De todo se sale, hasta del bombardeo de anglicismos con el que intentamos definir el amor contemporáneo, las relaciones y sus pelos en la ducha. Aún no nos hemos recuperado del 'bread crumbing', del ghosting y su falta de compromiso emocional propio de una nutria tullida, y ya tenemos que tomar aire y aprendernos nuevos términos que definen las catacumbas del amor y sus misterios. Porque ahora no solo se trata de conocer a alguien, sino de identificar lo antes posible la letra pequeña, el regalito envenenado.
Hace falta tiempo y algo de olfato (o muchas citas de Tinder que acaban en bostezo) para identificar algunas de las peores dinámicas a las que nos podemos enfrentar cuando conocemos a otro ser humano y le proponemos hacer gatitos y comprar muebles de Ikea, que como todo el mundo sabe, es la unidad de medida de las parejas que duran. Hablamos del ‘love bombing’, una de las técnicas de manipulación en las relaciones 2.0.
El salseo con este término empieza en 1970 y la Unification Church of the United States, una secta estadounidense que acuñó el término con las dinámicas perversas de los líderes del culto hacia sus miembros.
Para manipularlos, los falsos profetas utilizaban sobredosis de amor y los hacían sentir protegidos e incapaces de enfrentarse al mundo exterior. Los envolvían en una tela de afecto excesivo. Así no podían escapar. “Ata a esa virgen al altar y dególlala, que luego te daré abracitos”. “Por cada bomba que pongas en un centro comercial, un besito en la frente, bb”.
Es maravilloso pensar cómo el lenguaje del mal atraviesa la historia. Hemos pasado de líderes religiosos que manipulan a sus acólitos con chutes de cariño y protección a crear un término de lo más centennial y millennial que sirve para definir… bueno, el clásico ‘te la ha colado’ que le decimos a unx amigx que hemos recogido del suelo cuando queremos consolarlx después de que su última conquista se portara como el malo rico de Titanic.
'Love bombing' significa literalmente ‘bombardeo de amor’, y es una técnica tan pavloviana y falta de humanidad como dar amor y quitar amor en dosis radicales. Del blanco al negro. De cero a cien, con su dosis de amargura por el camino. Quienes lo practican conscientemente pueden rozar la sociopatía y mostrar rasgos narcisistas que les permiten identificar las debilidades de sus víctimas. Por decirlo así: al convertir al sujeto amoroso en dependiente de ellos a base de intensificar la relación y degradarla ven recompensada su ‘hambre’ de control. ¿Vampiros emocionales? Vampiros emocionales.
Si sufrimos 'love bombing', lo más probable es que pasemos por varias fases antes de quedar más maltrechxs que Leonardo Dicaprio cuando quiso conocer el fondo del mar.
Fase de idealización. La bomba de amor impacta, lanza la metralla emocional y produce una cierta ceguera inicial, la del crush o enamoramiento sin fisuras. Veremos la relación en términos absolutos. Nos sentiremos colmadxs por la otra persona, que se muestra atenta y excesiva en un grado que roza lo psicopático (aunque no logremos verlo)
“Me habla todos los días”. “Dice que me echa de menos hasta cuando está recogiendo la caca de su perro carlino”. “Quiere quedar todo el rato”. “Me manda emojis en arcanas combinaciones. ¡Están hechos para mí, porque hablamos el mismo lenguaje, el del amor!” (grito gutural al vacío). “Le gusto hasta con el pelo sucio”. “Se ha entregado, y yo también”. “Es el elegidx”.
Fase de contaminación o devaluación: De pronto, la persona que parecía maravillosa y te colmaba empieza a comportarse mal. A diferencia de otras técnicas de manipulación emocional, el love bombing se basa en que el vampiro emocional cambia radicalmente su comportamiento sin pasar por grados intermedios. Un día nos quería. Al otro, arranca de cuajo en nosotros el afecto y la atención con los que nos sentíamos protegidxs.
Recibirás desdén, frialdad, malos modos, pasivoagresividad, comentarios no solicitados, victimismo y un sinfín de actos que minan progresivamente nuestra inseguridad. La persona que hace ‘love bombing’ nos quiere fuertecito en la primera frase y ofrece protección; en esta segunda fase, mina la relación y nos castiga. Nos hará sentir culpa, que somos lo que falla, que no nos esforzamos lo suficiente.
La relación se vuelve cruel, pero no es tan fácil verlo si no tenemos las herramientas emocionales adecuadas. De hecho, las personas que pasan a la segunda fase suelen castigarse a sí mismas y se culpan por el comportamiento del vampiro. Ya están en su red. Es posible que la persona que hace love bombing detecte el momento en el que estás a punto de mandarle a freír monas y vuelva a ser ese corderito disfrazado de seductor o seductora contigo. El círculo se reiniciará, y volverá a convencernxs de que está ahí para nosotros.
Esta fase de dar amor y quitar amor puede repetirse hasta el infinito, si la víctima no corta de raíz y se aleja.