El día 12 de mayo se celebra el Día Mundial de la Fibromialgia, un síndrome que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) sufre entre el 3 % y el 6 % de la población. En esta fecha, elegida para homenajear a una figura esencial en la enfermería como fue la británica Florence Nightingale, se quiere dar una mayor visión a un trastorno que fue reconocido en 1992 y que en muchas ocasiones no resulta sencillo diagnosticar.
La OMS define al síndrome de fibromialgia como “aquella alteración o interrupción de la estructura o función de una parte del cuerpo, con síntomas y signos característicos y cuya etiología, patogenia y pronóstico pueden ser conocidos o no”.
Esta definición es una buena muestra de lo complicado que puede resultar el diagnóstico de la fibromialgia, ya que el principal síntoma es el dolor generalizado que sienten quienes la padecen. Esta dificultad es la causante de que en ocasiones pueda ser confundida con otras enfermedades con síntomas similares, que pueden provocar pensión incapacidad permanente. Según apuntan el psicólogo clínico Manuel López y el psiquiatra José Carlos Mingote en el artículo “Fibromialgia” publicado en “Clínica y Salud” en 2008, “la fibromialgia se confunde con otras enfermedades porque casi todos sus síntomas son comunes a otras alteraciones sin una causa orgánica conocida”.
En ese mismo texto también aseguran que “es corriente que antes de que se llegue al diagnóstico definitivo se haya acudido a diferentes médicos de diversas especialidades (digestivo, corazón, psiquiatría...)”, lo que provoca que “algunas personas con fibromialgia pueden estar disgustadas porque los médicos no consideren que esta entidad sea una verdadera enfermedad médica”.
En primer lugar, hay que apuntar que no se conoce a ciencia cierta cuál es el origen de la fibromialgia, sino que solo se puede diagnosticar cuando el paciente presenta síntomas como: dolor crónico generalizado, fatiga constante, mala calidad del sueño, rigidez articular, mareos, contracturas en grupos musculares, palpitaciones, etc.
Esta variedad de síntomas y las complicaciones para el diagnóstico provocan las confusiones que apuntaban López y Mingote. De hecho, hay algunas enfermedades que suelen confundirse con más asiduidad que otras:
Finalmente, se puede mencionar también la depresión, la cual es capaz de generar fatiga extrema, problemas con el sueño e incluso dolor crónico. Sin embargo, es precisamente la depresión uno de los posibles desencadenantes de la fibromialgia. Así lo expone el artículo “Depresión, ansiedad y fibromialgia”, donde se apunta que “la fibromialgia es una enfermedad que cursa con dolor crónico, de difícil tratamiento, que está estrechamente relacionada con trastornos psicológicos y psiquiátricos, siendo los más frecuentes la ansiedad y la depresión”.