Un equipo de investigadores ha desarrollado una vacuna experimental contra el virus de Epstein Barr, un microorganismo capaz de causar la mononucleosis. Esta enfermedad, que ha infectado a más del 95% de la población, puede alterar el sistema inmunitario décadas después. Es decir, puede volver a reactivarse después de haberla padecido, ya que se queda en el organismo. Diferentes estudios muestran que está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple y algunos tipos de cáncer. "Existe una necesidad mundial de nuevos avances", mencionan en la revista.
Según anuncia ‘Nature Communications’, los investigadores Vijayendra Dasari y Rajiv Khanna, han diseñado una vacuna que se dirige a los ganglios linfáticos y que activa diferentes mecanismos del sistema inmune. Esto serviría de barrera para prevenir la infección o el desarrollo de la enfermedad del beso en los pacientes. Pero todavía hay que esperar para ver si funciona en animales y en humanos.
Los resultados de la vacuna son prometedores. Un grupo de 36 ratones, modificados genéticamente para simular características de los humanos, produjeron anticuerpos y células inmunitarias para hacer frente al virus durante siete meses. Pero eso no es todo. Se observó que los animales podían controlar el crecimiento y la propagación de algunos tumores relacionados con esta infección.
Aunque no existe vacuna para este virus, son muchas las farmacéuticas que ya están desarrollando sus propias fórmulas. Sanofi ha demostrado, gracias a su modelo experimental, una eficacia en grupos de animales de laboratorio. Moderna dispone de una fórmula que está testando en un grupo de voluntarios. Y en Estados Unidos han iniciado un ensayo con 40 voluntarios que durará cuatro años.
Durante décadas, se ha tenido la creencia de que la enfermedad del beso era inofensiva. Pero no es así. Un estudio de la Universidad de Harvard vincula este virus con la esclerosis múltiple, ya que las personas infectadas tenían 32 veces más riesgo de desarrollarlo que otras que no habían tenido contacto con el microorganismo. Se trata de un virus que no es eliminado por el sistema inmunitario, sino que permanece en el cuerpo y puede volver a reactivarse y a transmitirse años más tarde.
Otros estudios independientes apuntan a que también existe ese vínculo con el linfoma de Hodgkin, el cáncer de estómago, del sistema linfático o del tracto nasofaringero y la enfermedad de Parkinson así como diferentes enfermedades de la piel como el síndrome de Gianotti-Crosti, el eritema multiforme y leucoplasia vellos, según La Opinión de Málaga.