Un curioso macroestudio realizado a nivel mundial ha llamado poderosamente la atención. La brecha que existía en alimentación, educación y sanidad entre la urbe y el campo se desvanece. Los niños y las niñas del entorno rural han crecido más que los de la ciudad en los últimos 30 años. En el caso de España, durante estas tres décadas, los chicos lo han hecho un centímetro y las chicas, incluso algo más.
Es una de las principales conclusiones de la investigación dirigida por el Imperial College de Londres y que ha publicado la revista 'Nature'. Un trabajo en el que cerca de 1.500 investigadores han analizado los datos de altura y peso correspondientes a 71 millones de niños y jóvenes -de entre 5 y 19 años- de 194 países, que vivían en zonas urbanas y en áreas rurales entre 1990 y 2020.
Los investigadores sí han constatado que las ventajas "urbanas" se han amplificado en muchas regiones de África y de Asia, y han incidido en que las conclusiones que han obtenido pueden ayudar a orientar las políticas públicas y los programas que se diseñan para mejorar los resultados de crecimiento y desarrollo de las poblaciones.
Ese crecimiento y desarrollo óptimos durante la niñez y la adolescencia son cruciales para la salud y el bienestar durante toda la vida, han subrayado los investigadores, que han subrayado la importancia que tiene en ese crecimiento la nutrición y el entorno de vida en el hogar, en la comunidad y en la escuela.
Esther López-García, profesora de Epidemiología en la Universidad Autónoma de Madrid y adscrita al CIBERESP, ha explicado que el estudio pone de relieve cómo ha mejorado la salud de los niños y jóvenes que viven en zonas rurales en muchos países, y ha asegurado que eso se debe a las mejoras en la alimentación -con programas de asistencia alimentaria en las escuelas o ayuda para la compra de alimentos- y en el acceso a la educación y la asistencia sanitaria.
Los investigadores comprobaron que, en 1990, los jóvenes de las ciudades eran más altos que los que vivían en zonas rurales en casi todos los países, pero también que en 2020 esa diferencia se ha reducido, e incluso que en algunos de los países occidentales más ricos, como el Reino Unido, Estados Unidos o Francia, esa "ventaja" corresponde ahora a los adolescentes de las zonas rurales.
La excepción la han situado en la mayoría de los países del África subsahariana y en algunos países del Pacífico, el sur de Asia y el Medio Oriente, al comprobar que en estas regiones los niños de las zonas rurales no habían aumentando su estatura en comparación con los de las urbes, sino al revés.
Los investigadores han subrayado la trascendencia que tiene conocer y comprender las trayectorias de crecimiento y desarrollo en los niños y en los adolescentes para guiar los esfuerzos que se hacen para mejorar la salud en estas edades, y han advertido de que esto es "particularmente relevante" debido al aumento de la pobreza y el coste de los alimentos, influenciado por la pandemia de covid y por la guerra en Ucrania.
En términos generales, han corroborado también que el índice de masa corporal (IMC) ha subido más entre los niños de las ciudades que entre los de zonas rurales, un IMC que ha repuntado en prácticamente todos los países de renta alta (entre ellos Dinamarca, España o Italia) tanto entre las poblaciones urbanas como rurales.
La investigadora Esther López-García ha precisado que la ganancia de peso en niños y adolescentes se asocia a obesidad en edad adulta, con el consiguiente deterioro de la salud general.
Y ha asegurado que ese incremento en el IMC que se observa en países desarrollados responde a un deterioro de los hábitos dietéticos, fundamentalmente en el ámbito familiar, y a un incremento del sedentarismo en esta población (uso de pantallas frente a ejercicio físico).
López-García se ha referido también a condicionantes sociales y ha apuntado en este sentido, por ejemplo, que en España hay grupos de investigación que han puesto de manifiesto cómo la publicidad televisiva afecta a la dieta de los niños. En nuestro país, la obesidad afecta a 4 de cada 10 niños y a 3 de cada 10 adolescentes.