Lleva todo el verano siendo tendencia en las redes sociales, donde miles de chicas enseñan qué alimentos quitarse o cómo hacerse un test diagnóstico en casa. Pero el SIBO no es solo que se te hinche la tripa, y actuar por nuestra cuenta, por el boca a boca o imitando influencers, sin el control de un médico es muy peligroso.
"A nadie con un problema de corazón se le ocurriría no ir al cardiólogo, ¿verdad? Pues lo mismo pasa con esto", enfatiza a EFE Silvia Gómez Senent, médica de aparato digestivo especializada en trastornos funcionales digestivos del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
Esta experta, autora de "Universo microbiota", que lleva viendo y diagnosticando sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO, por sus siglas en inglés) desde que empezó la residencia, reconoce que está habiendo un "boom", amplificado por las redes sociales. Todos saben de microbiota y todos creen tener SIBO.
Lo primero que hay que tener claro, subraya, es que el SIBO no es causa, sino consecuencia de un desorden en el ecosistema digestivo. Primer motivo por el que es inútil autodiagnosticárselo y empezar a hacer lo que le ha ido bien (o dice que le ha ido bien) a otra persona: si no se ataja la causa, volverá a aparecer.
Suele afectar más a mujeres, de edades entre 20 y 25 años y a partir de 45. ¿Pero en qué consiste? Resumidamente, en que determinadas bacterias de la -también ya viral- microbiota del intestino grueso migran al delgado porque algo ha perturbado su bienestar y "no están cómodas" donde solían alojarse antes.
Tiene síntomas muy inespecíficos: molestias abdominales, hinchazón, aumento de la percepción de los ruidos intestinales, gases, diarrea, estreñimiento, etc., enumera a EFE Carmen Aragón Valera, vocal del comité gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
"Pensar que todos los síntomas digestivos -alerta- son por sobrecrecimiento es peligroso porque pueden corresponder a patologías que necesitan tratamiento, como enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celiaca o intolerancias".
De un tiempo a esta parte, los especialistas están preocupados no ya tanto por el aumento de casos de SIBO, que sí que están notando, pero porque también se están incrementando las patologías digestivas como consecuencia de malos hábitos de vida. Gómez Senent acumula año y medio de lista de espera, y esa saturación explica en parte las búsquedas desesperadas de soluciones en la red.
Les inquieta sobre todo el autodiagnóstico y autogestión que se está haciendo del problema.
Basta una breve inmersión por TikTok o Instagram para ver miles de vídeos con millones de visualizaciones en el que alguien -en su mayoría chicas jóvenes- ofrecen sus trucos para quitarse de encima este incómodo problema que les hincha la tripa: qué alimentos dejar de comer, cómo hacer la compra en el súper, tratamientos "alternativos naturales" a los fármacos...
"Ahora todas las jóvenes que no tienen la tripa plana, que somos la mayoría, se lo achacan al SIBO", y entonces empiezan a "hacer restricciones alimentarias muy importantes. Y claro, la tripa baja, pero porque no comes". Además, "a todos se nos hincha la tripa después de comer. Así que si no comes, pues tampoco te hinchas".
Las búsquedas en Internet suelen arrojar como solución dietas como la FODMAP (de las siglas en inglés Fermentable, Oligosaccharides, Disaccharides, Monosaccharides y Polyolsbaja, es decir, baja en carbohidratos fermentables), pero que los facultativos prescriben dependiendo del caso.
Porque el problema de eliminar alimentos, y más si se hace sin supervisión médica, es que con el tiempo, la microbiota se hace perezosa, con lo que cada vez le va a costar más digerir la comida.
Y se suma otro, que ya ha llegado a las consultas: a medio plazo, estos comportamientos derivan en trastornos de conducta alimentaria (TCA). "Dejan de comer para no hincharse", sintetiza la especialista.
El diagnóstico de SIBO se hace mediante endoscopia o con el conocido como test de aliento, nada invasivo, cómodo y accesible, disponible incluso por Internet a un precio que ronda los 60 euros; sin embargo, ni es 100 % sensible ni 100 % específico, y deja unas cifras de falsos positivos nada desdeñable, coinciden las doctoras.
Ahí es donde cobra aún más importancia el criterio médico: "El comentario del laboratorio diciendo que es 'compatible con el sobrecrecimiento -avisa Gómez Senent- no es un diagnóstico', y muchas veces ni siquiera es correcto".
En el resultado de la prueba influye lo que se ha comido antes, si estás estreñido o con diarrea, si has respetado los tiempos o si te has movido demasiado, pero muchos no lo saben.
"Yo les pregunto desde su nacimiento, si fue por cesárea o por vía vaginal, si tuvo lactancia materna, si han tomado antibióticos, qué enfermedades han tenido, cuál es su patrón de frecuencia defecatoria, cómo son sus digestiones.... Eso da mucha información para saber cómo se ha ido conformando su microbiota", explica la doctora.
De modo que de nada sirve hacerse uno mismo una prueba sin un experto que se la interprete. Pero es que además, el SIBO se trata convencionalmente con antibiótico, que solo un médico -no un nutricionista- puede recetar.
Son antibióticos específicos, dependiendo del sobrecrecimiento que se trate (puede ser por gas hidrógeno, metano o sulfuro); uno de ellos es la rifaximina, que no absorbe el intestino -y por lo tanto, no le sienta mal como otros antibióticos-, sino que "actúa como una aspiradora", llevándose todas las bacterias que no deberían estar ahí.
Después, para restablecer el equilibrio a la microbiota alterada, se dan probióticos, que también los hay de varias clases.
Sin embargo, Gómez Senent vuelve al principio: si no se trata el origen del SIBO, las bacterias van a seguir migrando. "El sobrecrecimiento es lo primero que da la cara y lo que pone la voz de alarma, pero hay que rascar, porque puede ser una intolerancia, pero puede ser algo más grave".
Y aunque "claro que no te vas a morir de SIBO", sí que afecta, y mucho, a la calidad de vida de los pacientes, que "tienen que estar pendientes siempre de tener un baño cerca, de lo que comen o de lo que beben", sin olvidar que puede llevar asociado una mala absorción de nutrientes, vitaminas y minerales.
Por eso "es tan importante que, antes de plantearte una prueba, ni siquiera una presunción de diagnóstico, te vea un especialista", concluye.