Hacer conservas caseras, ya sea de tomate o incluso de garbanzos, entre otras muchas opciones, permite comer alimentos de mayor calidad, sin conservantes, colorantes ni aditivos durante más tiempo y, a su vez, reducir el impacto medioambiental.
En otras palabras, no solo facilita a reducir los residuos, sino que permite tener acceso a alimentos de temperada durante todo el año. No obstante, a la hora de llevarlo a la práctica es importante seguir unas pautas concretas, ya que en caso de no hacerlo de forma correcta y segura, puede suponer un riesgo para la salud, a veces irreversible.
Por ello, antes de introducir ningún alimento, independientemente de cuál, es fundamental hacer una buena limpieza del recipiente, lo que incluye desinfectar y esterilizar el tarro de cristal, así como también “tener en cuenta el tratamiento térmico y el cierre hermético”, indican desde el departamento de salud de la Comunidad de Madrid en su página web.
El botulismo es, según los expertos, el principal riesgo vinculado a las conservas caseras. Una enfermedad grave y en ocasiones mortal causada por una toxina producida por una bacteria denominada Clostridium botulinum, la cual pasa desapercibida, ya que no provocan cambios en el olor o sabor del producto. “Al multiplicarse en un alimento, esta bacteria elabora una toxina, que es uno de los venenos más activos que se conocen y que permanece en el alimento sin alterarlo a simple vista. El botulismo aparece por la ingestión de esta toxina”, explican.
Los alimentos en conserva envasados, preservados o fermentados en casa de manera incorrecta pueden crear las condiciones necesarias para que las bacterias produzcan dicha toxina, que afecta al sistema nervioso y puede causar dificultad para respirar e incluso una parálisis muscular.
“Las condiciones anaeróbicas (sin oxígeno) de los envases son ideales para que la bacteria crezca y produzca la toxina”, apunta Miguel Marcos, médico internista del Hospital Universitario de Salamanca, a través de sus redes sociales.
Para evitarlo, tal y como explican desde el departamento de Salud de la Comunidad de Madrid, es necesario adoptar unas medidas de prevención, desde la preparación hasta el consumo de las conservas caseras.
Por ejemplo, añadir especias, ajo o hierbas al aceite ayuda a inhibir el crecimiento de Clostridium botulinum, así como también es esencial escoger los frutos frescos en su punto justo de maduración, eliminar los rotos, golpeados o incluso aquellas zonas agrietadas y, por supuesto, lavarlas con agua potable.
Los expertos, por su parte, recomiendan calentar al baño maría los botes una vez llenados y sin ponerles las tapas. Un gesto que “asegura que el vacío se haga perfecta una vez terminada la conserva”.
Asimismo, antes de consumir conservas caseras, se suele aconsejar calentar a 80ºC durante unos 10-20 minutos como mínimo para destruir la toxina que pudiera estar presente.