Entre los días 23 de marzo y 21 de abril de 2023 se celebra el Ramadán, el noveno mes del calendario islámico y el más importante de la religión musulmana.
Aunque esta celebración conlleva otras muchas costumbres y creencias, la más conocida quizás sea la de ayunar durante las horas del día. Es decir, los fieles de esta religión no pueden ni comer ni beber desde antes del amanecer hasta que el sol se ha puesto durante el mes lunar. Esto puede traer consecuencias para la salud.
Pero antes de conocer cómo afecta el ayuno de hasta 20 horas para la salud de una persona, conviene conocer un poco más la naturaleza del Ramadán. Cabe señalar que el de este año corresponde a 1444 según el Islam. Y como hemos apuntado, se trata del noveno mes, el más significativo de todos porque en él se conmemora la primera revelación que tuvo Mahoma. No en vano, cumplir con el Ramadán es uno de los cinco pilares de esta religión.
En cuanto al ayuno, debe ir desde antes del amanecer hasta la puesta de sol, o lo que es lo mismo desde el suhur (primera comida) hasta el iftar (la comida más importante de la jornada). Entre los practicantes del Islam, solo las personas con enfermedades crónicas, quienes se encuentren de viaje, las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, las personas diabéticas o las mujeres que tengan la mesntruacción están exentas de cumplir con el ayuno.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que no estamos hablando de practicar el ayuno intermitente. El ayuno en el Ramadán no tiene nada que ver con ninguna estrategia nutricional con la que se desea bajar peso o “desintoxicarse”. Es una práctica religiosa que no se detiene en si una persona necesita hacer ayuno o no. De hecho, esta religión considera que el Ramadán debe ser obligatorio entre sus fieles (exceptuando los casos ya mencionados) y conllevar abstinencia: ya sea de comida o bebida, ya sea de relaciones sexuales.
El objetivo de los musulmanes es encontrar un estado de paz en el que se promueva un estado de conciencia divina para acercarse lo máximo posible a Alá. Y en esa misión, consideran que comer o beber puede apartarlos de la meta.
A pesar de no estar hablando de lo mismo, en el Ramadán se realiza ayuno intermitente, que consiste en comer en una franja del día, mientras que en la otra no se ingieren alimentos. Eso sí, cuando se realiza ayuno intermitente para conseguir así una restricción calórica, no se eliminan los líquidos, mientras que en el Ramadán tampoco se pueden ingerir.
Por lo tanto, las consecuencias de ayunar durante el mes de Ramadán no tiene por qué provocar graves consecuencias en el organismo. De todo ello habló Ahmen Khawaja en BBC World Service, cuando apuntó que los días más complicados son los tres primeros. Ocho horas después de la última comida, “el cuerpo recurre a la glucosa almacenada en el hígado y en los músculos para proporcionar energía”, explicaba, a lo que añadía: “Una vez que se agotan las reservas de glucosa, la siguiente fuente de energía para el cuerpo es la grasa”. Por esa razón esas primeras jornadas son las más complicadas, ya que el organismo necesita adaptarse a no comer durante muchas horas.
En ese momento, las principales consecuencias negativas son un aumento de la debilidad y del cansancio, dado que el cuerpo no se ha habituado. Además, pueden aparecer dolores de cabeza e incluso mareos.
Para evitar la deshidratación, ya que durante la jornada diurna no es posible beber, es necesario que por la noche se beba lo suficiente como para no provocar este efecto. De hecho, si el Ramadán sucede en los meses más calurosos, dicha hidratación es aún más importante.
Asimismo, también es esencial que las comidas que se hagan cuenten con los nutrientes necesarios para que el cuerpo no se resienta del ayuno diario que se produce a lo largo del mes.
El hecho de que pasen 28 días y no se pueda comer nada durante las horas de luz proporciona algunos beneficios que llevan a personas no musulmanas a optar por el ayuno intermitente. Habitualmente, esta práctica se realiza para “desintoxicar” algunos órganos y eliminar grasas superfluas.
Además, según se explica en el artículo especializado “Ayuno terapéutico. Indicaciones y desarrollo”, el ayuno también se emplea para el tratamiento de problemas como la obesidad, la hipertensión arterial, la hiperlipidemia, la hiperglucemia, la poliglobulia, la hiperuricemia y las alteraciones cardíacas y arteriosclerosis.
En definitiva, el ayuno que se realiza durante el mes del Ramadán no tiene por qué afectar negativamente al cuerpo humano e incluso puede beneficiarlo. Para ello, la alimentación deberá ser completa y no llevar el periodo de ayuno más allá de lo marcado, en este caso, por la religión. De lo contrario, una vez que los órganos se “desintoxiquen” y se haya quemado la grasa sobrante, la energía necesaria se extraerá de las proteínas, debilitando así a los músculos.