Desde pequeños nos enseñan la importancia de las vitaminas para sentirnos mejor en nuestro día a día. Sin ella, es probable que tengamos problemas en el desarrollo. Este mantra con el que los padres suelen convencer a sus hijos para que coman ciertos alimentos es una realidad, ya que las vitaminas son compuestos esenciales para el funcionamiento adecuado de nuestro organismo.
Aunque la cantidad necesaria de vitaminas es relativamente pequeña en comparación con otros nutrientes, su ausencia puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar. No en vano, si tenemos deficiencia de algunas de ellas, experimentamos síntomas que afectan desde la piel hasta el sistema nervioso.
Son muchos los tipos de vitaminas que hay, con lo que también se pueden dar numerosos síntomas en relación a la carencia de cada una de ellas. No obstante, hay algunos en los que debemos poner especial atención porque puede significar que debamos aumentar la ingesta de ciertos alimentos o suplementos vitamínicos para que lleguen a su nivel idóneo.
Cansancio generalizado y falta de aliento.
Caída del cabello.
Aparición de llagas bucales y sangrado en las encías.
Dificultades en la cicatrización.
Facilidad para padecer infecciones.
Problemas de visión.
Piel más pálida de lo habitual.
Pérdida de peso sin aparente motivo.
Cuando se percibe alguno de estos síntomas, es recomendable acudir al médico lo antes posible, pues será quien determine si se debe a una falta de vitaminas o si el origen es otro.
Si faltan vitaminas…
En cuanto a las diferentes vitaminas cuyo déficit puede provocar problemas de salud, podemos apuntar las más habituales:
Vitamina A. Esta vitamina es clave para tener una visión saludable, para la salud del sistema inmunológico y para la función celular. Su falta provoca problemas de visión nocturna y sequedad ocular. Además, puede debilitar el sistema inmunológico y que la piel esté seca, áspera y sea propensa a las infecciones.
Vitaminas del grupo B. Juegan un papel crucial en la producción de energía, en el funcionamiento del sistema nervioso y en la formación de glóbulos rojos. Cuando hay deficiencia aparece fatiga, debilidad, problemas de concentración, irritabilidad y hormigueo en las extremidades.
Vitamina C. Esencial para el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico, la síntesis de colágeno y la cicatrización de heridas. Su falta lleva a una mayor debilidad frente a resfriados y enfermedades, así como a una piel seca, áspera y propensa a moretones.
Vitamina D. Fundamental para la salud ósea, pues ayuda en la absorción de calcio. Su deficiencia se manifiesta en forma de debilidad muscular, dolor óseo y fracturas frecuentes. Asimismo, puede ser motivo de fatiga, depresión y susceptibilidad a infecciones.
Vitamina E. Antioxidante que protege las células del daño causado por los radicales libres. Si hay carencia puede resultar en piel seca, pérdida de cabello y debilidad muscular.
Vitamina K. Esta vitamina es muy importante para la coagulación sanguínea y la salud ósea. Una deficiencia puede llevar a problemas de coagulación, aumento del riesgo de hematomas y sangrado excesivo. Además, es importante para la absorción de calcio en los huesos.