El uso de dispositivos tecnológicos y el tiempo que pasamos frente a las pantallas de los teléfonos móviles, tabletas y ordenadores en ocasiones puede ser abusivo, llegando a desencadenar una adicción digital que llega a afectar a la salud.
Es innegable que el tiempo que pasamos frente a las pantallas no ha parado de crecer, más si cabe para las personas cuya actividad laboral se realiza delante de un ordenador. Tanto es así que según un estudio de Multiópticas, pasamos una media de 11 horas mirando pantallas, superando en más de tres horas el tiempo que pasamos durmiendo. Y aunque en muchos casos no se trata de adicción, ya que muchos trabajadores necesitan utilizar dispositivos digitales, las consecuencias físicas para la salud son las mismas, no así algunas psíquicas.
Antes de apuntar cómo afecta a la salud también hay que destacar la encuesta realizada por Cáritas Española el pasado año. Titulada “Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad”, ofrece como principal conclusión la siguiente: “Dada la ausencia de consenso en la comunidad científica, el estudio ha optado por señalar el uso abusivo cuando el tiempo de exposición a las pantallas sobrepasa las 6 horas diarias.
En esta situación se encuentran el 36% de los jóvenes. El riesgo de uso adictivo se produce cuando se genera un efecto de dependencia hacia las pantallas, que termina interfiriendo de forma negativa en la vida cotidiana y aparecen dificultades para controlar el tiempo de dedicación a las mismas”.
Si tenemos en cuenta que los menores no han de pasar ocho horas diarias trabajando frente a una pantalla, las cifras que arroja Cáritas resultan llamativas y nos acercan a los efectos sobre la salud de la adicción digital.
El uso abusivo de los medios digitales puede provocar algunos efectos perjudiciales para nuestra salud. Entre los más habituales se encuentran estos:
Si los síntomas físicos por un abuso de los dispositivos digitales son preocupantes, no lo son menos los síntomas propios de padecer una adicción, ya que estos afectan a la conducta de quien la sufre. De hecho, no es extraño que aparezcan episodios de ansiedad o conductas intolerantes provocadas por el síndrome de abstinencia.
Esto sucede cuando la persona adicta no puede acceder a sus dispositivos. En el caso del teléfono móvil, el más usado por la mayoría de las personas ya que llevamos parte de nuestra vida en su interior, se denomina nomofobia. La denominación proviene del inglés: No Mobile Phone Phobia, es decir, fobia a no tener el teléfono móvil a mano.
Y aunque no esté tipificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) del mismo modo que la adicción a los videojuegos –considerada enfermedad mental–, la nomofobia se caracteriza por hábitos como estos:
Esta dependencia puede parecer un problema aislado que afecta a pocas personas. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Según el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad, más de la mitad de los españoles que tienen móvil, la experimenta de algún modo. Y esta cifra se eleva entre los más jóvenes. El miedo a no tener a mano el móvil puede llegar a ser irracional y que eso desemboque en los citados episodios de ansiedad, de modo que quizás sea hora de parar a pensar y preguntarse: ¿realmente necesito mi teléfono a todas horas?