Los brotes de legionela suelen ser frecuentes en verano, cuando el agua de ríos, embalses y fuentes está más presente en nuestra cotidanidad, porque es en estos ambientes en los que vive y se desarrolla la bacteria L. pneumophila, que provoca la legionelosis.
La legionela o legionelosis es una neumonía grave causada por la bacteria L. pneumophila, identificada por primera vez en 1976 tras el estudio de un brote de neumonía en una sala de convenciones de Filadelfia, en Estados Unidos. Los textos médicos la describen en 1977 y está vinculada al mal funcionamiento de los sistemas hídricos.
La bacteria L. pneumophila que provoca los brotes de legionela De forma natural acudimos a ríos, arroyos y embalses, pero también en otros ambientes como piscinas, fuentes públicas, aspersores, aguas termales, difusores de agua e incluso en los cabezales de las duchas o en la tierra húmeda que compramos para las plantas, según explica la Organización Mundial de la Salud.
La forma más habitual de transmisión de la legionela es por inhalación de aerosoles contaminados con las pulverizaciones, los chorros y las nebulizaciones de agua contaminada. La infección también puede tener lugar a través de la aspiración de agua o de hielo contaminados, sobre todo en pacientes vulnerables.
Las personas pueden infectarse con legionela al inhalar gotitas de agua que contienen las bacterias L. pneumophila. También, aunque menos común en personas que aspiren agua infectada. Esto ocurre cuando accidentalmente el agua llega a los pulmones al beber personas con dificultades para tragar.
Por lo general, la enfermedad del legionario, como también se le llama, no se propagan de una persona a otra, aunque se han dado casos en determinadas circunstancias.
La legionela está extendida por todo el mundo. No existe vacuna para prevenirla o tratarla. Los casos de legionelosis pueden ser mortales en personas con enfermedades respiratorias, de edades avanzadas o vulnerables por alguna enfermedad oncológica. En Europa, Australia y los Estados Unidos de América se detectan cada año de 10 a 15 casos por cada millón de habitantes, según datos de la OMS.
La forma no pulmonar de legionelosis puede provocar la enfermedad de forma leve con síntomas como fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, malestar general y dolor muscular.
La forma pulmonar es la más grave por infección de legionela y puede provocar la muerte. Los síntomas más característicos son: fiebre, pérdida de apetito, dolor de cabeza, malestar general y letargo,; algunos pacientes sufren también dolor muscular, diarrea y confusión. Los enfermos pueden tener una tos leve inicial y en algunos casos pueden escupir sangre. La gravedad de la enfermedad va desde una tos leve hasta una neumonía que causa rápidamente la muerte