Como muchos otros grandes descubrimientos en la historia, la terapia con muñecas fue descubierta por casualidad. Anne Burnnet, directora del The Limes Care Home, un centro de personas mayores con demencia en Estados Unidos, se dio cuenta de que los pacientes con demencia o deterioro cognitivo suelen vivir episodios de regresión al pasado en los que confunden sus antiguos recuerdos con el presente, se desorientan y se agitan cuando se les intenta volver al presente. Burnnet observó que en el momento en que a estas personas se les acercaba un osito de peluche o una muñeca, se calmaban casi instantáneamente y cambiaban incluso la expresión de su cara; se percató de los beneficios tanto anímicos como funcionales que generaba en los pacientes de su residencia el uso de esta terapia.
De ahí nació esta intervención conocida como Doll therapy o terapia con muñecas que, para las personas que han perdido sus puntos de referencia, que no son capaces de expresar sus miedos y emociones y que en muchos casos no reconocen ni a sus familiares ni a sí mismos, puede ser un canal que les permita expresarse con mayor facilidad.
La terapia con muñecas consiste en ofrecer una muñeca a una persona con deterioro cognitivo con el objetivo de que la cuide (no que juegue con ella) y experimente esa manifestación de cuidado y afecto como algo placentero.
Según la psicóloga Nuria Carcavilla, una de las mayores expertas en nuestro país en terapia con muñecas, este tipo de trabajo “se caracteriza por la introducción de muñecas como complemento a diversas intervenciones clínicas y sociosanitarias con el fin de reducir los síntomas psicológicos y conductuales de las demencias. Con esta terapia se responde a las necesidades de apego de la persona con demencia, ya que le permite experimentar emociones que ha sentido en el campo de las relaciones significativas del pasado (con los padres), donde sus necesidades de protección y seguridad estaban cubiertas”, explica Carcavilla en un artículo publicado por la Universidad Pública de Navarra, (2021).
La mayoría de los autores coinciden en que son innumerables los beneficios que aporta la terapia con muñecas, entre ellos que pueden ayudar a reducir la agitación y agresividad, tanto física como verbal, incrementa la sensación de bienestar, aumenta la interacción con el entorno, ayuda a expresar sus emociones y que pueden ser una respuesta alternativa a sus necesidades de apego.
Otros expertos también destacan que además de reducir la agitación y la angustia en personas mayores con problemas de conducta y demencia leve o moderada, la terapia con muñecas favorece la comunicación entre el cuidador y el paciente, de modo que la persona mayor mejora en su interacción social con su cuidador o cuidadores ya sea del entorno residencial o familiar.
La fundamentación teórica de la terapia con muñecas está basada en la Teoría del Apego de John Bolwby (1979) en la Teoría del Objeto Transicional de Winnicott (1951) y en la Atención Centrada en la Persona desde la perspectiva de las demencias de Tom Kitwood (1992), que consideraba que el bienestar de las personas con demencia, es el resultado directo de la calidad de las relaciones que mantienen con quienes les rodean.
El enfoque de la Atención Centrada en la Persona (ACP) cada vez más extendido en Europa, América del Norte y Australia, promueve principios y valores tan básico como el reconocimiento de cada persona como ser singular y valioso, el conocimiento de sus biografías y la apuesta por favorecer la autonomía de las personas mayores, su interdependencia con su entorno social y la importancia de los apoyos.
De modo que la terapia con muñecas es algo que no se entiende separado de la Atención Centrada en Persona. Como explica Carcavillas, “La implementación de esta terapia no consiste en tan solo ofrecer una muñeca: se trata de un procedimiento complejo donde el profesional ante todo debe crear un contexto de seguridad para que la persona con demencia pueda entrar en contacto (o no) con la muñeca. Por ello, la formación del personal y las familias resulta imprescindible para poder integrar la intervención dentro de un plan de atención y vida desde el enfoque de la Atención Centrada en la Persona, creando condiciones emocionales para satisfacer las necesidades humanas de las personas con demencia”
Es por ello que la muñeca terapéutica no puede ser cualquier muñeca, sino solo aquellas que presentan un aspecto casi real, fabricadas con plástico o goma. Deben tener cabello, uñas, pestañas y los ojos siempre abiertos -para facilitar el contacto visual- o en su defecto párpados que se abren y cierran. Deben ser fáciles de acunar y se deben poder mover sus extremidades con facilidad. Al ser de plástico o goma son una buena opción para las personas mayores que quieran bañarla y cambiarle el pañal.
Una vez elegida la muñeca adecuada, y antes de incorporar la muñeca a la rutina terapéutica -ya sea en una residencia o en el entorno familiar- es importante tener en cuenta algunas cuestiones, como se explica en este artículo :
A pesar de todos los beneficios que hemos señalado, la terapia con muñecas no está libre de controversias entre los profesionales de la psicogerontología, medicina y familiares.
El principal dilema ético relacionado con la terapia con muñecas es la creencia de que el uso de la muñeca puede infantilizar y disminuir la dignidad de la persona con demencia ya que, para muchas personas, el hecho de dar a un adulto una muñeca podría ir en contra de todo por lo que los terapeutas trabajan para escapar de la infantilización. Por eso, según los expertos que defienden el uso de esta terapia, la única forma de disfrutar de los beneficios que aporta la terapia con muñecas es asegurarnos siempre de tratar a todos los adultos como adultos, con respeto por el conocimiento de su vida y las contribuciones que han hecho a quienes los rodean a lo largo de los años. Una muñeca no debería cambiar el trato digno.
Otro tema que genera controversia es si el uso de muñecas en terapia con personas con demencia es o no una manera de engañar a la persona mayor. Esto es algo que preocupa también a los familiares de las personas mayores, que en ocasiones pueden sentir que el centro de día o la residencia no valora a su ser querido como un adulto maduro. En estos casos es responsabilidad del terapeuta explicar que el uso de la muñeca no es ni un juego, ni un engaño, ni una falta de respeto, sino una herramienta tanto de estimulación cognitiva como de conexión, ya que permite interacción, expresiones y reminiscencia con la persona mayor. Es decir, una nueva posibilidad para entrar en su mundo y desde ahí, poder responder a sus necesidades.
En definitiva, usar muñecas como herramienta en una terapia no significa infantilizar a la persona mayor, sino proporcionarle una herramienta que le permita rememorar ciertos recuerdos y hacerle sentir emociones olvidadas.