Trastorno afectivo estacional: ¿por qué el verano te pone triste?

Cuando hablamos de primavera y, sobre todo, de verano, pocas veces nos referimos a estas estaciones como las causantes de un problema relacionado con la depresión. No en vano, la época estival suele ser sinónimo de vacaciones, de buen tiempo, de días interminables y de pasar buenos ratos con amigos y familiares. Pero no siempre es así, en verano también puede producirse un trastorno afectivo estacional (TAE).

Síntomas del trastorno afectivo estacional

Si bien es cierto que este tipo de trastorno es más propio de los meses más fríos del año, ya que se aminoran las horas de sol, las temperaturas caen y apenas hay tiempo para el esparcimiento, también puede darse en los meses veraniegos. Sea como fuere, los principales síntomas que el National Institute for Mental Health de Estados Unidos apunta para detectar cualquier tipo de trastorno afectivo estacional son los siguientes: 

  • Sentirse deprimido gran parte del día.
  • Perder interés en las actividades que antes se disfrutaban. 
  • Experimentar cambios en el apetito o variar de peso.
  • Tener problemas para dormir. 
  • Sentirse lento o agitado.
  • Disponer de poca energía. 
  • Sentirse sin esperanza o inútil. 
  • Presentar dificultades para concentrarse.
  • E incluso dar paso a pensamientos sobre la muerte o el suicidio cuando la depresión es muy profunda.

¿Y si sucede en verano?

Como hemos apuntado, lo más habitual es que este trastorno se produzca especialmente en invierno debido a los cambios en los ritmos circadianos y a que se reducen las horas de luz, lo que afecta directamente a nuestro organismo. Sin embargo, hay ocasiones en las que las personas lo experimentan precisamente en el momento contrario, cuando los días se alargan. En este caso, el citado instituto estadounidense enumera unos síntomas específicos adicionales a los ya expuestos:

  • Tener dificultad para dormir (insomnio).
  • Experimentar falta de apetito y, por lo tanto, una pérdida de peso.
  • Sentirse inquieto y agitado. 
  • Tener ansiedad.
  • E incluso experimentar episodios de conducta violenta.

Motivos de este trastorno

Los motivos para sufrir este trastorno son complicados de determinar, ya que entran en juego elementos psicológicos. Eso sí, hay que apuntar factores que ayudan a tener algunos de los síntomas. Las altas temperaturas provocan que el sueño no sea tan reparador, lo que lleva a padecer episodios de insomnio, con lo que este problema puede suponer para el cuerpo humano y, sobre todo, para el descanso del cerebro. Las altas temperaturas también llevan a tener una mayor inapetencia a la hora de ingerir ciertos alimentos, lo que puede devenir en no suministrar al organismo con los nutrientes necesarios.

Por otro lado, hay que apuntar precisamente el carácter festivo del verano. Se supone que es una época de disfrute y esparcimiento en la que la mayoría de las personas o se marchan de vacaciones o pasan más tiempo de diversión con amigos o familiares. Esta sensación se incrementa con las redes sociales, donde quien más y quien menos expone los buenos momentos estivales. Tal necesidad de pasarlo bien puede hacer mella en aquellas personas que se sientan solas, que no tengan la posibilidad de disfrutar del mismo modo o simplemente de irse de vacaciones; hasta tal punto que lleguen a sentir ansiedad y experimentar un fuerte deseo que pase lo antes posible el verano.