En la primera década del siglo XXI aparecieron algunas de las consideradas mejores series de todos los tiempos. Los estudios apostaron por realizar productos televisivos con una calidad similar al cine. Este fenómeno se multiplicó con la aparición de las plataformas de contenidos, donde se “subían” todos los episodios a la vez, eliminando así la tradicional espera de un día o de una semana para ver el siguiente.
Esta tendencia provocó que algunos aficionados dejaran salir su necesidad desmedida por consumir el producto, la cual les llevaba a darse auténticos atracones o, como se conocen en inglés, binge watching. Quien más y quien menos ha perdido horas de sueño enganchado a una serie. A fin de cuentas, cuando acaba un episodio y la trama queda en el aire, ver el siguiente es tan sencillo como darle a un botón –y en ocasiones, ni eso–.
Sin embargo, si esta adicción pasajera se convierte en habitual, se puede considerar un problema mental. “Se trata de un fenómeno que incide en la rutina habitual de los individuos. Este hecho les hace perder el control sobre sus tareas y responsabilidades diarias, sufren de incapacidad para tomar decisiones y acaba afectando negativamente a todos los ámbitos de su vida creando consecuencias de forma ascendente”, explican en la clínica CC Adicciones.
Cuando el ocio se convierte en adicción, comienzan a aparecer los síntomas que pueden afectar a la salud mental de las personas. Entre dichos síntomas hay que apuntar los siguientes, tal y como menciona esta misma clínica:
Este proceso de adicción desembocará en una serie de consecuencias que son las que han de evitarse. Entre ellas se pueden señalar las siguientes: aparición de dolores físicos, disminuye la capacidad de atención o de memoria, empeoran los hábitos alimentarios, aumenta el sedentarismo y, como consecuencia, las opciones de tener problemas cardiovasculares, y aparece la ansiedad y la depresión.