Los problemas con el sueño suelen estar relacionados con el insomnio o la incapacidad para conciliarlo. Sin embargo, hay ocasiones en las que sucede justo lo contrario. Aunque en el caso de las situaciones de sueño excesivo, las principales razones hay que buscarlas en otras enfermedades que provocan este síntoma.
Tal y como explica Arantza Campo Ezquibela, responsable de la Unidad del Suelo en la Clínica Universidad de Navarra, explica en la web de esta institución que “la hipersomnia es el síntoma consistente en tendencia al sueño en situaciones anormales”, a lo que añade: “Es una facilidad excesiva para conciliar el sueño durante el día, en situaciones que a la mayoría de las personas no le sucede. Es un síntoma que puede aparecer en múltiples enfermedades, o estar en relación con la ingesta de fármacos”.
A pesar de que puede darse alguna hipersomnia no asociada a una enfermedad, este síntoma suele encontrarse en diversas patologías. En este sentido, la doctora Campo hace referencia a enfermedades respiratorias, endocrino-metabólicas, renales…, así como a cuadros infecciosos (sepsis, enfermedad del sueño por picadura de la mosca tsé-tsé…).
Podemos apuntar como enfermedades más habituales las siguientes:
Diabetes sin controlar. Las personas diabéticas que no controlan la producción de insulina provocan que los niveles de glucosa aumenten en la sangre. Esto hace que dicha glucosa no llegue a las células, que pierden así su fuente de energía. El resultado es una mayor fatiga y la necesidad de dormir más, es decir, un sueño excesivo a cualquier hora del día.
Anemia. La falta de glóbulos rojos es la causante de que el cuerpo se sienta más cansado, ya que no llega suficiente oxígeno a las células. A ese cansancio hay que sumarle más dolores de cabeza y una mayor somnolencia.
Apnea del sueño. Este trastorno consiste en una interrupción de la respiración mientras se está durmiendo. Una de las consecuencias es que la calidad del sueño no es adecuada y esto a su vez se traduce en un aumento de la fatiga y la sensación de sueño en las horas diurnas. No obstante, cuando se sufre apnea del sueño, el exceso de sueño solo es uno de los primeros síntomas. Si el trastorno se prolonga en el tiempo, los peligros para la salud son más peligrosos.
Fibromialgia. Los pacientes con esta enfermedad no solo son más sensibles al dolor, sino que además no tienen un sueño reparador (experimentando vigilia en las etapas de sueño no REM). Este hecho provoca una mayor somnolencia durante las horas de luz y una fatiga de tipo crónico que les impide hacer una vida normal.
Hipotiroidismo e hipertiroidismo. Estas alteraciones de la tiroides presentan como uno de sus síntomas comunes el sueño excesivo en la jornada diurna. Ya sea por una ralentización del metabolismo, ya sea por su aceleración, el cuerpo tiende a acumular un mayor cansancio que se traduce en sueño excesivo.
Estas son solo algunas patologías que provocan un aumento del sueño. Sin embargo, tal y como hemos apuntado, la hipersomnia también puede darse con un tipo de trastorno cuyo principal síntoma se relaciona con el sueño. En el caso de la narcolepsia se dan ataques repentinos de sueño con los que el enfermo se queda dormido en cualquier lugar sin poder evitarlo. A esto hay que añadir que también sufren cataplejia, parálisis de sueño al principio y final del periodo en el que están dormidos e incluso alucinaciones hipnagógicas.
El sueño excesivo es la tendencia a dormir más de lo normal o a sentirse somnoliento durante el día en situaciones que no lo justifican. Puede ser un síntoma de varias enfermedades o trastornos, o estar relacionado con el consumo de ciertas sustancias o medicamentos. El sueño excesivo puede afectar la calidad de vida, el rendimiento y la salud de las personas que lo padecen. El tratamiento del sueño excesivo depende de la causa que lo origina. Algunas posibles causas son:
Cantidad y calidad del sueño insuficiente: cuando se duerme poco o mal por la noche, se puede tener sueño durante el día. Esto puede deberse al estrés, la ansiedad, el uso de dispositivos electrónicos, el trabajo por turnos o los hábitos de sueño irregulares. Para mejorar esta situación, se recomienda adoptar una buena higiene del sueño, como establecer un horario fijo para dormir y despertarse, evitar las distracciones en el dormitorio, limitar las siestas y la cafeína, y hacer ejercicio regularmente.
Condiciones médicas: algunas enfermedades neurológicas, como la depresión, la ansiedad, la narcolepsia o el Alzheimer, pueden alterar el ciclo del sueño y provocar somnolencia diurna. También pueden causar sueño excesivo otras condiciones como el hipotiroidismo, la anemia, el cáncer o las infecciones. En estos casos, es importante consultar con el médico para diagnosticar y tratar la enfermedad subyacente.
Uso de medicamentos: algunos fármacos pueden tener como efecto secundario la somnolencia, como los antihistamínicos, los relajantes musculares, los antidepresivos, los anticonvulsivos o los antihipertensivos. Si se sospecha que un medicamento está causando sueño excesivo, se debe consultar con el médico para ajustar la dosis o cambiar el fármaco, siempre bajo supervisión médica.
Consumo de sustancias que favorecen el sueño: algunas plantas medicinales, alimentos o bebidas pueden inducir el sueño o relajar el sistema nervioso, como la valeriana, el maracuyá, la leche caliente o el consumo de alcohol. Estas sustancias se deben evitar durante el día si se quiere mantener un nivel óptimo de alerta y energía.
Apnea del sueño: es un trastorno que se caracteriza por interrupciones repetidas de la respiración durante el sueño, lo que impide un descanso adecuado y produce fatiga y somnolencia al día siguiente. La apnea del sueño puede tener consecuencias graves para la salud cardiovascular y cerebral. El tratamiento más común es el uso de un dispositivo de presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) que mantiene abiertas las vías respiratorias durante el sueño.
El sueño excesivo no es una condición normal ni saludable. Si se presenta con frecuencia o afecta a la vida cotidiana, se debe buscar ayuda profesional para identificar y tratar la causa que lo provoca.