La vida es como una montaña rusa, dicen muchos. Unas veces estamos arriba y otras abajo. Cierto. Como explicábamos en este artículo de NIUS, nuestra condición de seres emocionales, conectados con nuestro entorno, nos aboca a vivir en un vaivén de emociones cambiantes que muchos expertos han descrito como "la esencia misma de la vida".
Pero ¿qué ocurre cuando el hecho de vivir en esa montaña rusa es tan exagerado y los subidones y bajones son tan abruptos que condicionan nuestra vida y afectan a nuestro funcionamiento normal hasta el punto de invalidarnos?
La montaña rusa ha servido muchas veces como metáfora para explicar lo que es un trastorno bipolar (TB): un grave problema de salud pública que afecta a entre el 1 y 2 % del total de la población, y en el que en torno al 40 % de personas afectadas pueden volver a recaer incluso con un tratamiento adecuado.
Los trastornos bipolares -se denomina en plural porque hay varios tipos, bipolar I, bipolar II y bipolar no especificado- se caracterizan por episodios de manía y depresión que pueden alternar, aunque en muchos pacientes predomina uno sobre el otro. Según el manual diagnóstico DSM-V Se desconoce la causa exacta, pero pueden estar implicados la herencia y ciertos cambios en las concentraciones de los neurotransmisores cerebrales y factores psicológicos.
Aunque Primavera intermitente está interpretado por actores de la talla de Emma Ozores, Paula Ezcurra y Juan Carlos Naya , el trastorno bipolar, es el verdadero protagonista del último cortometraje de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental que ha sido presentado esta semana en Madrid con el objetivo de dar a conocer y desestigmatizar una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo.
El film, que ha sido dirigido por José Cabanach y producido por Questión de Imagen Producciones, muestra desde la ternura una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo y cuyas consecuencias en la sociedad, si no se trata a tiempo, pueden ser significativas.
La directora médica del cortometraje y catedrática de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco, Ana González-Pinto, señalaba en el acto de presentación que la intención del cortometraje era la de “dar visibilidad a las personas con un diagnóstico de trastorno bipolar. Queríamos mostrar la importancia que tiene el apoyo mutuo, así como enfatizar las fortalezas que están presentes en todos, sean o no diagnosticados de una enfermedad. En ese sentido queríamos luchar también contra el estigma”.
El estigma es una auténtica lacra social que el TB comparte con muchas otras enfermedades mentales. Pero la realidad es que la enfermedad mental en general, y el TB en particular, no son algo que nos define como personas; tampoco debería ser visto como algo que no nos impide desarrollarnos plenamente como persona. De hecho, la FEPSM pone hincapié en que con el temprano tratamiento se logra un mejor pronóstico. Desde el punto de vista social, la FEPSM entiende que hay que “eliminar el estigma y poder acceder al empleo y a la completa participación social”.
Mercedes Navío, jefa de la Oficina de Salud Mental y Adiciones de la Comunidad de Madrid destacó en su intervención que “la autoestigma es el último enemigo a batir. El que haya referencias y ejemplos como actores o artistas es muy importante. Los actos que realizan y su influencia están muy por encima de las palabras”.
Uno de estos ejemplos es el actor Javier Martín, conocido por sufrir un trastorno bipolar y que participó en el coloquio posterior a la presentación del cortometraje donde insitió en “que debemos ser conscientes de que el 25% de la población va a sufrir una enfermedad mental y debemos normalizarlo. En mi caso, lo más importante de la vida lo he aprendido de mi enfermedad”.
Por su parte, Emma Ozores, una de las protagonistas del cortometraje señaló que “las asociaciones son clave, ayudan a dar visibilidad. La expresión emocional a través del arte también es concluyente”.
La presentación de este cortometraje tuvo lugar en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y contó con las intervenciones de la Dra. Mercedes Navio, jefa de la Oficina de Salud Mental y Adiciones de la Comunidad de Madrid; Ana González-Pinto, catedrática de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco; Emma Ozores, protagonista del cortometraje; Javier Martín, actor y autor del libro de ‘Bipolar y a mucha honra’; José Manuel Montes, jefe de sección de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal y Víctor Pérez, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental.
Primavera intermitente, dirigido por José Cabanach, interpretado por Emma Ozores, Juan Carlos Naya y Paula Ezcurra y producido por Questión de Imagen Producciones, muestra desde la ternura una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo y cuyas consecuencias en la sociedad, si no se trata a tiempo, pueden ser significativas.
Fundada en el año 2000, la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental tiene por objeto contribuir al conocimiento, desarrollo y perfeccionamiento de la psiquiatría y la salud mental, así como al de sus disciplinas afines, a través de reuniones, publicaciones, actos científicos, desarrollo de investigaciones otras actividades culturales y científicas.
Primavera intermitente es el segundo de una serie de tres cortometrajes que la Fundación ha realizado sobre salud mental, dentro de una estrategia general que pretende mejorar la cultura en salud mental y la excelencia de la psiquiatría.