atento a todos los síntomas y consecuencias de la enfermedad, y parece que según un informe publicado recientemente las llamadas piernas azules es otra posible consecuencia para los casos de COVID persistente.
Esta secuela la ha documentado el doctor Manoj Sivan, de Reino Unido, que observo en un paciente de 33 años una inusual acumulación venosa de sangre en las piernas, denominada acrocianosis. Esta persona, tras ponerse en pie, veía como sus piernas se ponían cada vez más rojas, para luego volverse más azules con el paso de los minutos, y las venas más prominentes. Además aparecía una sensación de pesadez y picor en dichas extremidades. Este malestar desaparecía tras solo un par de minutos de reposo, fuera sentado o de pie, recuperando además su color habitual.
El diagnóstico fue claro, por mucho que las circunstancias de su aparición fueran sorprendentes. El paciente tenía ortostasis postura, una enfermedad que provoca un aumento anormal de la frecuencia cardiaca al ponerse de pie. Es un síndrome relativamente habitual, pero el hecho de que apareciera en un paciente que no la tenía anteriormente, como consecuencia del COVID-19 es algo que no se había registrado todavía.
Una investigación posterior del doctor Sivan y su equipo demostraron que este síndrome no es raro en pacientes con COVID persistente. De la misma manera también probaron que era igualmente frecuente la aparición de cierto nivel de disautonomía - mal funcionamiento del sistema nervioso autónomo - en este tipo de sujetos.
Se trata de una demostración más de que aún tenemos mucho camino por recorrer para conocer y ser conscientes de las secuelas del COVID largo. No obstante son casi dos millones de españoles los que lo sufren, cifrándose en la nada despreciable cifra de 600.000 personas los que llevan cargando con ello desde hace más de tres años.
Si piensas que puedes ser una de las personas que sufren este tipo de infección persistente, lo primero es que acudas a tu médico para que realice las pruebas necesarias y encuentre un tratamiento que mejore tus condiciones de vida. Y es que los síntomas de este COVID largo son muchos y muy molestos. Entre ellos podemos citas malestar tras hacer esfuerzos, mareos, confusión mental, palpitaciones, tos crónica, dolor torácico, sed, movimientos anormales, síntomas gastrointestinales, perdidas o cambios en el gusto o el olfato… Sí, unos síntomas un tanto amplios, pero nadie conoce tu cuerpo mejor que tú, por lo que si sufres de alguna de estas molestias de forma persistente, sin la aparición de otras enfermedades, quizás deberías acudir a un especialista.
No olvidemos algunas de las cifras del COVID persistente que denotan la importancia de esta infección. Según una encuesta realizada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, el 46% de las personas que sufren esta enfermedad están de baja o tienen dificultades notorias para realizar su trabajo. Esto ha hecho que el 9.5% de ellos haya perdido su trabajo como consecuencia de las dolencias, mientras que el 2.9% ha obtenido el certificado de incapacidad permanente debido al COVID largo. Unos números que para nada deben ser pasados por alto, y denotan la importante de este problema.