El calor empieza a hacerse notar y a pocos días para que empiece el verano de forma oficial, el cambio de armario se va haciendo cada vez más necesario. Entre las prendas imprescindibles de los meses estivales se encuentra el calzado de verano, pero nuestros pies pueden sufrir si se realiza un cambio brusco.
La experta podóloga Neus Moya, quien triunfa en las redes sociales dando consejos sobre el cuidado de los pies y calzado respetuoso, ha hablado con Informativos Telecinco para darnos unas pautas básicas a seguir en cuanto a la salud de los pies, especialmente la de los más pequeños de la casa.
Neus, con más de 322 mil seguidores en Instagram, ha revolucionado la forma en la que miles de padres acuden a comprar calzado a sus hijos. Con el llamado ‘testeo’, una serie de observaciones para tener en cuenta sobre el zapato se puede ver si el calzado es respetuoso con la forma del pie.
Aunque son los “grandes olvidados” de nuestro cuerpo, cada vez se es más consciente de la importancia de los pies para evitar posibles lesiones futuras que mermen nuestra salud.
Calzado de verano para los más pequeños
Neus Moya aconseja que para “empezar a poner calzado de verano a los más pequeños es necesario que las primeras veces se lo pongan con calcetines”
Destaca que “la piel de los más pequeños es más delicada y el pie lleva todo el invierno encerrado y protegido. Es habitual que, al ponerle zapato de verano, por finas y flexibles que sean las tiras, puedan producir rozaduras. Además, el pie debe estar correctamente hidratado”
Los zapatos de verano de los más pequeños deben cumplir unos requisitos básicos:
Sujeción: el zapato debe estar completamente sujeto, nunca debemos usar chanclas en niños. En primer lugar, porque les obliga a hacer una garra con los dedos para sujetar el zapato. En segundo lugar, por la inestabilidad y el aumento de probabilidad de caídas.
Trasera: siempre debe estar sujeta, ya sea con una sola tira o con toda la estructura. Si es una tira, se aconseja que no sea elástica. Si lo es, puede salirse el talón del zapato al hacer un movimiento lateral.
Puntera: en niños más pequeños se recomienda que sea cerrada para evitar accidentes. Los mayores que están en una fase de maduración de la marcha pueden llevar puntera abierta, pero con sentido común. Si van al parque o en bicicleta preferimos punteras cerradas.
Suela: fina, sin drop (igual por delante que por detrás), y muy flexible. Debe ser dura (no amortiguada).
Plantilla: no debe llevar elemento anatómico (puente) para favorecer la formación del puente del peque. Este se formará solo, sin ayuda de ningún zapato.
Patologías típicas del verano
El verano es época de playa y piscina, y las mismas patologías infecciosas, se repiten año tras año. La experta asegura que son muchas, pero las más comunes son tres:
Verrugas plantares: infección vírica causada por el virus del papiloma humando, que cursa con pequeñas tumoraciones (completamente benignas) que ocupan la epidermis y dermis.
Dermatomicosis: Infección fúngica causada por los hongos.
Ambas se contagian al contacto con superficies cálidas y con humedad: duchas públicas, piscina, gimnasios…
Dactilitis de piscina: no es infecciosa y se puede producir en manos y pies. Se producen lesiones en los pulpejos, por la humedad y la fricción constante con el suelo y bordes antideslizantes de las piscinas. La mayor parte de las veces no requiere tratamiento, y se pasa con descanso de piscina.
¿Cómo evitarlas?
Neus Moya afirma que para evitar cualquiera de las patologías es fundamental una buena prevención. Y eso se hace protegiendo el pie.
Cangrejeras de playa: se pueden mojar y se secan rápidamente. Ideales para ir a la playa o la piscina, especialmente para el momento de más riesgo, la ducha. Con ellas puestas se puede quitar toda la arena y tenemos contacto directo cero con la superficie de la piscina.
Calcetines de agua: los hay de tela, que no son estancos, o de látex (estancos totalmente). Ideales para evitar contagios en las piscinas tanto en verano como en cursillos de invierno. Mejor que sean altos para no perderlos dentro del agua.
La podóloga aconseja “proteger el pie de nuestros peques para evitar meses de tratamientos después”