Dos de los eventos cardiovasculares más temidos son el infarto de miocardio y la angina de pecho estable, ya que son peligrosos para nuestra salud. Ambos se manifiestan con síntomas similares, pero eso no quiere decir que no se diferencien, ya que ni la gravedad ni las consecuencias son las mismas.
Cuando una persona sufre alguno de estos dos trastornos, siente dolor en el tórax –el cual se puede irradiar hacia el brazo izquierdo–, así como náuseas y un exceso de sudoración. Sin embargo, en la duración de esos síntomas se encuentra la primera diferencia entre infarto y angina de pecho. Mientras que en esta segunda afección el dolor no suele exceder los 30 minutos si el paciente toma nitroglicerina sublingual o simplemente permanece en reposo, en el caso del infarto de miocardio los dolores permanecen, provocando mayores daños en el sistema cardiovascular.
Y es que, es precisamente la gravedad la principal diferencia entre infarto y angina de pecho. En la Fundación Española del Corazón explican que “la angina de pecho estable es reversible”, pero “el infarto de miocardio supone la necrosis o muerte de las células del músculo cardiaco”.
Así pues, ambas son enfermedades que afectan a las arterias que riegan el corazón, aunque la angina de pecho solo provoca una oclusión parcial de una de esas arterias. En cambio, en el infarto la arteria se cierra completamente, con lo que la peligrosidad se dispara.
La razón de que se produzca una angina de pecho o un infarto de miocardio es, por lo tanto, una estrechez de las arterias que salen del corazón. Aunque si hablamos de desencadenantes, pueden ser muchos más. Para ello hay que mencionar los principales factores de riesgo relacionados con estas enfermedades. Los más habituales son unos altos niveles de colesterol, la hipertensión, un estilo de vida sedentario y estresante, la obesidad, la diabetes y el consumo habitual de tabaco.
Por lo tanto, tanto la angina de pecho como el infarto de miocardio han de ser prevenidos con unos hábitos de vida saludables, en los que la alimentación sea equilibrada y se realice ejercicio físico con asiduidad y moderación.
Finalmente, hay que distinguir entre la angina de pecho estable y la inestable. Como se puede adivinar, la primera es menos peligrosa y se puede considerar enfermedad crónica. Según la citada Fundación Española del Corazón “la forma de presentación son episodios de dolor torácico con esfuerzos de intensidad alta”. Además, los pacientes están controlados mediante un tratamiento clínico. Esto hace posible que no requieran hospitalizaciones.
Un caso diferente es sufrir una angina de pecho inestable, caracterizada por la oclusión aguda repentina de las arterias coronarias. Pueden aparecer en cualquier momento, con lo que no se pueden controlar. Por lo tanto, los pacientes que los sufran deberán tener cuidado con el tiempo que perduran los síntomas. Si pasados los primeros 20 o 30 minutos no han desaparecido, deberán acudir a un hospital o solicitar ayuda, ya que la situación podría empeorar hasta poner en riesgo su salud.