Con la llegada de la primavera aterrizan las alergias, una patología que sufren en España ocho millones de personas. Las alergias primaverales son cada vez más intensas porque esta estación se alarga en el tiempo y la contaminación propicia “un polen más alergénico”, explica el doctor Juan José Zapata Yébenes, miembro de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Un "buen diagnóstico" es clave, señala el alergólogo, que destaca el papel de las vacunas, un “tratamiento personalizado” a cada paciente.
Los actuales meses de marzo y abril son los más complicados para los alérgicos al plátano de sombra y el ciprés. En abril comienza la polinización de las gramíneas, a las que en mayo se suman el Olivo y las salsolas y parietarias que pueden durar hasta junio, en el peor de los casos.
Nadie niega ya que el cambio climático está provocando inviernos más cálidos. “La primavera se adelanta cada año, por tanto, la polinización empieza antes y termina después. Si las primaveras son más largas, hay más exposición a los alérgenos”, señala el doctor Juan José Zapata Yébenes, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
A las largas primaveras –señala el alergólogo- hay que sumar los problemas de contaminación, “a los que las plantas son muy sensibles”. Ante la polución las plantas “crean proteínas de defensa que hacen al polen más alergénico, sobre todo en las ciudades más que en el campo”.
Sea cual sea la alergia, “la primavera siempre es mala. No obstante, cada paciente tiene una sensibilidad distinta y lo que para uno es mucho para otro no es tanto”.
De ahí la importancia de un “buen diagnóstico” para poder tener una medicación que mejore la calidad de vida de la persona alérgica. “A los primeros síntomas hay que tomar lo que tenemos indicado. Cuando se inflama la nariz, la garganta y los bronquios en el peor de los casos, cada vez hace falta menos polen para que se sigan inflamando”, señala el doctor Zapata Yébenes.
“Eso de voy a esperar unos días a ver si voy mejor no vale. Se trata de tomar el tratamiento cuanto antes. Es como no querer abrir el paraguas cuando chispea, al final acabas mojado”, insiste.
Además de los tratamientos con antihistamínicos, las vacunas contra la alergia son recomendadas para los pacientes que la sufren más intensamente. “Las vacunas reconstruyen la tolerancia de la persona hacia el alérgeno. Son un tratamiento que se dirige directamente a la causa y está totalmente personalizado porque se fabrica para cada persona”, puntualiza el alergólogo.
Tanto es así que hay vacunas que son inyecciones, que suponen varios pinchazos al año, y otras sublinguales, que se toman a diario. Los tratamientos con vacunas contra las alergias duran entre tres y cinco años, dependiendo de cada paciente.
Este año, las primeras polinizaciones han coincidido con un brote de gripe. El virus de la gripe produce “unas secuelas en el paciente que facilita más la sintomatología del alérgico. Si unimos gripe y polinización del ciprés empeora la sintomatología en los pacientes”, sentencia el alergólogo.
La alergia produce moqueo y estornudos, síntomas similares a los de un catarro, pero “no dolor de cabeza o corporal, ni fiebre o secreción amarillenta, característicos de la gripe”, diferencia Zapata Yébenes. “El paciente sabe que si nota picor o molestias en los ojos, nariz o incluso en el paladar de forma puntual es alergia. Sabe diferenciar la alergia del catarro y sabe que si no es la época del polen al que es alérgico no es alergia”.
En España hay más de ocho millones de personas con alergia al polen.